domingo, 19 de agosto de 2012

THE DEVIN TOWNSEND PROJECT - "Ki": Una especia aparte


Una vez más DEVIN TOWNSEND sigue reivindicándose como un compositor de conjunto, con ideas a cada cual más extravagante y no como un intérprete lujurioso y que demuestre lo mejor de sí mismo en las canciones cortas. Con una sentencia de este tipo, se puede resumir de una manera más o menos cercana lo que es “Ki”, primer lanzamiento bajo la rúbrica de DEVIN TOWNSEND PROJECT, en teoría, el nombre con el que, a partir de ahora, Devin, el científico loco, editará todos sus trabajos. Para muchos mente brillante, para otros un mero excéntrico que no sabe ni que suelo pisa, lo cierto es que hablar de este canadiense aislado en su mundo es hacerlo de un artista íntegro e inquieto, dos características que no abundan hoy en día. Y “Ki”, no hace más que confirmarlo, se comulgue o no plenamente con sus resultados.

Ningún disco de Townsend, ya sea con STRAPPING YOUNG LAD, ya sea con THE DEVIN TOWNSEND BAND, ya sea con su firma en solitario, es de fácil escucha. Empeñado en crear obras íntegras y conceptuales lírica y musicalmente, motivo por el cual su proyecto más directo, STRAPPING YOUNG LAD fue perdiendo interés por momentos, el mayor atractivo de este compositor, productor, intérprete y mente pensante en todos los sentidos eran sus proyectos más personales. En este sentido, “Ki” y DEVIN TOWNSEND PROJECT es la reivindicación de uno mismo, de su personalidad encontrada y bipolar que tiene fiel reflejo en sus notas y en sus composiciones. Partiendo de estas premisas, he necesitado media docena de escuchas para que el tridimensionalismo de “Ki”, tanto visual, como musicalmente hablando, empezara a ser asimilado por mis neuronas. A partir de ese momento, cada nueva escucha de “Ki” genera una nueva sensación, y aunque tiene un lastre difícil de superar en sus instantes finales, el resultado es muy notable y supone un paso más en la carrera del artista.

Partamos de la base de que “Ki” es un disco tranquilo. Disco para degustar paso a paso y que nuevamente, antes que individualidades compositivas se basa en desarrollos obsesivos y repetitivos que generan una suite en su conjunto y no una unión de movimientos. El disco es lo más parecido a un “Discipline” de KING CRIMSON en versión Pop / Blues / Rock / Swing que se puede encontrar hoy en día. Vueltas y más vueltas, espirales y mareas de sensaciones que se van intensificando progresivamente, y creedme que este es el término más adecuado. En algunos momentos el conjunto culmina en el Apocalipsis, el orgasmo más íntimo y salvaje, otras veces se pierde en el éter y en la vaguedad del ser. En cualquier caso el viaje es absolutamente genial, a veces enervante, otras veces disperso, pero siempre con la notabilidad de generar un regusto de adicción inexplicable en quien lo escucha. Y digo inexplicable, porque hay que estar muy atento a la escucha de “Ki” si no quieres que sin darte cuenta te plantes en su décimo tema y no hayas retenido nada.

El sonido setentero de guitarras, por momentos heredero totalmente de Hendrix y sus sucesores, la ambientación Pop, con mucha reminiscencia a RADIOHEAD, SIGUR ROS o similares, los momentos electrónicos, ambientales, más propios de la apacibilidad de la New Age y el Chill Out que de la excitación del Rock y el Metal… en definitiva, “Ki” es una amalgama de sensaciones que, en mi opinión culmina en un corte que es imprescindible, fundamental, totalmente adictivo y brillante: “Heaven Send”, casi nueve minutos de vueltas y más vueltas a lo mismo que estalla en momentos de exuberancia con voz femenina incluida, en distorsiones electrónicas, en solos blueseros… en definitiva, la culminación a un inicio de disco que poco a poco va creciendo, va metiéndose en nuestro interior a golpe de atmósfera y sonido astral y nos acaba por envolver. A partir de este momento, la intensidad se convierte en decreciente, en un cálculo perfecto de cómo está concebido el desarrollo de “Ki”. Los juegos instrumentales rítmicos de “Ain´t Never Gonna Win...”, el swing arcaico y visceral de “Trainfire”, casi un ejercicio de Rockabilly, y la dispersión final, que da comienzo con “Ki”, tan sensual como indeterminada.

Esta parte final es la que, en mi opinión, menos conseguida está, con influencia Beatleliana incluida. Después de ir creciendo poco a poco en grandeza y fuerza, y todavía ebrios por la borrachera hipnótica de “Heaven Send”, según pasan los minutos uno empieza a notar que Devin divaga y acaba en la intimidad de su ser, de manera impenetrable para los que no podemos estar en su cabeza. En cualquier caso, no cabe duda de que su función está cumplida: nuevamente DEVIN TOWNSEND ofrece en “Ki” salida a todas sus neuras y sensaciones, y hace partícipe al oyente de un viaje difícil, no siempre fructífero, pero ante el que es difícil sentirse indiferente.

(Crítica publicada también en: http://www.rocktotal.com)

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