viernes, 7 de septiembre de 2012

RABIH ABOU-KHALIL - "Blue Camel": Un viaje hacia otras culturas


El Jazz siempre ha sido punto de encuentro de culturas. El sentimiento de apertura y libertad del género americano por excelencia, ha hecho que se conciba como la Música Clásica del siglo XX y se utilice como vehículo de expresión de músicos de todas las nacionalidades y pasado cultural. Esto hizo que el género fuera mutando y alejándose de su concepción primigenia y se enriqueciera con multitud de sonidos, hasta el punto de que hoy en día “Jazz” es un todo, más que algo concreto, para deleite de los ávidos por descubrir nuevos sonidos y desesperación de los puristas. Este hecho se hace evidente con músicos como ANOUAR BRAHEM, ARTO TUNÇBOYACIYAN o el que ahora me ocupa, RABIH ABOU-KHALIL (los dos primeros citados de origen turco y ABOU-KHALIL libanés), teniendo en común el mezclar la tradición, instrumentación y sonido orientales con la improvisación y la forma de componer del Jazz, y compartiendo además BRAHEM y ABOU-KHALIL su elección a la hora de expresarse: el Laúd. Todos estos elementos y argumentos pueden ser ilustrados con “Blue Camel”, uno de los puntos culminantes de RABIH ABOU-KHALIL y una maravilla de la fusión de culturas.

“Blue Camel” ha sido en varias ocasiones comparado con “Kind Of Blue”, no sólo por el traslado del azul hacia el paisaje desértico del Medio Oriente a lomos de un camello, sino por sus similitudes musicales en cuanto a frialdad en la ejecución, el uso de los modos en la composición y la instrumentación, trufada de herencia oriental, pero similar a la del disco de MILES DAVIS, con CHARLIE MARIANO y KENNY WHEELER como maestros de ceremonias, STEVE SWALLOW dando una lección de acompañamiento y el toque étnico de la mano de tres percusionistas, el gran MILTON CARDONA y NABIL KHAIAT y RAMESH SHOTHAM desde el punto de vista oriental. La comparación sea quizás algo excesiva, pero en cualquier caso el músico libanés consigue en “Blue Camel” una pieza muy inspirada en donde, especialmente en los tiempos más pausados y ceremoniosos, nos consigue trasladar a sonidos diferentes, a otras culturas e incluso épocas, sin abandonar por ello la libertad y el sentimiento musical avanzado que proporciona el Jazz en sentido estricto.

“Blue Camel” empieza haciendo honor a su nombre con “Sahara”, de manera pausada, rítmica y trayendo a la mente el constante balanceo de un camello atravesando el desierto en plena tormenta de arena. El pulso continuo de SWALLOW y CARDONA son la sangre que alimenta las venas de WHEELER, MARIANO y el propio ABOU-KHALIL, llevándonos de la mano a un viaje hacia Oriente. Con “Tsarka” la textura cambia: se mantiene el aire oriental, pero la fuerza y el poderío es mucho mayor, en especial en la parte solista de WHEELER y MARIANO. El calor tropical y los modos armónicos orientales vuelven con “Ziriab” (nada que ver con la composición de PACO DE LUCÍA de igual nombre, aunque sí con similar inspiración), esta vez con mayor protagonismo para el laúd de ABOU-KHALIL, mientras que el propio “Blue Camel” es vehículo de lucimiento para CARDONA, NABIL KHAIAT y SHOTHAM, que tejen un colchón de percusiones mientras ABOU-KHALIL está especialmente virtuoso en su improvisación y contagia al propio MARIANO. La segunda parte del trabajo sigue con “On Time”, corte efusivo especialmente por parte de WHEELER y que sirve de preludio para otro de los temas de ritmo pausado y cálido, “A Night In The Mountains”, que consigue transmitir el crepúsculo nocturno y el aroma de la arena del desierto con la Luna como única luz de guía. 

Para el final, RABIH ABOU-KHALIL reserva una pieza corta y directa como es “Rabou-Abou-Kabou” y su contrapunto, la composición más larga del trabajo, “Beirut”, que comienza con un gran sólo por parte de ABOU-KHALIL y acaba explotando en disonancias y cambios de estructura, como si el protagonista de “Blue Camel” hubiese querido trasladar por un lado el recuerdo de su ciudad y por otro la barbarie de la Guerra a la que se vio sometida. Con todos estos ingredientes RABIH ABOU-KHALIL construye su canto del cisne particular, un trabajo exquisito y lleno de matices, que consigue evocar e impresionar y que demuestra que el Jazz es ya sólo una excusa, un punto de encuentro entre sonidos antagónicos que se dan la mano de forma natural. 

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