sábado, 5 de enero de 2013

LANA DE REY - "Born To Die": En la variedad está el gusto


Tiendo a moverme por tendencias musicales de todo tipo, sin importar la etiqueta que se le coloque, con tal de que me transmita algo. R & B, Metal, Rock en sentido clásico, Jazz, Hip-Hop, Música Clásica, Electrónica, Gótico… es difícil que a priori, por el estante en el que se venda, diga que no a un disco, si tengo buenas referencias y me agrada su escucha. No tengo prejuicios por tanto, pero para escuchar a LANA DE REY creo que esta faceta mía se convierte en una obligación para el oyente. Inicialmente este nombre me pasó desapercibido, pero de repente, juegos del destino, escuché un tema suyo en una radio fórmula y me quedé perplejo. Oscuridad, sentimiento y arreglos acertados, para una fórmula que sonaba a todo, ochentero, noventero, actual, pero al mismo tiempo a nada. Investigué, elevé mis cejas al saber que LANA DEL REY tiene mucho de industrialismo musical a sus espaldas, y me dejé llevar por esa primera y satisfactoria impresión, haciéndome con “Born To Die”.

La sorpresa inicial se confirmó. Bien es cierto que su imagen y voz puede ser un juguete roto en un par de años en manos de un desaprensivo productor musical, pero “Born To Die” tiene mucho detrás de sí. Y más que una instrumentación certera, un sonido cuidado o unas dotes portentosas, tres características que entre comillas brillan por su ausencia, LANA DEL REY hace gala de un eclecticismo elegante y desgarrador al mismo tiempo que convierten a “Born To Die” en un disco de escuchas fructíferas múltiples, nada de flor de un día ni producto musical para una tarde. Ningún hit, ningún “one hit wonder” ni nada por el estilo… Esto es una oda de conjunto a la oscuridad, el tenebrismo y la personalidad, una mezcolanza donde todos los estilos que forman parte de mi gusto personal y que mencioné al principio se dan la mano unidos por la voz de LANA DEL REY, lánguida, medusiana y envolvente como pocas.

“Born To Die” puede pecar de “parco” en trasfondo y rico al mismo tiempo en la labor de su protagonista. Si la producción que lo acompaña es desnuda, aún más lánguida y melancólica que su cantante, la voz de LANA DEL REY es rica en matices, a pesar de que inicialmente pueda parecer lo contrario. Ya sea en una versión orquestal y burtoniana en los cuatro temas iniciales, o con una cara más R & B y pegadiza, como en “Diet Mountain Dew” o cercana al Trip-Hop a lo MORCHEEBA como en “Million Dollar Man” , la cantante enigmática y fantasmal se mueve con pies de barro, apoyada en una voz personal, aniñada y adulta al mismo tiempo, ensimismante e hipnotizadora, una especie de mezcla entre la niñez exacerbada de LISA EKDHAL y demás vocalistas escandinavas y el sonido oscuro, envolvente y roto de ANNETTE PEACOCK y demás vanguardistas del micrófono, todo ello con un toque cuasi gótico que gustará a amantes del cuero y la penumbra. Nada de fogosidades innecesarias, ni demostraciones fuera de lugar: LANA DEL REY teje su tela de araña poco a poco y cuando te quieres dar cuenta has caído en sus redes.

Sea un producto discográfico o una artista trabajada a golpe de pico y pala, LANA DEL REY ha facturado en “Born To Die” uno de los trabajos más personales y enigmáticos del 2012, capaz de aunar las alabanzas de públicos enfrentados o antagónicos, y salir triunfante gracias a una ingenuidad aparente que atrapa sin contemplaciones. Habrá que ver si hay un futuro para LANA DEL REY más allá de este disco, mientras tanto gente como MADONNA o ANNIE LENNOX puede dormir tranquila, su semilla sigue viva.

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