martes, 22 de julio de 2014

MY DYING BRIDE - "The Vaulted Shadows": Un dos por uno imprescindible


Mi relación con MY DYING BRIDE ha sido “complicada”. Los descubrí con “Songs Of Darkness, Words Of Light” y navegué hacia atrás hasta darme de bruces con un glorioso “Turn Loose the Swans” cuyos violines y contrapuntos me trasladaban a otra dimensión. Al mismo tiempo que completaba su discografía pretérita, con mayores o menores hitos en la misma (“Like Gods Of The Sun” era otra historia, que también estaba bien, pero con posterioridad juguetearon como ANATHEMA con audiencias y sonidos que no les hacían justicia), me dedicaba a seguirles la pista actual, pero me di cuenta de que con “For Lies I Sire” había perdido el interés por la banda. Me sonaba aburrida y me faltaba una emoción que, no digo ya con sus primeros trabajos, sino con el propio “Songs Of Darkness, Words Of Light”, brotaba por todas partes. Fue entonces cuando empujado por buenas críticas escuché el EP “The Barghest o' Whitby” y me asombré de, en un solo tema de casi media hora, lograr otra vez esa emoción que me faltaba. “The Manuscript”, el siguiente en la lista después de un álbum completo que aún no he escuchado “A Map of All Our Failures”, y que también ponen muy bien, era otro EP con muy buena acogida, y antes de que me pusiera con él, Peaceville recoge, como ya hiciera en el pasado con “Trinity” (en aquella ocasión con tres EPs), estos dos últimos mini trabajos en uno solo.

“The Vaulted Shadows” es eso, “The Barghest o' Whitby” y “The Manuscript” en un solo CD. Y la decisión no ha podido ser más acertada. A falta de escuchar “A Map of All Our Failures”, la banda vuelve a estar en plena forma. Con guitarras que combinan melodía funeraria con crudeza, ritmos pesados y cadenciosos que descienden al infierno y ascienden a los cielos, contagiados por el sinfonismo de un violín quejumbroso y bello y la voz de Aaron, contrapunto esquizofrénico capaz del gruñido más visceral, y el lamento más envolvente, en el mismo fraseo. Empezando por “The Barghest o' Whitby”, este corte contiene alguno de los mejores pasajes de la banda de Doom-Death pionera de Inglaterra junto a ANATHEMA y PARADISE LOST. Aunque formalmente es un solo tema, se divide claramente en cuatro movimientos, que alternan crudeza, melodía, dinamismo y belleza. La primera parte inquieta, la segunda parte relajada, la tercera parte “precedida de un silencio”, funeraria y la cuarta y última parte sangrienta y rota, desesperada y salvaje, martilleante y dolorida. En conjunto, absolutamente mágica: digna de tan oscura portada y apabullante y mórbido sonido.

Pero lo mejor está por llegar en “The Manuscript”. Otra vez en casi media hora y cuatro partes, MY DYING BRIDE recupera su personalidad, pero con composiciones independientes, siendo particularmente “Vår gud över er” envolvente y pegajosa, con un sonido de guitarras profundo y limpio al mismo tiempo, menos crudo que en el EP precedente. Una producción más limpia, más ambiental y completa, donde el violín adquiere protagonismo en la propia “The Manuscript” y “A Pale Shroud of Longing”, tan deliciosa como triste en sonoridades, y un final lánguido y decadente, auténticamente Doom, cargado de oscuridad y letanía, que aleja el infierno y acerca la paz del subsuelo a nuestros cuerpos, del encuentro con uno mismo y el entorno, con las lágrimas y la alegría en un solo instante. La emoción que faltaba en trabajos previos, se recupera y se lleva un paso más allá, madurando una propuesta que ya debería estar lo suficientemente madura después de todo el tiempo pasado, casi un cuarto de siglo, desde que MY DYING BRIDE se casó con nuestras almas.

Si “A Map Of All Our Failures” es tan bueno como dicen y al situarse cronológicamente en medio de estos dos EPs, debe serlo, MY DYING BRIDE habrá recuperado su esencia, habrá conseguido otra vez aunar personalidad y emoción en un solo producto. Pocos grupos pueden presumir de esto, y a MY DYING BRIDE le ha costado un ir y venir de pasos intermedios, pero la espera ha merecido la pena. Nunca fue divorcio, sólo una separación temporal, pero el reencuentro, como siempre, es lo mejor.



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