domingo, 14 de septiembre de 2014

TOM HARRELL - "Prana Dance": Variedad musical y equilibrio rítmico


TOM HARRELL puede ser reconocido como uno de los trompetistas bandera del Post Bop. Metido en su mundo de ángeles y diablos, propio de un esquizofrénico declarado que no le impide, literalmente, volar sobre un escenario, el trompetista americano es tan prolífico como poco dado a las palabras. Él prefiere expresarse con su música y olvidarse de todo lo demás. Y después de unos comienzos semidesconocidos, su llegada a RCA a mediados de los noventa supuso un salto cuantitativo (el cualitativo ya lo dio unos años antes) que le permitió ser conocido por más gente y colocarse como uno de los adalides de la recuperación del Jazz en su sentido más clásico y aventurero. Solista sin igual, con un sonido que bebe más de CLIFFORD BROWN que de MILES DAVIS, pero que se basa en los principios musicales del segundo (y qué trompetista no lo hace), TOM HARRELL dio con HighNote, el sello por excelencia del Post-Bop y desde entonces no ha dejado de sacar buenos discos, destacando este “Prana Dance” de 2009.

En “Prana Dance”, TOM HARRELL se rodea de músicos bien conocidos por él y por quienes les siguen: WAYNE ESCOFFERY, con su sonido coltraneano pasado por los modalismos de WAYNE SHORTER, es el que adopta el segundo rol principal, tanto desde el punto de vista de la producción como de la interpretación de un programa completo para el propio HARRELL. Detrás una sección rítmica que recuerda mucho al segundo quinteto de MILES DAVIS, modal y progresiva, con un DANNY GRISSETT que tanto en el piano como en el Fender Rhodes suena etéreo y lejano, sin exuberancias ni excesos, un UGONNA OKEGWO en un papel secundario pero omnipresente, con mucho walking bass entre sus dedos y finalmente un JOHNATHAN BLAKE inventivo, cómodo en el tresillo pero también con cierto toque Funky en su uso de la caja y el bombo.

El programa de “Prana Dance”, se mueve entre la tranquilidad del medio tiempo y la excitación de los cortes más poderosos, pero siempre con esa sensación envolvente y avanzada que da la composición modal, en donde los músicos se sostienen en sus solos y las melodías se diluyen entre los juegos armónicos, y los cambios rítmicos. “Prana”, uno de los cortes más completos es un ejemplo, aunque quizás el más enigmático sea “The Sea Serpent”, precedente de un “In The Infinite” que es puro Post Bop. Por otro lado “The Call” deja espacio para que GRISSETT tanto sobre el piano como sobre el Fender pueda despacharse a gusto en medio de la síncopa Funky de BLAKE y los juegos modales de HARRELL y ESCOFFERY. El conjunto de todo ello, sin ser llamativo por nada en especial, ofrece suficientes espacios de desarrollo y aventura improvisatoria y libertad armónica como para que el oyente se sienta llevado de la mano por la música del quinteto.

TOM HARRELL nunca llamará la atención de los focos, e incluso no dejará de tener la etiqueta de “músico para músicos” en sus espaldas, su imagen introspectiva y no dada hacia el público, propia de su trastorno y de su propia personalidad, tampoco ayuda a que esta sensación cambie, pero dejando a un lado este aspecto, musicalmente HARRELL sabe centrar la atención por méritos propios. Su trayectoria discográfica no tiene altibajos, pero en “Prana Dance” logra un grado de compenetración con sus compañeros que se traslada a la ejecución y aumenta una sensación de directo que lo convierten en uno de sus trabajos más logrados.



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