jueves, 26 de febrero de 2015

CANNIBAL CORPSE - "Eaten Back To Life": Volviendo a la vida morbosamente


Cuando uno se pone a hablar de un “clásico” lo hace con un poco de cargo de conciencia. Por un lado está un supuesto criterio histórico, por otro lado está el gusto personal del que escribe. Confesaré de antemano que con CANNIBAL CORPSE lo tuve muy complicado. Si por mi fuera comentaba todos sus discos hasta “Vile” incluido como clásicos del género. Primero descarté “Vile” porque aunque fuera el primer disco de Death Metal que entró en la listas de éxitos del Billboard, quería reflejar la época más tradicional de la banda, lo cual suponía sacrificar a su actual frontman y cantante indiscutible de CANNIBAL CORPSE, el otrora garganta podrida de MONSTROSITY “Corpsegrinder” Fisher. Seguidamente descarté “Butchered At Birth” porque a pesar de tener buenos clásicos del grupo, siempre lo he considerado inferior a su debut. Mi duda estaba pues entre tres discos entre los cuales me ha sido muy difícil decidir.

¿Descartar “The Bleeding”? Quizás sea el disco más “atípico” de CANNIBAL CORPSE, pero a la vez una evolución natural desde sus inicios, además de gozar de la mejor producción que jamás tuvieron con Barnes. ¿Descartar “Tomb Of The Mutilated”? Más difícil todavía, el disco donde CANNIBAL CORPSE alcanzó plenamente su sonido, dejando su raíz más Thrash y entrando de lleno en un compendio de tecnicismos y berridos a partes iguales. ¿Descartar “Eaten Back To Life”? Quizás sea el disco más ingenuo y más “crudo” del grupo, en el sentido de que aún estaba por madurar todo lo que luego construirían, pero no cabe duda de que el impacto de este debut fue tan grande que merecía ser considerado también un clásico. ¡Qué podía hacer! Al final he optado por mi gusto personal y me he decidido por “Eaten Back To Life”, el disco que más veces habré puesto en mi vida de CANNIBAL CORPSE, siendo el segundo que adquirí del grupo desde que los descubrí con “Tomb Of The Mutilated”. Y precisamente con este otro disco, gracias al cual perdí mi virginidad con el grupo, es con el que más problemas he tenido para terminar de decidirme. En el futuro me resarciré y lo comentaré por aquí también.

Poniéndome ya en materia después de esta larga introducción, hay que situarse a finales de los ochenta y en el albor de los noventa para encontrar el origen de CANNIBAL CORPSE y de este controvertidísimo “Eaten Back To Life”, uno de los discos que más censura ha sufrido a lo largo del globo, especialmente en Alemania, y no porque el grupo nacido en Buffalo y establecido en Tampa fuera el primero en hablar de horror, zombies y violencias líricas afines, ni porque fuera el único en tener portadas llamativas de cuerpos mutilados (seña de identidad de la banda), pero sí quizás han sido, son y serán, los superventas del Death Metal y eso genera que tus discos dejen de ser escuchados por una minoría y levanten polémica en los entornos más alejados del underground musical. Sea cual sea la causa, el caso es que “Eaten Back To Life” y sus dos secuelas dieron mucho de qué hablar a principios de los noventa, hasta tal punto que CANNIBAL CORPSE acabaron saliendo en 1994 en la archiconocida película “Ace Ventura” protagonizada por Jim Carrey, confeso admirador de la banda.

¿Cuál fue la causa de tanto revuelo? Además de sus portadas, la mente enfermiza del irreverente y un tanto “creído” posteriormente, Chris Barnes, autor de las letras del grupo. Su voz podrida e inhumana, cuya raíz hay que encontrarla seguramente en un grupo como REPULSION, al cual musical, lírica y visualmente CANNIBAL CORPSE le debe bastante, fue la seña de un grupo que en “Eaten Back To Life” dejaba ver unas influencias muy clásicas y ancladas en el Thrash y el Proto-Death. Y muchos, cuando años después Barnes creara otro proyecto más “mainstream”, SIX FEET UNDER y fuera invitado a dejar a los caníbales porque los tenía un poco abandonados, miraron con recelo al enorme física y vocalmente hablando, George Fisher. El caso es que CANNIBAL CORPSE no fue tomado muy en serio en sus inicios, fueron parte de los pioneros del Metal Extremo, pero el hecho de que estuvieran envueltos en tanto elemento extramusical y que se hablara tanto de ellos hizo que no obtuvieran el galardón hasta ganárselo a pulso año tras año, disco tras disco, manteniéndose fieles (quizás demasiado) a su propio sonido y llenando salas allá a donde iban a tocar.

Siendo una apuesta fuerte por parte Metal Blade, sello que siempre ha estado ligado al nombre de la banda pues todos sus discos y lanzamientos pasan por ellos, y con las colaboraciones del también polémico Glen Benton y el cantante de INCUBUS, Francis Howard, los cuales aportan su granito de arena en “Mangled” y “A Skull Full Of Maggots”, el debut de CANNIBAL CORPSE después de un bagaje a sus espaldas de una única demo, salía a la calle en 1990. Su título no podía ser más prometedor, “Eaten Back To Life”, y ya desde el primer momento llamaba la atención por todo el artwork que rodeaba al disco. El grupo estaba formado por los eternos Alex Webster y Paul Mazurkiewicz, acompañados de Jack Owen, Bob Rusay y el propio Barnes, columna vertebral de los primeros CANNIBAL CORPSE hasta que el puesto de segundo guitarrista fuera definitivamente ocupado por Pat O´Brien y Barnes fuera sustituido por “Corpsegrinder” en el disco que más ha vendido en la historia de la banda, “Vile” (Jack Owen se mantendría fiel al grupo hasta decidir sacar adelante sus apetencias más rockeras en ADRIFT, aunque visto su paso por DEICIDE y demás, muy desilusionado con el Death Metal no estaría...). Y así comenzaba la historia para CANNIBAL CORPSE.

Lo mejor de “Eaten Back To Life” es su frescura e ingenuidad. Es probablemente el disco que más influencias refleja, con una raíz muy Thrash anclada en SLAYER y sobre todo POSSESSED, grupo al que deben un gran número de riffs en este primer trabajo y al que ha rendido pleitesía en más de una ocasión Webster y compañía. Pero hay que tener en cuenta que en esta época el Death Metal empezaba a dar sus primeros pasos y CANNIBAL CORPSE hincaba sus raíces plenamente en el sonido que DEATH, AUTOPSY, DEICIDE, MORBID ANGEL... estaban formando partiendo de los mandamientos del Thrash y llevándolos un punto más allá. En cualquier caso las once composiciones del trabajo, envueltas en el sonido correoso y mítico de Scott Burns en los estudios Morrisound, sentaron un antes y un después en la banda y muchas de ellas son pedidas y repetidas una y otra vez en sus conciertos. “Mangled”, uno de los cortes en donde la vena más técnica que luego desarrollarían en “Tomb Of The Mutilated” se ve, “Born In A Casket”, cargada de groove y cambios de ritmo, y la siempre imprescindible “A Skull Full Of Maggots”, son ejemplos de la importancia que tiene “Eaten Back To Life” para la vida de CANNIBAL CORPSE y para sus fans.

Pero no hay que dejarse olvidados otros temas que respiran energía y extremismo. “Shredded Humans”, toda una declaración de intenciones por parte de Barnes en sus letras, es otro corte mítico, con esos riffs cíclicos y repetitivos que se quedan grabados a la primera, acolchados a la perfección por la mejor rítmica del Death Metal: Alex Webster y Paul Mazurkiewicz. Manteniendo esta línea, con un grado de técnica mayor, dando un buen repaso a las influencias Thrash de las que beben los riffs de CANNIBAL CORPSE en este trabajo, “Edible Autopsy” es uno de esos cortes en donde el sonido característico del grupo que luego sería desarrollado hasta la saciedad en posteriores lanzamientos más sale a relucir. Para contrastar con la duración de estos dos primeros temas, cierra la trilogía de entrada del debut, “Put Them To Death”, abriendo la veda para algo que es también seña de CANNIBAL CORPSE: temas de menos de dos minutos que siempre están presentes, al menos una vez, en sus discos y que en este caso nos sirve para comprobar que Alex Webster es indispensable en CANNIBAL CORPSE. Finalmente, para cerrar la primera parte del trabajo “Scattered Remains, Splattered Brains” insiste en la fórmula de tema corto y extremo, con unos ritmos de batería realmente adictivos, preparando así el terreno para el groove de “Born In A Casket” y demostrando una vez más el amor hacia POSSESSED que tiene el grupo.

¿Qué resta? Además del siempre imprescindible y ya citado “A Skull Full Of Maggots”, “Rotting Head” nos golpea con unos cambios de ritmos veloces, y una estructura muy propia de REPULSION, dejándonos sin aliento como si fuéramos Chris Barnes, el cual a duras penas puede escupir sus palabras en medio de tanto extremismo. Para no perder la dinámica de esta parte del trabajo, la más rápida y agresiva del disco, “The Undead Will Feast” continúa por esta línea de minimalismo y estrofas lanzadas a la velocidad de la luz, que en la voz putrefacta de Barnes se convierten en frases dichas por verdaderos cadáveres. Finalmente, cierra esta sucesión de temas “Bloody Chunks”, nuevamente por debajo de los dos minutos de duración y teniendo en mente el “Horrified” de Carlson y compañía. Si después de dejarnos agotados, y tras “A Skull Full Of Maggots” todavía te quedan fuerzas, prepárate para “Buried in the Backyard”, un tema cuya introducción instrumental se alarga hasta límites insospechados, siendo un autohomenaje a la labor de la rítmica y las guitarras de Owen y Rusay, hasta que por fin Barnes se decide a entrar. Nuevamente el ramalazo técnico aparece, abriendo el camino a lo que vendría después, y cerrando por el momento el primer capitulo en la historia de CANNIBAL CORPSE.

“Eaten Back To Life” forma parte de la vieja escuela del Death Metal y por tanto, a pesar de que sea un disco que refleja a una banda en formación, merece estar aquí. “Butchered At Birth” trató de seguir la senda abierta también por este trabajo, pero fue ya “Tomb Of The Mutilated” el disco que terminó de forjar la personalidad de una de las bandas más influyentes de la historia del Death. CANNIBAL CORPSE tiene, por derecho propio, el galardón de ser la banda de Metal Extremo que seguramente más conocida sea entre los aficionados y entre los ajenos a esta música. No hay película, no hay referencia que no refleje, aunque sea mínimamente, cuando se habla de Metal Extremo al quinteto de Tampa. Quizás no sean los mejores. Quizás no hayan evolucionado mucho. Quizás sea todo más marketing que otra cosa. Quizás. De lo que no cabe duda es que CANNIBAL CORPSE fueron, son y serán grandes.

(Crítica publicada también en: http://www.rocktotal.com)

"Born In A Casket" (Live In Wacken): https://www.youtube.com/watch?v=vVtb9fJ5Ci4

"Shredded Humans" (Live With Barnes): https://www.youtube.com/watch?v=WX_fWJOAHWs

jueves, 19 de febrero de 2015

JOHN COLTRANE - "A Love Supreme": El inicio de la "ascensión".


Hablar de JOHN COLTRANE es hablar del saxofonista tenor más influyente del Jazz junto a Coleman Hawkins, Ben Webster y Sonny Rollins. Hay una tendencia a catalogar a los saxofonistas tenores posteriores en “post coltraneanos”, según beban de él o no. E incluso bebiendo de él se puede hacer desde el lado post Bop (como su propio hijo Ravi Coltrane) o desde el lado Free (como su discípulo aventajado Pharoah Sanders). Hasta músicos que han usado como vehículo de expresión otro rango tonal del saxofón (Kenny Garrett por poner un ejemplo) tienen un lenguaje claramente coltraneano. Este lenguaje es el de la improvisación modal, el de los largos desarrollos efusivos cargados de sentimiento y libertad. Es el lenguaje de la espiritualidad hecha música. Y si hay un disco que marca el antes y el después, la madurez en este lenguaje, ese es “A Love Supreme”.

Tres piezas, media hora de duración y toda una declaración de intenciones para el cuarteto clásico de COLTRANE junto a McCOY TYNER, JIMMY GARRISON y ELVIN JONES. Después de muchos años ahondando en otras culturas, particularmente la Hindú y la Africana para expresarse (ya hablé de “My Favorite Things” y no de “Africa Brass” pero viene a colación), COLTRANE trató de conjugar todo lo aprendido en su propio lenguaje y personalidad. “Coltrane”, los directos en Birdland y Village Vanguard y sobre todo “Crescent” fueron el punto de partida de esta ascensión al lado espiritual de COLTRANE. De hecho la tetralogía “Crescent”, “A Love Supreme”, “Meditations” y “Ascension” es citada (con algún trabajo menor entre medias como “Om” o “Kulu Se Mama”) como la Biblia de JOHN COLTRANE, los cuatro evangelios de la música del saxofonista, contados por él mismo.

El disco toma como base rítmica y armónica un colchón espectacularmente cuadrado y bien tejido por el trío TYNER, GARRISON, JONES, en donde TYNER ya había aprendido a volar solo, improvisando a la vez que apoyaba la audacia de su líder y GARRISON y JONES dialogaban entre sí en busca de un pulso frenético unas veces y envolvente otros. “A Love Supreme” se estructura como si de una liturgia se tratase. La primera parte “Acknowledgement” supone la toma de contacto con el alma, con el otro lado. COLTRANE va aumentando la intensidad de su fraseo siempre con tonalidad hímnica, mientras TYNER trata de seguir este ascenso y GARRISON y JONES miran directamente a África. Esta parte acaba con la recitación del título del disco como si de un padre nuestro se tratase. La segunda parte, “Resolution”, empieza donde acaba la primera, con GARRISON como protagonista con esa forma de tocar suya tan poderosa. Aquí COLTRANE adopta una tonalidad que recuerda a GIANT STEPS, más Hard Bop, más “mainstream”, dejando espacio para que sus acompañantes se luzcan, especialmente TYNER, más cómodo que en la primera parte de la obra. La melodía que sirve de base a “Resolution” siempre quedará en los anales del Jazz, al igual que la forma de acabar la pieza, con un COLTRANE más suelto y menos constreñido, nuevamente poniendo a prueba la audacia de sus acompañantes.

Le damos la vuelta al acetato y nos encontramos con la tercera y cuarta partes de la obra unidas en una sola. “Pursuance” es lo más intenso que tendremos en el menú. Comienza con ELVIN JONES haciendo un solo introductorio, a partir de lo cual COLTRANE inicia una progresión de escalas que son míticas, levemente basadas en “Mr. P.C.” (otra vez mirando a “Giant Steps”). Tras estas escalas modales, TYNER comienza un solo un poco alejado de su estilo percusivo, casi diría que excesivamente clásico teniendo en cuenta el espíritu de la composición, mirando directamente a su padre estilístico AHMAD JAMAL. Pero COLTRANE no se amilana y su improvisación, impulsada por un ELVIN JONES excitado, es puro fuego. Como luego sería recurrente en su fraseo, COLTRANE gusta de llevar el saxo al límite, subiendo y bajando por su columna de viento hasta salirse del rango habitual, y esta improvisación es fiel reflejo de ello. La pieza acaba, como comenzó, cerrando el círculo con otro solo de JONES ya totalmente encendido, sin que GARRISON deje de pulsar su contrabajo por detrás y entonces se quede solo ante el peligro enlazando así con la cuarta pieza del plástico, “Psalm”, la más espiritual y envolvente, que comienza con el solo de GARRISON que ha cambiado el tempo musical y a base de armónicos da entrada a un COLTRANE ya en otro mundo, con su alma en los altares y su cuerpo en los infiernos. TYNER se dedica a machacar su piano a base de arpegios y ELVIN JONES con las mazas termina de redondear el cariz elevado del tema, la llegada al nirvana, al más allá.

A partir de 1965 nada sería lo mismo. COLTRANE había encontrado su yo, un yo en el que su cuarteto clásico ya no encajaba y en el que la libertad era la nota dominante. Pero también había encontrado su infierno personal en forma de una cirrosis y una úlcera de estómago cada vez más hirientes. Ambos factores convirtieron a JOHN COLTRANE en el adalid de la furia y el libertinaje en el lenguaje del saxofón. A COLTRANE los rangos de su instrumento se le quedaban cortos, quería chillar, romper la madera de su boquilla, salirse de lo marcado, encontrar la libertad en su propia forma de expresarse como ya hacían ALBERT AYLER, ORNETTE COLEMAN (en este caso sobre todo desde el punto de vista compositivo) y ERIC DOLPHY. Como testamento vital quedará “Expression”, la última obra “oficial” y ya póstuma de COLTRANE (aunque Impulse y sus derivados ha estado editando rarezas desde su muerte casi anualmente), pero como pieza clave en su conformación como músico queda “A Love Supreme”, LA OBRA con mayúsculas de COLTRANE.