martes, 31 de julio de 2012

GOJIRA - "The Way Of All Flesh": La densidad de un muro sónico


Decir que GOJIRA es un valor en alza es decir una verdad como un templo. Saliendo de la nada y a golpe de crecer poco a poco, creando su propio sonido a partir de unos patrones que a priori parecían limitados, el grupo francés ha sido capaz de estar en boca de muchos y crear escuela. Por ahí andan no pocos clones, pero ellos han seguido a lo suyo y sin aprovecharse del tirón, prefiriendo asentarse y madurar antes que explotar y deshincharse como un globo, y han seguido editando material en pequeñas dosis. Por este motivo, la salida de “The Way Of All Flesh” ha sido esperada por muchos a los que se les ha debido de hacer un mundo los tres años que lo separan de “From Mars To Sirius”.

En el camino el señor Duplantier decidió colaborar con los hermanos Cavalera en su conspiración particular, aunque aún no he logrado averiguar si esta aportación por parte del cabeza pensante de GOJIRA le ha aportado realmente algo. En cualquier caso, por fin tenemos en nuestras manos el cuarto disco del cuarteto, y ya dentro de mi ámbito personal, este hecho era algo que llevaba esperando mucho tiempo pues “From Mars To Sirius” es uno de los discos que más escuchados debo de tener de toda mi colección. Con la ilusión del que por fin encuentra el tesoro buscado, puse “The Way Of All Flesh” en mi reproductor, cerré los ojos y me dejé llevar. Cuál fue mi sorpresa cuando volví nuevamente a la realidad y me dí cuenta de que no había podido retener nada de este disco y tenía la sensación de haber asistido a su reproducción más como un oyente no implicado, que con el entusiasmo de un seguidor. No me asusté, porque no será ni la primera, ni la última vez que un disco, y más de las características de los que suele facturar GOJIRA, de buenas a primeras me cuesta cogerle el truco. Pues bien, bastantes semanas después de todo lo aquí relatado se me sigue haciendo cuesta arriba la escucha de “The Way Of All Flesh”.

Pero dejaré ya mis impresiones totalmente subjetivas para hablar de una manera un poco más aséptica de este trabajo. No cabe duda de que GOJIRA quería dar un paso más desde “From Mars To Sirius” y si aquél ya fue un avance con respecto a “The Link”, “The Way Of All Flesh” no iba a ser una excepción. La tendencia hipnótica, atmosférica, envolvente, densa y absorbente de su predecesor, es la base de la que parte este nuevo disco, pero he aquí el problema que le veo. Mientras en “From Mars To Sirius” el dinamismo, la espontaneidad y la frescura no se perdían en su larga duración, en “The Way Of All Flesh” uno se siente superado ante un muro sónico que por momentos puede parecer infranqueable. Es esta la razón por la cual, en el episodio personal que acabo de narrar en el párrafo pretérito, no conseguía quedarme con nada de este trabajo más que una sensación global satisfactoria pero no completa. Siguen fieles a sí mismos, pero creo que se les ha ido un poco la mano. En cualquier caso, decir esto en GOJIRA, es seguir estando muy por encima de la media en comparación con otros grupos.

¿Death? ¿Thrash? ¿Post-Thrash? ¿MESHUGGAH? La falta de definición sigue siendo un rasgo particular de GOJIRA y en “The Way Of All Flesh” se puede decir que el grupo francés consigue finalmente separarse por completo de lo establecido. Dejando a un lado la sensación de frialdad con la que uno puede afrontar su escucha, temas como “Oroborus” o la contenida, rítmica y contundente “Yama´s Messengers”, seguramente mi corte favorito del disco porque consigue alcanzar la excitación de obras precedentes, elevan la calidad del plástico. En el terreno más hipnótico y sesudo, “The Art Of Dying”, seguramente el tema más ambicioso en la carrera de GOJIRA tiene todas las papeletas de ser un clásico en el futuro: inicio tribal, como ocurriera en su momento en “The Link”, atmósfera cálida, fogosa, envolvente y sin saber cómo, uno acaba por quedar atrapado en sus casi diez minutos de duración. Finalmente “Vacuity” cierra el terreno de mis favoritas, con una sencillez guitarrera y rítmica que acaba por enganchar y me recuerda levemente a sus compatriotas S.U.P. ¿El resto? Cada día que escucho el disco me transmiten una sensación distinta, pero aún así para cualquier fan de la banda, aunque cueste entrar en faena, acabarán por redondear un buen disco.

Quizás esperaba mucho de ellos, quizás GOJIRA juega en otra división y se les exige más que a los demás. No sabría contestar, pero “The Way Of All Flesh” es un paso más en la carrera de una banda cada día más personal, aunque se encuentre en una encrucijada: ¿Ir más allá? ¿Meditar y madurar, pero ralentizar la evolución? En cualquier caso otros muchos deberían de aprender de GOJIRA y no recrearse en sí mismos (o en otros). Un disco difícil, pero en cualquier caso notable.

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HENRY THREADGILL & MAKE A MOVE - "Where's Your Cup?": Una hora de éxtasis musical


Hablar de HENRY THREADGILL es hablar de un tratado de creación musical avanzada e improvisación nata. Como buen miembro de la AACM y coetáneo de ANTHONY BRAXTON, ROSCOE MITCHELL, MUHAL RICHARD ABRAMS y el largo etcétera asociado a ellos, HENRY THREADGILL no quiso quedarse quieto nunca. Desde sus primeros años, sus grabaciones con los míticos AIR, tanto en su formación primigenia, como posterior (siendo descubridores de una recién aparecida CASSANDRA WILSON), sus proyectos en solitario, sus inventos como VERY VERY CIRCUS, MAKE A MOVE, FLUTE FORCE FOUR o más recientemente ZOOID... todas y cada una de sus encarnaciones eran sinónimo de originalidad y aventura musical. Y lo más curioso de todo esto es su supervivencia a lo largo de los años, tanto en multinacionales como en sellos más independientes y avanzados, compartiendo cartel en RCA o Columbia, pero también en Soul Note / Black Saint o Pi Recordings.

Centrándome en "Where's Your Cup?", HENRY THREADGILL vuelve a Columbia con este disco, recuperando su proyecto MAKE A MOVE al que daría continuidad cinco años más tarde también con "Everybody's Mouth's A Book", aunque desde un punto de vista algo más relajado, y siendo maestro de ceremonias y vehículo de expresión para sus ideas, el ecléctico BILL LASWELL, productor del trabajo y seguramente artífice de gran parte del sonido bestial y agresivo de "Where's Your Cup?". Y es que no hay dos palabras más adecuadas para definir lo que en poco más de una hora vamos a escuchar en este trabajo: bestialidad y agresividad, a lo que deberíamos añadir, enigma e intensidad. Siendo simplistas, HENRY THREADGILL utiliza la fórmula: tema ambiental o envolvente, seguido de tema intenso o directo. Lo que sería un punto flaco como hilo narrativo de cualquier trabajo, sin embargo es fundamental en "Where's Your Cup?", de lo contrario acabaríamos de los nervios ante tanto juego armónico en los temas lentos, o ante tanta brutalidad solista e intensidad rítmica en los momentos más desatados. 

Pero además de esas dos palabras, HENRY THREADGILL consigue un trabajo y una formación insólitas, algo típico en su historia, pero que se lleva al éxtasis en "Where's Your Cup?". Bajo eléctrico (violento y grueso a más no poder, seguramente como "sugerencia" de BILL LASWELL y erigiendo como protagonista a STOMU TAKEISHI), batería polirrítmica y libre como el viento al más puro estilo PHEEROAN AKLAFF, sirviendo de hilo conductor en muchos temas que se escapan en la libertad y la anarquía improvisatoria gracias a J.T. LEWIS, la guitarra de BRANDON ROSS, unas veces evocadora y avanzada armónicamente hablando y otras veces agresiva y distorsionada como si fuera un cruce entre JOHN McLAUGHLIN y JIMI HENDRIX y finalmente, el protagonista en lo que armonía y acompañamiento se refiere, sin el cual estaríamos ante un lío de disco, pero que al mismo tiempo contribuye al tratamiento avanzado de la composición del trabajo, TONY CEDRAS armado de un armonio unas veces y un acordeón otras. Como se puede ver, nada convencional, añadiendo a todo ello la flauta de THREADGILL en los temas enigmáticos y lentos, y el saxo alto en los más furiosos. 

Pero si nos centramos en los temas, el resultado termina de ser redondeado y alcanza cotas de obra maestra. Partiendo de la fórmula que ya adelanté, HENRY THREADGILL primero nos golpea y después nos calma, nos vuelve a dejar sonados, y nos da un vaso de agua, hasta que al final alcanzamos el éxtasis absoluto y tenemos ganas de más. Empezamos con un tema austral, casi tanguero gracias a CEDRAS, rítmicamente bailable, como es "100 Year Old Game", hasta que en la parte final del tema, el metrónomo empieza a descontrolarse y sin darnos cuenta estamos ante una tormenta de acordes y ritmos frenéticos que vuelven a calmarse y a volver al tiempo cuasi-vals del inicio. Seguimos con ritmos y formas muy jazzistas, en el corte más "sencillo" del trabajo y también el más corto, "Laughing Club", composición redonda y muy pegadiza en cuanto a melodía que sirve como momento "convencional" del disco. Continuamos con el primer momento de armonía avanzada del trabajo, con THREADGILL en estado de gracia expresándose con la flauta, ROSS usando la acústica y TAKEISHI a lo suyo. Es el tema que da título al trabajo y probablemente la mayor locura compositiva que podremos escuchar: parece que cada uno va por libre, pero todo tiene una coherencia y un hilo narrativo que nos envuelve y nos deja sin aliento durante más de once minutos. 

Pero toca agarrarse a la silla, porque la segunda parte del trabajo deja k.o. a cualquiera. Abre la veda "And This", el corte más largo: precedido de una larga introducción compartida entre CEDRAS y TAKEISHI (quizás excesivamente larga), mientras J.T. LEWIS mantiene férreo un ritmo constante que servirá de leit motiv al tema, pronto THREADGILL y ROSS aparecen para pelear en términos de brutalidad sonora, ayudados por la producción cruda y casi metálica de LASWELL. La adrenalina sube y uno acaba exhausto al cabo de los catorce minutos de la composición, por eso HENRY nos da un respiro y ofrece una segunda parte para "Where's Your Cup?" con "Feels Like It", corte también reposado y armónicamente avanzado, aunque algo más coherente que su precedente, más sencillo de seguir, destacando el solo de ROSS con la guitarra electro-acústica. No obstante, por si acaso alguno creía que nos íbamos a relajar demasiado, aparece "The Flew", el éxtasis absoluto del trabajo: nuevamente producción agresiva, solos que son puro fuego en mano a mano entre ROSS y THREADGILL, pero esta vez añadimos un CEDRAS desbocado, un J.T. LEWIS que se queda solo muchas veces como único acompañamiento para los solistas, con un puzzle de ritmos que no hay nadie que pueda seguir y TAKEISHI golpeando sus cuerdas como un poseso. Ante tanta destrucción sonora, no queda más que otro momento de relajo, que sirve para que terminemos de comulgar al completo con MAKE A MOVE: "Go To Far", nuevamente vehículo para el ambiente y el juego armónico y que servirá de enganche a lo que sería la continuación de este trabajo cinco años después.

Poco más se puede decir de "Where's Your Cup?". Desde que saliera en 1996 HENRY THREADGILL no ha vuelto a tales dosis de extremismo musical. No se sabe si fue BILL LASWELL el que le empujó a ello (en una época en la que el músico y productor estuvo muy activo sacando a relucir la mejor cara de músicos avanzados como HENRY o PHAROAH SANDERS), o si fue la necesidad de dar todo de sí, pero THREADGILL decidió moverse hacia otras aguas posteriormente, igual de avanzadas, pero menos extremas. En cualquier caso, "Where's Your Cup?" queda para la posteridad como una culminación creativa en la carrera de uno de los músicos más interesantes de los últimos cincuenta años. Imprescindible si te gusta el riesgo sonoro.

lunes, 30 de julio de 2012

DEICIDE - "Till Death Do Us Part": Paso adelante sorprendente


Necesita DEICIDE presentación? Una de las bandas más influyentes, controvertidas, admirables (para lo bueno y para lo malo)... del Death Metal, con el “bocazas” de Glen Benton como cabeza visible, saca nuevo disco y ya están todos sus fans y sus detractores esperando con las escopetas cargadas para no dejar títere con cabeza. Bien es cierto que a pesar de su enorme influencia la constante en la carrera de DEICIDE ha sido la irregularidad, el egocentrismo y la soberbia, pero uno no puede dejar de quitarse el sombrero ante una banda que ha sido tan importante, musical y extramusicalmente hablando.

A todo lo dicho hay que añadir que DEICIDE dejó el listón muy alto. “Scars Of The Crucifix” devolvía a la banda de Benton y compañía a la senda de la inspiración, si bien la escasísima duración del disco dejaba con ganas de más y las constantes cancelaciones de conciertos de presentación y demás elementos consustanciales a la existencia de DEICIDE, hicieron que muchos de sus fans empezaran a plantearse si el grupo no era más que un timo que vivía de las rentas de aquellos gloriosos primeros discos, tan básicos e imprescindibles en los cimientos del Metal Extremo. Parecía que gran parte del problema residía en la peculiar personalidad de los hermanos Hoffman, y Asheim, auténtico cerebro en la sombra del grupo desde sus inicios se apresuró a decir que DEICIDE por fin había encontrado la senda de la seriedad que tanto tiempo atrás había perdido, convirtiendo al grupo en un ir y venir de hechos lamentables de cara a sus seguidores. Nuevos miembros entraban en un grupo cuya formación había permanecido inalterable desde su nacimiento y sin embargo, la polémica seguía rondando en todos y cada uno de los conciertos del grupo, convirtiéndose en auténticas loterías para sus asistentes: ¿tocarían? ¿estarían sobre las tablas más de media hora?...

Con una oveja negra que volvía al redil del Death Metal como era Jack Owen y el enorme Santolla, DEICIDE escupía fuerte con “The Stench Of Redemption”. Por fin después de muchos años, el grupo volvía a recuperar su inspiración, facturaba un disco impecable, coloreado por los matices de Santolla, por sus solos y sus cabalgadas que abrían a DEICIDE nuevos terrenos, nuevos horizontes. Sus fans encumbraron el disco, sus detractores no tuvieron más remedio que reconocer que habían lanzado un poco de luz entre las tinieblas y la propia banda parecía retomar el vuelo. Por todo esto, “Till Death Do Us Part”, que repite formación, tenía, a priori, la durísima papeleta de cubrir las expectativas. ¿Lo ha conseguido? Resumiendo lo que diré a continuación, yo creo que es un disco diferente a “The Stench Of Redemption”, pero al mismo tiempo complementario. Nuevamente parece que Benton y compañía dan muestras de seguir estando inspirados y aunque no es un disco tan directo como su predecesor, “Till Death Do Us Part” consigue que se mantenga la llama entorno a la banda, aunque la controversia siga rodeando todos y cada uno de sus pasos.

¿Diferencias?, aunque Santolla sigue ahí, con sus virtuosismos y sus solos agradecidos, su papel está mucho más moderado. Los temas no son tan directos y se desarrollan en tesituras más oscuras, menos efervescentes y más calculadas. El sonido potencia el tenebrismo gracias a un elemento atmosférico y mórbido que sale a relucir en todo su esplendor en cada riff de guitarra. Pero que nadie se asuste, DEICIDE ha vuelto a facturar un disco de Death Metal satánico, desenfrenado, de lujuria luciferina, donde cada frase escupida por Benton (que vuelve a hacer un trabajo excepcional, más centrado en su guturalidad y dejando su doble voz para momentos puntuales) es una oda maligna, donde cada guitarra es un sonido sacado del infierno, donde cada tema se dirige con paso firme, decidido, en medio del caos, a las puertas del pecado y de la vorágine del fuego maldito. ¿Más variedad? seguramente, ese sea el punto diferenciador más llamativo, pues “The Stench Of Redemption” iba más al grano que “Till Death Do Us Part” pero, desde mi punto de vista, en este trabajo han ganado más matices y eso en sucesivas escuchas se agradece.

Un disco redondo, un disco de estructura circular, más bien en espiral diría yo, que va de menos a más, comenzando y acabando con sendos temas instrumentales y desarrollando estructuras que van de lo más cadencioso a los ataques directos a nuestros cerebros. La oscuridad, maldad, inquietud... generada por “The Beginning Of The End”, solo acaba con la locura desenfrenada de “The End Of the Beginning”, entre medias un puñado de cánticos malévolos conducirán nuestro sino: “Till Death Do Us Part” nos propone matrimonio en forma de susurros mortuorios, con un tiempo muy contenido y pegadizo que hará que nuestras cervicales se muevan sin querer. “Hate Of All Hatreds” e “In The Eyes Of God”, descomunales en toda su extensión, son puro DEICIDE, con un Benton desbocado (aunque se echa de menos algún alarido más en medio de su predominante guturalidad), derrochando oscuridad y vieja escuela por todos sus poros. Ambos temas son ejemplos de guitarras afiladas, heladas, cargadas de odio y a la vez mórbidas, pesadas y desquiciantes. Sin duda dos de los mejores temas de todo el disco.

Para que el estancamiento no sea una opción “Worthless Misery” experimenta con unas guitarras indescriptibles. En medio de un ritmo entre el Death y el Thrash que sirve de hilo conductor del tema, las guitarras se erigen más atmosféricas, dejando en el aire acordes que parecen inacabados, y a la vez más pegajosas que nunca en los momentos más groovies. Otro tema para el recuerdo. En “Severed Ties” el disco se viene arriba de nuevo. Un tema brutal, rápido pero también pegadizo, contundente pero también cargado de frialdad... y la capacidad de Santolla de dejar brochazos de su capacidad en medio del aparente conformismo de formas. Por su parte “Not As Long As We Both Shall Live” se podría considerar el tema más variado del plástico y donde seguramente la parte oscura de DEICIDE sale a relucir, haciendo que las guitarras, tanto en su faceta rítmica, como en su faceta solista, sean susurros en nuestras cervicales. “Angel Of Agony” nos devuelve a la tipicidad no exenta de brillantez, con un tema directo y sin contemplaciones y, finalmente, antes del final instrumental, “Horror In The Halls Of Stone” reduce revoluciones en su introducción de una manera fantasmagórica. La agonía de la voz de Benton, en combinación con unos riffs de guitarras pétreos, simples y estáticos, donde Asheim aprovecha para erigirse como conductor de la música, nos conducen hasta el momento en que todo termina por explotar sin remedio, dejándonos cautivos de nuestros horrores y demonios.

Brillante. Partiendo de la base de que “Till Death Do Us Part” exige alguna escucha más que su predecesor para poder ser apreciado en todo su esplendor, y que el aire de oscuridad que rodea el disco es mucho mayor, DEICIDE demuestra que sigue vivo a pesar de los pesares, y ha vuelto a facturar un gran trabajo que no se estanca, que sigue adelante y avanza con paso firme en su particular cruzada contra todo lo conocido. Uno de los lanzamientos más esperados del 2008 que desde mi punto de vista, cubre con las expectativas creadas.

(Crítica publicada también en: http://www.rocktotal.com)

COURTNEY PINE - "Modern Day Jazz Stories": Ejemplo de fusión bien entendida


Si hubiera que dar un ejemplo de instrumentista inclasificable, ese sería COURTNEY PINE. El británico ha pasado por el Pop, el R&B, el Funk, el Reggae, el Hip-Hop… y por supuesto el Jazz, donde el lenguaje del saxofonista bebe directamente de JOHN COLTRANE y algo de la euforia solista de SONNY ROLLINS. Un disco de COURTNEY PINE es todo eso y mucho más, por lo que puristas y personas con oídos centrados, se exasperarán con el saxofonista. Y quizás uno de las muestras más claras de estas características del músico sea “Modern Day Jazz Stories” (y su continuación, “Underground”), trabajo para Verve en el que PINE mira hacia el otro lado del charco y se acompaña de músicos como GERI ALLEN, EDDIE HENDERSON, CHARNETT MOFFETT, MARK WHITFIELD o CASSANDRA WILSON. En ambos discos, y en especial “Modern Day Jazz Stories”, PINE no para quieto y se mueve entre el Trip-Hop, el Post-Free, el Rap, la World Music… de manera que cuando uno cree estar ante la reencarnación de COLTRANE, en el tema siguiente se encuentra con programaciones y efectos de DJ por todas partes, mientras PINE se cambia hacia el soprano, o sonidos étnicos sacados del corazón de África, etc…

Ante tal batiburrillo de sonoridades dos aspectos son fundamentales en “Modern Day Jazz Stories”: una producción coherente y un buen sentido de la narrativa musical. Lo primero porque traspasar a las cintas sonidos naturales, procesados, post-producidos y demás, sin que el invento se escape de las manos, es difícil. Afortunadamente el propio PINE se encargó de dirigir todo el proceso de grabación con excelentes resultados, de manera que sus fogosos solos, los acordes a lo McCOY TYNER de GERI ALLEN y los furiosos ataques sobre los parches de RONNIE BURRAGE, conviven sin mayores problemas con las voces encriptadas de CASSANDRA WILSON o los scratchs y samplers de DJ POGO. En cuanto a lo segundo, PINE consigue redondear “Modern Day Jazz Stories” de manera que nada parece relleno ni metido con calzador. Combinando largos cortes donde más sale a relucir su conciencia Post-Free, con otros más cortos y experimentales en cuanto a texturas electrónicas y elementos prestados de otros géneros, y fusionando todo ello de manera natural y no forzada, de manera que uno a veces cree estar ante un JOHN COLTRANE que atravesó la barrera de su tiempo y absorbió los sonidos de los noventa.

A la hora de destacar composiciones, uno no sabe muy bien qué hacer. Podría existir cierta inclinación a mostrar como ejemplo de brutalidad sonora, cosas como “Dah Blessing” (destacando como uno de los muchos momentos a lo COLTRANE que tiene PINE en sus demostraciones solistas), “Creation Stepper” (con un grandísimo trabajo improvisatorio por parte de GERI ALLEN y el siempre certero y brutal BURRAGE detrás de la batería), “Absolution” (dejándose llevar hasta el éxtasis absoluto con el soprano) o “The Unknown Warrior (Song For My Forefathers)” (aquí con formas menos Free y más Post-Bop, nuevamente haciendo uso del soprano y con un gran trabajo de ALLEN). Todos ellos son los cortes que más harán disfrutar a los jazzistas más ávidos de demostraciones instrumentales, siempre que logren aceptar el uso de samplers y sonidos programados creando texturas por detrás de los solos. Pero la otra cara de la moneda en “Modern Day Jazz Stories”, también destaca por méritos propios, en cortes de tendencia Hip-Hop como “The 37th Chamber”, la étnica “In The Garden Of Eden (Thinking Inside Of You)”, con un excelente trabajo de ambientación en las programaciones y la ayuda de WHITFIELD con la guitarra o “Each One (Must) Teach One”, en un corte con formas más Jazzys acompañándose de EDDIE HENDERSON. Y por supuesto no hay que olvidarse de los dos temas donde colabora CASSANDRA WILSON, una oscurísima versión Trip-Hop del “Don’t ‘Xplain” de BILLIE HOLIDAY y el “I’ve Known Rivers” de GARY BARTZ (las dos únicas composiciones que no se deben a la mente de PINE).

Posteriormente COURTNEY PINE repetiría fórmula en “Underground”, e incluso ofrecería una cara aún más ecléctica de ambos discos, remezclando sus temas más crossover en “Another Story”. Después se apagaría un poco su fuego de popularidad y PINE profundizaría en sus sonidos desde un segundo plano. En cualquier caso, como muestra de lo que debe ser un disco a medio camino entre dos mundos opuestos, que se fusionan de forma natural y excitante, “Modern Day Jazz Stories” queda para la posteridad como un disco a tener muy en cuenta y un punto culminante en la carrera irregular de COURTNEY PINE. Ejemplo de Fusión bien entendida. 

domingo, 29 de julio de 2012

MICHAEL KISKE - "Past In Different Ways" + Entrevista: Olvidándose de prejuicios extramusicales


Como dije con respecto a DEICIDE en la crítica de su último disco, hay grupos y músicos de los que se habla más por lo que dicen que por lo que hacen. Cierto es que en ocasiones son los propios protagonistas los que se ganan a pulso este hecho, pero muchas veces esta actitud hacia ellos lo único que genera es tener prejuicios hacia los discos que editen, y no pocas veces, infravalorar buenos trabajos. Por eso, al enfrentarme a este nuevo trabajo de Michael KISKE, “Past In Different Ways”, he tratado de dejar a un lado las muchas declaraciones y los muchos rumores alrededor de la personalidad de este gran vocalista, que a pesar de renegar una y otra vez de su pasado en HELLOWEEN en particular y del Metal en general, sus vueltas al redil son cada vez más frecuentes.

¿Qué es “Past In Different Ways”? Creo que es complicado de describir, aunque fácil de definir. Se puede decir que este disco es el fruto de la inquietud permanente de Serafino Perugino, cabeza pensante de Frontiers y de las crisis de identidad constantes de KISKE. Estamos ante un disco que recupera un importante conjunto de temas de la época en que KISKE estuvo en HELLOWEEN y, como el propio título del trabajo refleja, estas canciones han sido reconstruidas en formato acústico y adaptadas a los gustos personales de KISKE. Vaya por delante que la idea me atrajo desde el primer momento. Desde mi punto de vista el error habría sido recuperar estos temas desde una perspectiva más metálica y cercana a la original, pues entonces la incoherencia con las ideas de KISKE sería total. Partiendo de esta premisa, faltaba por comprobar si el ex-vocalista de HELLOWEEN podría ofrecer una faceta atractiva e interesante de estos temas o se limitaría a cumplir y “rellenar el expediente”.

Después de varias escuchas, pienso que sin ser un disco imprescindible, el resultado alcanzado en “Past In Different Ways” es notable, aunque globalmente algo irregular. Lo mejor es la voz de KISKE. No cabe duda de que fue, es y seguirá siendo un gran vocalista, y en un disco tan desnudo, cercano e intimista, todas sus virtudes salen a relucir. El trasfondo musical es mero acompañamiento, el peso de los temas recae en las cuerdas vocales de KISKE y éste cumple a la perfección: siendo meloso y aterciopelado en los momentos más relajados y derrochando energía y sentimiento en los momentos más desgarrados. ¿Cuál es el problema? Desde mi punto de vista, los arreglos: aunque el trabajo de reconstrucción es, en general, notable, dando una visión nueva y muchas veces acertada a la instrumentación y estructura de las composiciones, con el paso de los temas, la simplicidad del acompañamiento acaba por diluir la intensidad de la música. Esto no quita para que haya buenos momentos, pero en global uno se queda un poco insatisfecho.

Si tuviera que quedarme con unas cuantas de las versiones aquí contenidas, no tendría dudas: “You Always Walk Alone”, con un trasfondo épico y muy intenso, sería una de las elegidas, al igual que la arabesca “I Believe”, que aunque al principio no me convenció el lavado de cara que le habían dado, con el tiempo se ha convertido en una de mis preferidas. También estarían en la lista, la oscura y setentera “Longing”, donde KISKE hace un trabajo buenísimo, la bluesera “In The Night”, a la que le han dado un aire sureño muy acertado, y la movida y divertida “Going Home”, con un hammond de fondo que le da un regusto clásico muy bueno. Finalmente, “When The Sinner”, también con aroma añejo, sería otro gran momento. Sin embargo, el resultado final de todo el trabajo es algo más agridulce de lo que estas versiones pueden indicar, porque el disco acaba por hacerse un poco largo.

Si nos quedamos en el plano estrictamente musical, “Past In Different Ways” es un trabajo agradable de escuchar, un puñado de versiones de HELLOWEEN reconstruidas con unas vestiduras que, en general, les dan un aire nuevo y acertado y, aunque algunos momento muy buenos son contrarrestados por otros más regulares, no se puede decir que estemos ante un mal disco. En consecuencia, si te gusta la capacidad vocal demostrada por KISKE y quieres entretenerte escuchando estos temas des un punto de vista distinto, el disco te gustará. El resto, el aspecto extramusical, es secundario.

(Crítica publicada también en: http://www.rocktotal.com)

ENTREVISTA A MICHAEL KISKE CON MOTIVO DE "Past In Different Ways"


Ríos de tinta ha suscitado MICHAEL KISKE a lo largo de su carrera. Cierto que también sus peleas y reconciliaciones con la comunidad metálica han cimentado todo este contexto, pero muy probablemente se esté dejando escapar lo que verdaderamente importa en un músico: su música. El resto, en mi opinión, es secundario. Y esta idea parece que también está en la mente de KISKE, incluso después de aceptar el reto que Serafino Perugino de Frontiers le propuso de grabar temas de HELLOWEEN en acústico. El resultado es “Past In Different Ways”, un disco sorprendente, agradable y bastante notable, que muestra alguno de los temas de la historia de uno de los grupos más renombrados del panorama Heavy, con un lavado de cara que los adapta a los gustos musicales personales de KISKE. Con la excusa de este lanzamiento, me puse en contacto con el cantante para que nos comentara sus impresiones sobre este proyecto, y de paso aprovechó para erigirse en defensor de la independencia artística. Tan polémico como siempre, KISKE nos habla de este “pasado visto de una manera diferente”. 



“Past In Different Ways” acaba de salir. ¿Alguna vez pensase que volverías a tocar otra vez los temas de HELLOWEEN de esta manera, en acústico? 
No, nunca lo pude imaginar. De hecho, si Serafino no hubiera llegado con esta idea, probablemente este disco nunca habría existido. En cualquier caso, estoy muy contento con el resultado y ha una buena experiencia para mi. 

Cuando Serafino Perugino te propuso la idea, ¿te lo pensaste o te gustó desde el primer momento? 
Como comento en mi MySpace (www.myspace.com/mkiske), al principio no quería hacerlo debido a todos los malos recuerdos que tengo al respecto durante los últimos tres o cuatro años, sin embargo, más tarde cambié de idea. 

¿Cómo fue el proceso de reconstrucción de cada canción? ¿Hiciste todos los arreglos? ¿Te gusta la forma definitiva de cada tema? 
Grabé todo con mi guitarra acústica, reencontrándome con los acordes otra vez, y todo lo demás fue cayendo en su lugar. Desde luego que estoy contento con el resultado. Quizás debí haber intentado renovar la versión original de “A Little Time”, tal y como esta canción la concebí antes incluso de haber entrado en HELLOWEEN, pero esta idea me vino demasiado tarde. 

A veces es difícil reconocer las canciones originales, y pienso que esto es bueno porque supongo que era el propósito original del CD: mostrar el pasado en una forma diferente. ¿Pensaste en algún momento grabar alguna de estas canciones de una manera más “Metálica”, no sólo en acústico? 
La idea era hacer un álbum acústico desde el principio y hasta el final. Habría sido inútil hacerlo de otra manera. 

Cuando estuviste trabajando en los arreglos, ¿ya sabías que el tema tenía que acabar de una determinada manera o simplemente todo emergió por sí sólo? ¿Cuál fue la canción que más te costó reconstruir? 
Casi todos los arreglos se hicieron por sí mismos, simplemente ocurrieron. De hecho todos los temas los rehice fácilmente, porque estas canciones funcionan bien en acústico. No obstante, necesité un poco más de tiempo para “When The Sinner”, “A Little Time” y “Going Home”. 

Para mí, las mejores canciones son “In The Night”, porque me ha encantado ese aire Blues que le has dado, y “Going Home”. ¿Cuáles consideras tú tus favoritas? 
Especialmente los seis primeros temas pienso que son los que más me gustan y los que mejor han quedado. 

También me ha agradado el sonido natural y cálido, porque permite que las guitarras te envuelvan fácilmente. ¿Buscabas un sonido en particular, clásico y cercano? 
Quizás. Desde luego lo que buscaba era darle un toque de “unplugged” total, íntimo y puro, sin más. 



¿Cómo definirías “Past In Different Ways”? ¿Tú trabajo más personal? ¿Un trabajo ecléctico? 
El disco suena muy orgánico cuando lo escucho, de hecho todavía me sorprende mucho. En este álbum podrás ver que nunca dejé de ser yo mismo en HELLOWEEN, y que siempre he hecho mi música. Por este motivo, tener todos estos temas en un solo disco redefinidos de esta manera, pienso que suena realmente bien. 

¿Es “Past In Different Ways” un disco que los fans de HELLOWEEN podrán disfrutar? ¿Piensas que les gustará escuchar estos temas de esta forma? ¿A qué tipo de público crees que le gustará más el disco? 
¡Definitivamente el disco va dirigido a los amantes de mi música! Este no puede ser un disco para la gente que intenta dogmatizar el Heavy Metal. Podría ser también un disco interesante para todos aquellos que fueron parte del tiempo en el que compuse estos temas, pero principalmente yo lo he hecho por mi propia apetencia personal y por todos aquellos que disfrutan con mi música actual, de esta manera podrán escuchar lo que he hecho en el pasado antes de mis discos en solitario. 

¿Cómo seleccionaste los temas de HELLOWEEN para el disco? ¿Fue idea de Perugino o fuiste tú el que decidió que temas incluir? ¿Tenías alguna idea preconcebida o solo adaptaste las que pensabas que se adaptarían mejor al sonido acústico? 
Sólo elegí canciones que hubiera escrito completamente. Solamente MIS canciones, esa era mi idea desde el principio. Dejé fuera algunos temas como “Savage”, y realmente podría haber sido interesante hacer también estos temas, pero bueno… 

Mantienes una gran voz que te identifica desde el principio. ¿En qué género te sientes más cómodo con tu voz? ¿En tus discos en solitario, en PLACE VENDOME? 
Me gusta la variación: toda canción, si es buena, es excitante para cantar. El Metal tiende a tener siempre voces muy agudas y eso me resulta aburrido después de un tiempo. Es por eso por lo que me gusta cantar en tantos estilos diferentes. 

Vas a promocionar “Past In Different Ways” de alguna manera, haciendo pequeños conciertos acústicos, o este CD será sólo un proyecto de estudio? 
Es solamente un proyecto de estudio. Después de un disco nuevo que escribiré y produciré este año, me gustaría volver a tocar en directo otra vez. Veremos a ver qué pasa entonces. 

¿De qué parte de tu carrera musical te sientes más orgulloso? ¿Estás contento con todas las bandas en las que has estado y proyectos en los que has participado? 
Sí, no reniego de nada. Los primeros tres años en HELLOWEEN fueron divertidos. No me gustaría olvidarlos nunca la verdad. Al final, todo lo que he hecho y hago, me sirve para aprender y es para eso para lo que estoy aquí. 



¿Piensas que hay muchos prejuicios alrededor de ti que evitan que mucha gente disfrute tus discos por lo que son, sin pensar que estuviste en HELLOWEEN? 
¡Totalmente! Ese es el problema general de nuestra “cultura” musical actual: todos los ególatras tratan de decirle a los músicos lo que tienen que hacer para agradarles. Vivimos en una especie de dictadura fascista musical. Los músicos hemos acabado siendo “putas” de los mercados. ¡Y esto tiene que cambiar una vez más! La música tiene que hablar por si misma. Música LIBRE es la ÚNICA manera. 

Dentro de los grupos y estilos actuales ¿Qué es lo que más te atrae? ¿Escuchas mucha música? 
Escucho principalmente Música Clásica. Y si quiero escuchar algo más moderno y actual, hoy por hoy mis grupos preferidos serían: TRAVIS, KEANE, U2, KATE BUSH… y por supuesto todavía sigo escuchando a ELVIS, JOHN LENNON, THE BEATLES… 

¿Qué otros proyectos tienes pensados para el futuro más cercano? 
Estamos trabajando en el segundo disco de PLACE VENDOME y estoy listo para un disco nuevo en solitario también. 

Gracias por tu tiempo, espero que te hayas entretenido un poco con la entrevista. Cualquier cosa que quieras añadir, este es el momento: 
Siempre me gusta dar una fórmula para que la gente la recuerdo y la tenga presente: “Los sellos y los mercados nunca deben diseñar la música ni a los músicos. Los músicos libres deben hacer música libre y verdadera y los sellos, entonces, construirán mercados para ellos pero no al revés”.



THE CAROLINA CHOCOLATE DROPS - "Leaving Eden": Un viaje en el tiempo


Cuando los tres componentes permanentes del grupo THE CAROLINA CHOCOLATE DROPS se juntaron, ya en pleno siglo XXI, sus edades poco hacían pensar en el estilo de música que iban a elegir como vehículo de expresión, no mirando ya al siglo XX, sino incluso más allá: Country Blues, Bluegrass, Jazz (en su sentido más arcaico), y en general todo lo que constituye el Folk americano. Armados de banjos, dobros, guitarras, violines e instrumentos de percusión varios, además de sus voces con protagonismo para la presencia femenina de RHIANNON GIDDENS (que por momentos parece una JANIS JOPLIN en versión campera), el trío de Carolina del Norte lleva ya una manita de discos que, por sorprendente que parezca, se erigen como una de las piezas más populares de un sello tan multinacional como Nonesuch. Sin embargo, si con un trabajo puede decirse que el trío ha conseguido sonar como un auténtico grupo en directo, algo fundamental dada la espontaneidad y la falta de tapujos en su música, ha sido en “Leaving Eden”.

Rodeándose de un puñado de temas tradicionales entre temas de la campiña americana, Gospel arcaico, Blues de las plantaciones y demás, y algunas composiciones ajenas (destacando un tema propio del grupo, “Country Girl”, que puede erigirse como el “single” del disco, en formato Neo-Folk, con leves retazos Hip-Hop en forma de scat vocal secundario y fraseos entrecortados, sin por ello abandonar las raíces musicales THE CAROLINA CHOCOLATE DROPS), el trío despliega fuerza, diversión, sentimiento y energía a partes iguales en “Leaving Eden”. Los temas son cortos y sin grandes historias en lo que a producción se refiere, pero el grupo no necesita mucho más que sus voces y sus instrumentos (antaño construidos de forma casera), para hacer pasar un rato agradable y dar a conocer el pasado cultural americano, renovado con un ligero lavado de cara que hará que cosas como “Leaving Eden”, sentida y oscura, profunda en letra y espíritu, o ese fantástico ejercicio a capella por parte de RHIANNON que es el cierre de “Pretty Bird”, resistan entre la vorágine de novedades sonoras de nuestros días, a pesar de sus cimientos prehistóricos.

Instrumentalmente no hay que esperar mucho más allá de lo que una cierta variedad de instrumentos de cuerda de todo tipo, y percusiones “caseras” por doquier pueden ofrecer: la música de “Leaving Eden” rememora una época donde la cultura era una forma de evasión y de expresión, una manera de soltar demonios y cantar a la esperanza, de reflejar sueños y llorar penurias, y en esa época los detalles eran lo de menos: guitarras caseras, una simple botella de aguardiente y palmas y cantos servían para divertirse o para terapia propia de psicoanálisis y todo ello se refleja a la perfección en “Leaving Eden” (no hay más que escuchar joyas como “Run Mountain”, “Read 'Em John” o ese compendio virtuoso de cómo tocar un Banjo que es “Po’ Black Sheep”, donde la voz grave y viril de ADAM MATTA, sirve de contrapunto a la candidez de RHIANNON, por poner tres ejemplos de temas más rápidos, pero también destacan Blues más sentidos como “West End Blues” o incluso con aires afrancesados de Louisiana como “No Man’s Mama”). Más allá de ser un ejercicio de puro revival, THE CAROLINA CHOCOLATE DROPS consigue hacer propio un sonido que tiene más de cien años y que aún así está de rabiosa actualidad gracias a grupos como éste.

“Leaving Eden” no es un tratado de cultura musical americana que vaya a estudiarse en escuelas y conservatorios. THE CAROLINA CHOCOLATE DROPS no pretende tal cosa, ellos simplemente reflejan un amor por sus raíces que va más allá de la simple devoción por el pasado. Es un auténtico ejercicio de “máquina del tiempo” en donde el trío americano viaja a finales del XIX y principios del XX y se mimetiza absolutamente con el entorno. Los que asistimos como público a tal viaje nos sentiremos de repente teletransportados también al pasado, y acabaremos el trayecto cargados de olor a campo, lluvia recién caída y viento cálido en nuestras mejillas. ¡Gracias THE CAROLINA CHOCOLATE DROPS por ser nuestros guías en tal viaje!

sábado, 28 de julio de 2012

CRETIN - "Freakery": Una rareza... o quizás no tanto


Formados en 1992 pero siendo "Freakery" su primer disco completo, uno pensaría que CRETIN se lo ha pensado mucho para sacar algo a la luz. Problemas en el seno de la banda provocaron parones una y otra vez, hasta que decideran volver a grabar un EP hace dos años, y después de que su batería girara con REPULSION por Europa, decidieran volver a grabar, esta vez un trabajo más ambicioso.

Teniendo en su seno a miembros de EXHUMED y REPULSION uno ya sabe por donde van a ir los tiros. Si EXHUMED son una copia perfecta, aunque a veces un poco repetitiva de CARCASS, en CRETIN han querido rendir tributo a otra de las grandes, los ya citados (y que volveré a citar unas cuantas veces en esta reseña) REPULSION. Otras influencias clásicas como BRUTAL TRUTH, NAPALM DEATH... también pueden venir a la cabeza, pero el primitivismo que CRETIN han querido dar a su música, con una producción audible pero lo suficientemente sucia como para que creas estar en los ochenta, y unas composiciones de Grindcore-de-toda-la-vida, solo hacen pensar en REPULSION una y mil veces más.

Dieciseis temas que desgranan en poco más de media hora toda una lección de Grindcore de viejísima escuela. Blast - beats a piñón fijo, redobles, ritmos Thrash endiablados, un bajo crepitante, unos riffs repetitivos y afilados, y unas voces agresivas a más no poder que recuerdan mucho a las de Scott Carlson... todos los elementos para que podamos afirmar sin ningún afán de exagerar que estamos ante la mejor revisión del "Horrified" de REPULSION que podamos encontrar. Y con ello no quiero dar a entender que este grupo no tiene ideas, simplemente han conseguido en el 2006 hacer un disco de Grindcore que parece sacado de finales de los ochenta. Solo falta que el disco acabase con un "fuck" de rigor, como ya hace el citado disco de REPULSION, y efectivamente tal hecho ocurre. Sencillamente genial. Han conseguido rehacer (que no copiar) un sonido y una clase no vista desde hace mucho en el mundo del Grindcore, todo con una honestidad brutal, sin alardes.

"Tooth And Claw", "Daddy's Little Girl", son temas que pese a su extensión rondando los dos minutos nada más, son capaces de decir muchas cosas. Imposible no reaccionar ante el bajo de "Cook The Cupcake" o de "A Fowl Fetish", mover la cabeza como un loco con los riffs de "Cockfight", descoyuntarse con la crepitante y gloriosa "Walking A Midget" y disfrutar con el mini solo que Matt Olivo de REPULSION mete en "Making Roadkill"... en fin sencillamente Grindcore envejecido en buen roble, listo para degustar por los que por desgracia no hemos vivido la eclosión de este género. No hay lugar a sorpresas, todas las composiciones parecen sacadas de un libro de "cómo hacer buen Grindcore en dieciseis canciones", pero una vez que has escuchado "Freakery" da igual si la originalidad es nula o no, habrás pasado un rato increíble flipando con lo que sale de tus altavoces. Si además te regocijas con la delirante portada (tres auténticos freakys como dice el título), tienes el pack completo.

Dirás que mejor te quedas con los originales, pero entonces te estarás perdiendo uno de los mejores discos de Grindcore que ha salido de la factoría Relapse en mucho tiempo. Todo un homenaje a los clásicos del género (y en concreto a los que pueden ser considerados como sus creadores), que consigue brillar por sus ganas, más que por sus ideas. A piñón fijo y sin descanso para el oyente, prepárate para oir los mejores momentos del Grindcore en pleno 2006. Si eres aficionado al "género más extremo de la tierra", hazte cuanto antes con una copia de este "Freakery" de CRETIN. Quizás sea cierto, y me he convertido en un "freaky" flipado por este disco. O quizás ya lo era... En fin, esto ya es otra historia. 

(Crítica publicada también en: http://www.rocktotal.com)

EVERETTE HARP - "What's Going On": Recordando a los clásicos desde otro punto de vista


Con un bagaje a sus espaldas que incluía a principios de los noventa, cuando inició su carrera propia, gente como ANITA BAKER o GEORGE DUKE, uno puede imaginarse de qué pie cojeaba EVERETTE HARP. Uno de los abanderados de la euforia Smooth, enamorado del R&B y excelente músico de estudio, HARP dio sus primeros pasos con solvencia de la mano de una Blue Note renovada que buscaba el centro de atención en las nuevas tendencias más accesibles del Jazz, poco antes de dar el pelotazo definitivo con NORAH JONES y toda la pléyade de vocalistas pseudo-jazzistas que vinieron detrás. Por eso no es de extrañar que EVERETTE HARP fuera uno de los elegidos por el mítico sello para dar forma a las “Cover Series” junto a compañeros de género en plena ebullición como FAREED HAQUE (encargado de revisionar el “Déjà Vu” de CROSBY, STILLS, NASH & YOUNG) y CHARLIE HUNTER (haciendo lo propio con BOB MARLEY y su “Natty Dread”). Esta iniciativa, tan ambiciosa comercialmente, como interesante en su fondo (recordar en su integridad tres discos míticos en su género, en clave jazzista) y que se quedó en agua de borrajas, ofrecía la oportunidad de escuchar a tres músicos en plena ebullición desde ópticas ajenas, pero llevadas a su terreno. 

Como no podía ser de otra manera, dado el amor por el R&B de HARP, el álbum que fue escogido fue el mítico “What’s Going On” de MARVIN GAYE, auténtica obra conceptual, existencialista y filosófica que terminó de ofrecer a un GAYE que iba más allá de su imagen multiventas, y que acabó por convertirse en su disco más aclamado. Para la ocasión EVERETTE HARP se supo rodear de buenos músicos, como el ya citado GEORGE DUKE, NAJEE, KIRK WHALUM o los vocalistas HOWARD HEWETT, YOLANDA ADAMS, ARSENIO HALL o DAWNN LEWIS, estos dos últimos con aportaciones habladas en “Save The Children” (algo fallidas en mi opinión), y el propio HARP aportó una revisión bastante fiel a la original donde su saxo asume el rol de las líneas vocales de GAYE, y la parte solista se ciñe a un entorno estrictamente Soul, con alguna aportación en forma de EWI puntual. El sonido era pretendidamente setentero, con orquestaciones, órganos, wah-wah… y aunque la parte conceptual se ve reducida, dado el enfoque primariamente instrumental, el resultado es sorprendentemente adictivo y fresco.

El único pero de estas series (y con este comentario me refiero a los tres discos fruto de las mismas, no sólo al de EVERETTE HARP) es que los momentos culminantes resaltan demasiado sobre los temas menos conocidos de las obras escogidas. En lo que se refiere a HARP, estos momentos culminantes, donde el saxofonista más se deja llevar y donde todo fructifica a la perfección serían “What’s Going On” (por la fuerza y profundidad del saxo de HARP), “Flyin’ High (In The Friendly Sky)” (por el sentimiento de la interpretación tanto con el saxo tenor como el EWI de EVERETTE todo ello en un entorno de cuerdas y teclados puramente retro) y sobre todo “Mercy, Mercy Me (The Ecology)”, “Wholy Holy” (con una excepcional YOLANDA ADAMS llena de fuerza) y la cientos de veces reinterpretada “Inner City Blues” junto a KIRK WHALUM. El resto parece interpretado con una fuerza menor, tratando de mantener la fidelidad, pero sin tanto entusiasmo ni resultados amenos como en las piezas citadas. 

A pesar de este último comentario, “What’s Going On” en versión EVERETTE HARP, es un gran trabajo. Uniéndose a otros muchos homenajes que ha tenido este trabajo (GROVER WASHINGTON JR, por poner un ejemplo casi coetáneo al propio disco, o más adelante la DIRTY DOZEN BRASS BAND), el saxofonista sabe adaptar su lenguaje al espíritu Soul de MARVIN GAYE y así ofrecer una versión algo edulcorada y sin tanta profundidad conceptual, pero igual de estimulante y fresca en lo que a instrumentación se refiere. La lástima fue que las Cover Series no tuvieran continuidad más allá de los tres citados de HARP, HAQUE y HUNTER. La iniciativa iba más allá de sus pretensiones comerciales, y quizás por eso no acabó de fructificar.

viernes, 27 de julio de 2012

VOMITORY - "Carnage Euphoria": Simplemente ellos


Puntuales en su continuación de uno de los mejores discos de Death Metal de su año, los suecos VOMITORY, una de las bandas que más ha sabido recrearse en su sonido sin sonar repetitivos, vuelve con otra carnicería, y nunca mejor dicho, pues “Carnage Euphoria” mantiene la sensación de violencia sonora, visual y física de “Terrorize Brutalize Sodomize”. Acompañado de un suculento DVD con actuaciones de todas las épocas, gustos y colores, el séptimo disco de los suecos es quizás menos pegadizo que su predecesor, más a piñón fijo como era “Primal Massacre”, lejos de la genialidad de “Redemption”, pero aún así, siendo unos BOLT THROWER y DISMEMBER de la vida, no varían ni un ápice su energía y determinación hacia la destrucción humana. Ni tan siquiera dejan a un lado los guiños a SLAYER que siempre han sido una constante en su carrera y que vuelven a presentarse en forma de “tributo” o “plagio consentido”.

Con la misma producción caótica y amurallada que potencia la rítmica voluptuosa y envolvente, en medio de la cual la voz de Rundqvist suena, como siempre, cavernosa y visceral, “Carnage Euphoria” es el típico gusto que, si eres fan de un grupo y te dicen: “mantienen su línea”, puedes estar seguro que no te decepcionará. Hay alguna novedad con respecto a “Terrorize Brutalize Sodomize”, en particular algún solo más melódico y elaborado, y sobre todo un par de temas que se contagian del Grind escandinavo y recuerdan a RETALIATION y ROTTEN SOUND (es el caso de “Rage Of Honour” y “Possessed”), pero el resto sigue siendo puro VOMITORY: Death Metal mezclado con riffs y ritmos Thrash y mucha brutalidad, engorilamiento y masacre. Con estos ingredientes, por tanto, sólo cabe preguntarse si consiguen calentar el ambiente o pasan los minutos ante nuestros oídos sin reacción por nuestra parte. Una vez más, aunque “Carnage Euphoria” me entusiasma algo menos que su predecesor y la capacidad de sorpresa ya está fuera del horizonte, el nivel no decae en los 35 minutos (duración ideal) del disco, y además tres o cuatro temas pueden pasar fácilmente al cancionero ideal del grupo.

Esos temas a los que me refiero son fáciles de localizar, o por lo menos saltan al oído desde la primera escucha: “The Carnage Rages On”, incluyendo los plagios descarados a SLAYER, un tema que es un no parar de clasicismo en los riffs, vértigo en el desarrollo y euforia en los resultados; “Serpents”, nuevamente con la banda de Araya y compañía en la mente, en forma de groove adictivo y complaciente, en el que hay un breve momento de lucimiento (luego repetido en “A Lesson In Virulence”) para los guitarristas en forma de unos solos con carga melódica mayor a la habitual en VOMITORY; “Ripe Cadavers”, cargado de síncopas y cambios de ritmo, convirtiéndose en el “típico tema” VOMITORY que crece en intensidad y que no para ni un momento de hacernos cabecear; y finalmente, “Deadlock”, como ejemplo de exceso y desenfreno, nuevamente con riffs marca de la casa y mampostería como para parar un obús. El resto, bajando un poco el listón en el cierre de “Great Deceiver” (estaría mejor con un minuto menos de duración, acortando una introducción épica, pero algo excesiva), se mueve por la habitualidad en el grupo, sin por ello dar pie al aburrimiento.

Me gusta el paso hacia adelante que han tratado de dar en el aspecto solista, por muy minimalista y secundario que sea, así como el incremento de la velocidad general, sin embargo se echa de menos algo más de variedad y groove con respecto a anteriores entregas. Aún así, “Carnage Euphoria” no decepciona. VOMITORY sigue siendo un valor seguro del Death Metal chapado a la antigua y el que no lo vea es que está ciego (o mejor dicho, sordo). Vaticino que este disco seguirá girando repetidas veces en mi reproductor, todos los discos de VOMITORY lo han hecho y no va a ser éste menos. Otro paso en su larga y fructífera carrera.

(Crítica publicada también en: http://www.rocktotal.com)

KENNY GARRETT - "Seeds From The Underground": A medio camino


Uno de los alumnos aventajados de MILES DAVIS fue (y es) KENNY GARRETT. El saxofonista alto desarrolló un lenguaje claramente influido por JOHN COLTRANE, como tantos y tantos otros, aunque en este caso no imprimiéndolo en el tenor, aunque sí ocasionalmente en el soprano. Otro instrumentista más en apuntarse al carro revisionista del Post-Bop, se podría decir, sin embargo, GARRETT ha sufrido un problema a lo largo de su ya extensa trayectoria: la irregularidad. Esta característica está presente en sus directos, donde el señor GARRETT se empeña en tocar un cuarto de hora y el resto lo dedica a aburrir al personal a base de demagogia musical y una Fusión mal entendida. Pero también está presente, y es exasperante a veces, en sus discos de estudio: obras prometedoras como “Triology” o su enorme y totalmente necesario tributo a COLTRANE, “Pursuance: The Music Of John Coltrane”, se mezclan con bodrios o discos que no pasan del aprobado como “Simply Said” o “Happy People”.

Con “Beyond The Wall” y “Standard Of Language”, especialmente el primero de los citados, KENNY GARRETT volvía a aparecer como instrumentista técnicamente impecable, compositor muy solvente y conocedor de sus acompañantes, recuperando para la ocasión incluso a PHAROAH SANDERS. Suponía el cambio de una multinacional a un sello “independiente” como Mack Avenue, donde se inauguraba con un disco en directo tan irregular como su propia personalidad, pero al menos uno tenía la esperanza de que GARRETT por fin encontrara un lenguaje en el que investigar. Sobre las tablas, como ya pude comprobar a finales de 2010, sigue tan abominable como siempre, pero en disco parecía que el interés sobre él volvía. Por eso “Seeds From The Underground” levantó expectación por mi parte. Pues bien, el resultado es algo agridulce. El lenguaje sigue siendo el mismo que en “Beyond The Wall”, menos fogoso y arriesgado en el desarrollo instrumental, pero la inspiración compositiva y la variedad del resultado no es la misma, además de ser un disco que acaba por hacerse largo, señal inequívoca de que algo falla.

Acompañado de NAT REEVES al bajo (correcto sin más) y BENITO GONZÁLEZ en el piano (mostrando cierta luminosidad en el apartado solista cuando GARRETT le deja, con un estilo percusivo y con protagonismo de la mano izquierda), compañeros habituales de viaje, el batería RONALD BRUNER y el percusionista RUDY BIRD, KENNY ofrece diez nuevas composiciones para su particular cuadernillo. La más larga de todas, rondando los diez minutos, “Boogety, Boogety” es elegida como apertura, y junto con su continuación, “J.Mac” (en homenaje a uno de los ídolos de GARRETT, JACKIE McLEAN), estarían entre lo más destacado, pero a partir de aquí empiezan los problemas.  Con excepción de la lenta y cálida “Detroit”, en honor a la ciudad de KENNY, precedida del sonido de una aguja sobre un vinilo y compartiendo protagonismo con la voz sin palabras de NEDELKA PRESCOD, el resto del trabajo no pasa de la corrección, especialmente cuando los experimentos vocales entran en acción como en “Welcome Earth Song”, con un larguísimo solo para GARRETT que se hace eterno (al más puro estilo “Crescent” de COLTRANE, pero cayendo en el tedio). Ni siquiera cuando GARRETT usa el soprano, como en el tema título o en “Ballad Jarrett”, parece que la inspiración vuelve.

Tampoco quiero que se malinterpreten mis palabras. “Seeds From The Underground” es un disco notable y vale cien veces más que cualquier concierto de KENNY GARRETT, simplemente el listón estaba alto y este trabajo y las nuevas direcciones que pretende afrontar el saxofonista, no terminan de fructificar. Falta maduración y que GARRETT piense un poco más en el conjunto antes que en sí mismo. Quizás la falta de co-protagonismo con otros saxofonistas, o con otros solistas solventes, haga que el tedio aparezca demasiado pronto. En cualquier caso, si GARRETT da una de cal y otra de arena, “Seeds From The Underground” no es ni lo uno ni lo otro. Más bien se queda a medio camino, convirtiéndose en un disco de escucha agradable pero que con el tiempo resultará prescindible. 

jueves, 26 de julio de 2012

KATATONIA - "Night Is The New Day": De nuevo hacia la introspección


Hubo una época en que mi horizonte se formaba en cabeza por dos bandas: OPETH y KATATONIA. Gracias a ellas, sin hacer uso de modernidades ni elementos avanzados que generan aficionados autómatas y sin el más mínimo sentimiento por la música, más que un deseo por tener el disco duro más grande que el de al lado, este que suscribe descubrió muchísimas buenas bandas: leyendo entrevistas a sus miembros, desgranando uno a uno los agradecimientos y saludos a bandas de sus créditos, investigando a su vez en otros proyectos... Si hay algo que les debo a estas dos formaciones es abrirme hacia muchas ilusiones y sonidos que ni sabía que existían. Y hubo un tiempo en que ambos fueron grandes. Ya no en mi caso personal, que siempre he devorado con devoción sus discos, sino en el no siempre bien definido terreno de la objetividad. Pero esos tiempos pasaron y aunque algunos sigamos empeñados en querer ver en ellos algo, que otros han dejado de ver, hay que ser justos: ya no son lo que eran.

Ahora no toca hablar de OPETH, ya llegará el día... pero sí es el momento de Renske y Nyström (e iba decir y compañía, pero parece que lamentablemente para su sonido de conjunto, aunque no creo que en el apartado de la creatividad, según han anunciado recientemente en su web, los hermanos Norrman han abandonado el barco). Y es el momento de recuperar un interés que en gran parte había perdido en KATATONIA con “The Great Cold Distance”, disco que al principio acogí con entusiasmo, pero que según avanzaba en su escucha me parecía de lo más planito y normalito salido de la pluma de estos seres tan particulares. Y es que, dejando a un lado su “antes”, con ese insuperable “Brave Murder Day”, probablemente el mejor disco grabado por los tres culpables de mis desvelos, Renske, Nyström y el divino de la muerte Mikael Akerfeldt, ya sea bajo el nombre de uno o de otro grupo de los dos aquí citados, KATATONIA podía presumir de tener una evolución o más bien reinvención, en la que cada disco parecía aportar algo nuevo y nunca encontraba uno el cansancio.

Si “Discouraged Ones” pudo ser una sorpresa para muchos que esperaban “otra cosa”, lo cierto es que KATATONIA había encontrado una nueva forma de expresión en la que se movía a la perfección: Renske aún no había abandonado sus limitadas dotes como batería, pero sí que había descubierto que su voz melancólica y envolvente tenía mucho que ofrecer, en medio de un entorno obsesivo, opresivo y casi asfixiante, que como sus portadas, invitaban a dejarse llevar hasta lo más profundo de la desesperanza y al mismo tiempo sentir paz y sosiego. Y Nyström había descubierto como la sutileza y el ritmo pueden constituir dos elementos fundamentales, sin que sea preciso hacer un alarde de fuerza. De ahí en adelante, todo fueron alegrías, dicho como termino antagónico, y hasta con clásicos personales como son “Last Fair Deal Gone Down”, disco en el que se volvieron a reinventar hacia terrenos algo más pesados y pegadizos, gracias a la conformación por fin completa de la banda y sobre todo “Viva Emptiness”, trabajo que probablemente tenga el record de rotaciones en mi reproductor junto al “Blackwater Park” de OPETH.

Por todo lo dicho, esperaba con cierta inquietud “Night Is The New Day”. ¿Sabrían volver a recuperar la magia? ¿Volverían a empezar? Bueno, pues así de primeras decir que este disco es un canto a la esperanza, es pecar de ser optimista. Escribo estas líneas cuando, después de varias semanas con el disco en mi poder, las rotaciones esporádicas han sido unas cuantas, y al principio decir que me decepcionó es decir poco. Más lento, menos inmediato, y aunque más variado, más difícil de retener, eran elementos que me venían a la mente en más de una ocasión en las primeras escuchas. Me resultaba difícil destacar algo, aunque al mismo tiempo cada tema era identificable, cada canción era distinta y había momentos para todos los gustos. Pero en general, la sensación de conjunto, era agridulce. Fue entonces cuando empecé a apreciar lo que da de sí el álbum, y a entender por qué Akerfeldt había declarado que era el mejor disco que había escuchado últimamente, y no creo que lo dijese por amistad confesa, sino porque si uno escucha ciertas líneas vocales y sobre todo “Idle Blood”, puede entrever cierta crisis de identidad entre KATATONIA y OPETH, aunque no sé quién ha fagocitado a quien...

Si tuviera que destacar tres cosas de este disco, ahora ya sí que no me lo pensaría: por un lado, salvo en momentos puntuales, las guitarras han vuelto a retomar la dosis de melancolía no inmediata del pasado. Dejando a un lado “Forsaker”, “Liberation” y “Day And Then The Shade” particularmente, KATATONIA ha regresado a su personalidad introspectiva y desoladora, y eso se agradece, aunque como me ha ocurrido a mí, “Night Is The New Day” necesite varias escuchas. Por otro lado, Renske hace un trabajo memorable, y con ello no me refiero a que aparezcan nuevos registros, pero sí que, al no estar tan inmerso en capas de guitarras o en producciones grises como en “The Great Cold Distance”, su voz destaca más y lleva el peso en gran parte del trabajo. Pero finalmente, este disco tiene algo que sí es, al menos tangencialmente, nuevo: un predominio de las atmósferas de teclados y orquestaciones (destacando especialmente en este aspecto “Inheritance”), muchas veces de aire oscuro setentero, que me recuerda a “Last Fair Deal Gone Down”, en versión actual. Parece una tontería, pero uniendo esto, a una producción más natural, la personalidad del disco se potencia y aunque en el apartado de la composición uno necesite paciencia para comulgar con las ideas de Renske y Nyström, el envoltorio goza del mejor papel para que los ahora desaparecidos hermanos Norrman y sobre todo Daniel Liljekvist tengan un papel destacado.

El único “pero” insisto, aunque al final acaba siendo una virtud, es que a la hora de ser compuesto, “Night Is The New Day” no pensaba en el oyente. Esto hace que sea un trabajo de escucha irregular, distinta según con las ganas con que lo afrontes y no siempre reconfortante. Temas como “The Longest Year” o la rítmicamente compleja, y nuevamente opethiana “Onward Into Battle”, pueden resultar tediosos pues parecen no explotar. Otros de aire Doom, inauditos revisando el pasado actual del grupo, como “Nephilim” (aunque al final se ha convertido en mi favorito del disco) o ese intento industrial a lo NIN que les ha salido en “The Promise Of Deceit”, al final reconvertido a la melancolía general, pueden descolocar. Además, parece que hayan cogido un corsé y espolvoreado elementos en él, de tal forma que sin salirse de un esqueleto, cada tema es distinto y único, pero todos, absolutamente todos, discurren sin sorpresas y casi con una duración cronometrada de cuatro minutos, con excepción del último corte. Sin embargo, al final todo encaja: la voz de Renske y los otros dos elementos que citaba al comienzo como destacables, son el verdadero leit-motiv y acaban por conseguir que un disco irregular, se convierta en un trabajo sobresaliente y para ir descubriendo poco a poco.

El resumen de todo esto es: “Night Is The New Day” es un disco de pros y contras. En el primer apartado tenemos la recuperación de una personalidad perdida, un sonido brillante y una vuelta de tuerca en lo que a instrumentación se refiere. El resultado es un disco de pequeñas piedras semipreciosas que hay que ir puliendo. En el segundo apartado tenemos una falta de dirección y de homogeneidad, que no es tanto un defecto, como sí un obstáculo a la hora de escucharlo. El consejo: este disco merece muchas escuchas y no desesperar. Lo que se obtiene de ello es una recompensa adecuada, y sobre todo la sensación de que KATATONIA lo puede volver a conseguir si se lo propone. Ahora sólo falta que Júpiter se alinee con Saturno y que Venus con la Tierra. Pan comido.

(Crítica publicada también en: http://www.rocktotal.com)

CINDY BRADLEY - "Unscripted": Algo más que una cara bonita


MILES DAVIS tuvo mucha influencia en todos los subgéneros que de alguna forma partieron del Jazz y se fusionaron con otras músicas de orientación más popular. Sin abandonar su sonido ni su experimentación compositiva, MILES fue el culpable del Jazz-Rock en los setenta que mutó hacia el Pop y el R&B en los ochenta e incluso el Rap en los noventa, cuando ya su último aliento estaba a punto de llegar. En esta evolución otros instrumentistas partieron de su sonido, como ya hicieran en el pasado tantos y tantos otros. Así, al cobijo de sus producciones ochenteras surgieron una serie de artistas dentro del Smooth que, aprovechando el sonido cálido de la trompeta ensordinada y el trasfondo AOR de los discos de la época, partieron del MILES de la época Warner que se había venido gestando en los últimos años en Columbia. Ahí tendríamos a CHRIS BOTTI y también a esta excelente trompetista cuyo tercer y último disco hasta la fecha pretendo comentar: CINDY BRADLEY.

Dejando a un lado sus poses de modelo y el estilismo potenciado por su oficina de management, tratando de convertirse en una JESSY J de la trompeta, CINDY atesora una gran calidad, tanto solista como compositiva, siempre dentro del corsé del Jazz-Pop o Smooth, con producciones radiofónicas y poco dadas a la experimentación. Sin embargo, “Unscripted” va más allá. Acompañándose de unos cuantos invitados conocidos dentro del género (como NATE HARASIM en cuyo disco “Rush” Cindy también colabora) y del productor y artífice junto a Cindy de la mayoría de las composiciones, MIKE BROENING, CINDY desgrana con su trompeta mutada por la sordina y el fiscorno, temas que van del Jazz-Pop de libro, como la excepcional apertura después del preludio inicial, “Massive Transit” o “A New Day”, incluyendo una buena versión de un standard Pop, “You Don't Know What Love Is”, al ritmo Funk-Soul de “Deja Vu” o su continuación “Pink Slip” (que parecen temas firmados por MACEO PARKER) y el Jazz en sentido tradicional de la versión del “Footprints” de WAYNE SHORTER.

El trasfondo musical es puramente Smooth: guitarras a lo GEORGE BENSON, cajas de ritmo predominantes, bajos Funkys y teclados que se limitan a añadir líneas melódicas y dobles voces, pero CINDY BRADLEY sabe combinar muy bien este acercamiento más sencillo al Jazz, con su excepcional técnica adquirida en el Conservatorio de New England y un gusto improvisatorio que muestra cuerpo y alma en cada nota. “Inevitable” o la versión del “One Moment More” serían ejemplos postreros, dejando para el final los temas de mayor calado emocional, donde la sombra de CHRIS BOTTI (el CHET BAKER del nuevo milenio) es más evidente, pero también donde Cindy más se deja llevar e imprime su personalidad y corazón en cada nota. Especialmente la segunda de las citadas, versión de la cantante e instrumentista MINDY SMITH, es un excelente vehículo para que la trompeta de Cindy se vuelva totalmente humana y se encojan las entrañas.

“Unscripted” no es un disco que vaya a hacer cambiar de opinión a los puristas que en cuanto escuchan elementos Pop en un trabajo supuestamente etiquetado como Jazz, apagan el reproductor. Tampoco es la octava maravilla dentro del género, ni aporta nada excesivamente nuevo, sin embargo, sí es la confirmación de una artista que ha elegido un camino para expresarse y que en este compacto consigue llevarlo a su terreno dándole calor y latido personal. CINDY BRADLEY es algo más que una cara bonita y “Unscripted” es la prueba.