JOEY BARON es un culo de mal
asiento. Desde JACK DeJOHNETTE, no ha habido un mercenario tan activo tras los
parches como él. Ya no sólo en el ámbito del Downtown neoyorkino, donde sus
uniones con ZORN, BERNE y compañía le han permitido navegar por cientos de
proyectos, sino también en otros mundos, desde el Rock, pasando por el Funk y
hasta el Country. Y en todos estos grupos y bajo las órdenes de otros, siempre
ha cultivado un estilo reconocible, con un uso de la polirritimia comedido,
prefiriendo solos construidos desde unos sólidos cimientos, antes que
exuberancias sin sentido, siempre con mucho Groove en cada golpe y teniendo una
técnica increíble. Muchos combos (particularmente Masada y Naked City, por
nombrar los dos principales bajo la batuta de ZORN) no habrían sido lo mismo
sin él. Sin embargo, BARON se ha prodigado poco en solitario. Menos de una
manita de trabajos y ninguno con la etiqueta de obra imprescindible.
No sabría decir por qué,
pero la “enfermedad” de BARON es contagiosa en muchos bateristas, el propio
DeJOHNETTE antes citado. Como acompañantes geniales, como dueños y señores de
sus propias formaciones, en la sombra. Afortunadamente en el caso de JOEY
BARON, el esfuerzo de conjunto fue mayor que la individualidad en “Down Home”,
seguramente el mejor exponente de lo que es BARON fuera de su papel de
secundario de lujo. Ocho originales salidos de su pluma que muestran un gusto
por el Funk y el Jazz a partes iguales, acompañado de su siempre eterno amigo
BILL FRISELL, y de dos pesos pesados en sus instrumentos: un sorprendente RON
CARTER, alejado de individualismos y que asume con dignidad su papel rítmico y
un ARTHUR BLYTHE que se mueve en su salsa en este tipo de sonidos. El conjunto
parece improvisado, más una reunión de amigos que un vehículo para el
lucimiento de grandes y complejas composiciones. Todo suena fresco y espontáneo,
aunque también algo falto de riesgo.
No busques momentos de
éxtasis: los cuatro miembros del combo asumen roles intercambiables, con cierto
predominio de BLYTHE, que sin embargo tampoco se deja llevar por grandes
fogosidades, prefiriendo un tono sosegado antes que una explosión de notas.
Pero ello no es óbice para que no haya espacio para el entusiasmo. Siendo
protagonista el medio tiempo y el Groove, con algún leve plumazo baladesco (la
increíble “Little Boy”, donde BLYTHE brilla con luz propia, o “Listen To The
Woman”, con espacio para los juegos armónicos de FRISELL, y cómo no “Aren’t We
All”, una de las más Pop en estructura y melodía), y espacio para el Jazz de
libro (“The Crock Pot”, con una gran labor de CARTER), el grueso de “Down Home”
está construido a base de síncopas y ritmos Funk, donde mejor se mueve BARON y
BLYTHE puede moverse más a gusto.
Quizás se tenga la
sensación de “corsé” en algunos momentos. Con este cuarteto de “all-stars”, se
podría pensar que la batuta está demasiado medida y falta chispa. Sin embargo,
BARON prefirió en este disco dejar que la música fluyese por sí misma, antes
que hacer malabarismos o equilibrios en la cuerda floja. Algunas pocas indicaciones,
unas composiciones sencillas y abiertas, y libertad para las improvisaciones,
dentro de la ortodoxia rítmica y armónica. “Down Home” no es una obra
imprescindible del Jazz “mainstream” teñido de aires Funk, es simplemente un
divertimento para uno de los músicos más creativos de los últimos 30 años. Una
lástima que se haya prodigado tan poco con sus propias ideas, pero mientras
siga como mercenario imprescindible, seguiremos celebrando la maestría de JOEY
BARON con las baquetas.
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