La carrera musical de OPETH ha
sido exponencialmente ascendente desde sus inicios hace ya quince años, cuando
un grupo de chavales formaron una banda llamada ERUPTION que se dedicaba a
versionear a BATHORY, DEATH, etc. Desde entonces, los suecos capitaneados por
el genio Mikael Akerfeldt han ido creciendo disco a disco, año tras año, obra
maestra tras obra maestra, hasta convertirse en una banda de gran renombre,
capaz de aunar en su propuesta al público más variado. Hace unas semanas se
editaba el octavo disco en la carrera de OPETH, "Ghost Reveries",
evolucionando hacia nuevas sonoridades, con una producción renovada y cada vez
más elementos progresivos de los setenta en su música. Pero el camino que les
ha llevado hasta este nuevo disco, el primero con Roadrunner, ha sido largo. El
motivo de esta retrocrítica es recordar el disco que a mí más me marcó de
OPETH. Habrá quién diga que no es el mejor (cosa difícil con los suecos, porque
cada entrega tiene calificativo de sobresaliente), pero yo siempre le tendré
cariño especial por ser el disco que me abrió las puertas a su música.
Corría el año 1996 y OPETH
estaban en un terreno todavía muy underground a nivel de público, pero no de
crítica. Con "Orchid", su magnífico debut dos años antes, habían
cosechado excelentes comentarios por ser una banda tan atípica y variada. Era
increíble ver como los periodistas musicales se liaban para definir con una
etiqueta la música del entonces cuarteto sueco. De hecho OPETH pueden presumir
de tener un sonido y un estilo únicos e inclasificables: Rock Progresivo de
CAMEL, RUSH, PORCUPINE TREE (Mikael tiene una relación muy estrecha con Steven
Wilson) mezclado con Death Metal, pasajes Doom, y un largo etcétera.
Simplemente OPETH y así nos entendemos. En 1996 la banda tenía una formación
aparentemente estable con Mikael como miembro principal en unión a su eterno
compañero Peter Lindgren, y Anders Nordin en la batería. Además, y como músico
de sesión (aunque casi se podía considerar un miembro oficial de OPETH en esos
años), Johan DeFarfalla al bajo. Atrás quedaban sus tiempos maqueteros con
David Isberg a la voz, y por fin desde 1992 OPETH se convirtió en una banda
seria con mucho futuro.
El disco se abre con mi tema
favorito de OPETH, "Advent". Es la canción que mejor resume el
sentimiento de OPETH, con un inicio in crescendo que nos traslada al riff más
pegadizo que el grupo ha compuesto, con un Mikael en las tareas vocales que se
sale. La parte extrema del grupo se entremezcla con unos breves pasajes
acústicos dónde Mikael nos muestra su faceta melódica en la voz, pero sin casi
darnos cuenta nos topamos con un fantástico riff y una línea de bajo demencial
que nos hará mover la cabeza sin darnos cuenta, hasta que el decadente final
nos devuelva a la realidad. Trece minutos de absoluta maestría.
Le sigue la canción más odiada
por los propios miembros de la banda, "The Night And The Silent
Water". Es una muy buena composición para mi gusto, a pesar de lo que diga
Mikael, aunque bien es cierto que a veces suena un poco inconexa. En cualquier
caso sirve de anticipo para otra joyita, "Nectar", una de las
canciones más complejas y con más cambios que haya compuesto OPETH, capaz de
pasar de la rabia más exagerada a los pasajes más sutiles, sin problemas. Las
melodías de guitarra que Mikael y Peter se sacan de la manga son tremendas:
¡hacen llorar a sus instrumentos!, y qué decir del puente de la composición,
pura melodía y sentimiento con Mikael de nuevo en estado de gracia tanto en la
voz limpia como en la gutural. Pero eso no es todo, el grupo nos sorprende de
nuevo en la parte final de la composición con un pasaje de puro Death Metal
épico, dónde el bajo de DeFarfalla vuelve a dibujar líneas increíbles.
Y llegamos al tema más pedido por
todos en sus directos (pero Mikael no nos hace ni caso), esa maravilla de más
de veinte minutos de duración que se llama "Black Rose Immortal". Su
inicio no puede ser más potente, con un riff que de nuevo nos transporta a la
faceta extrema del grupo, pasando por uno de los pasajes más épicos de OPETH, dónde
la cultura vikinga nos vendrá a la mente (a la par que grupos como BATHORY,
cómo no). El sonido de las olas del mar nos transporta a un pasaje dónde las
guitarras acústicas nos dibujan melodías en el aire, pero sin darnos cuenta los
riffs más metaleros vuelven a aparecer con la voz gutural de Mikael aún más
oscura que de costumbre, y de nuevo uno de los puentes instrumentales más
brillantes, con un intercambio de solos entre Peter y Mikael increíble. No he
dicho aún nada de Nordin, pero no sería de justicia resaltar la labor del
entonces amigo de Mikael y compañero de fatigas desde sus inicios, con
constantes cambios de ritmo y estructura, pero lleno de precisión. La voz
limpia y luminosa de Mikael nos guía en la oscuridad en un pasaje acústico
excelente que constituye el punto medio del tema, que de nuevo, en estructura
cíclica, vuelve a los derroteros de Death-Doom épico que degenera en un susurro
de Mikael diciendo el título del tema y que recupera de nuevo las hipnotizantes
guitarras acústicas, las cuales nos acompañarán hasta el final, dónde un grito
estremecedor de Mikael nos devuelve a la realidad. Lo bueno de esta canción es
que pese a su duración cada vez que la escuchas se hace más corta y original,
llena de matices que no habías oído hasta entonces.
El disco se cierra con un tema
melódico cargado de sentimiento, "To Bid You Farewell", quizás la
canción semi-acústica más bella que han compuesto OPETH junto a
"Credence" del "My Arms, Your Hearse" o "Face Of
Melinda" del "Still Life", y toda una lección de lo que debe ser
una balada. Es en estos temas, algo constante en cada disco de OPETH, dónde más
se ve el amor de Mikael por los setenta y por grupos como CAMEL o LED ZEPPELIN,
y una prueba más de la versatilidad del guitarrista, cantante y compositor
principal a la hora de expresar sus ideas en un pentagrama. Se puede pensar que
acabar con una balada no es lo más adecuado, pero es que hay que escuchar el
tema para comprenderlo, la sensación que transmite es única, ideal para
escucharlo observando la magnífica portada con esa casa fantasmal (algo que el
blanco y negro potencia) reflejada en el agua.
La versión reeditada en vinilo y
en CD de este disco contiene un tema extra de 1992, cuando todavía Isberg
estaba a la voz, y que constituye un ejemplo claro de cómo Mikael y compañía ya
empezaban a despuntar en esos años como una banda única y original (a pesar de
que su sonido es terrible). Muchos riffs de este tema, "Eternal Soul
Torture", suenan en "Advent", así que como documento histórico
es interesante.
Todo en este álbum es perfecto,
desde las composiciones (nunca en cinco temas nada más se pudo decir tanto),
pasando por las interpretaciones de cada uno de los componentes y acabando con
una magnífica producción, que aunque puede sonar fría, es esencial para
incrementar la oscuridad de la música de OPETH. El omnipresente en la escena
sueca, Dan Swäno es el artífice de este sonido tan característico.
Tras "Morningrise",
OPETH sufrió un varapalo importante. Johan DeFarfalla dejaba de ser miembro habitual
y el amigo de juventud de Mikael, Anders Nordin, abandonaba definitivamente el
grupo (o fue invitado a salir, de estas cosas es mejor no hablar). Tan sólo la
pareja de guitarristas seguía al frente de OPETH. Esto generó que Mikael se
planteara la disolución definitiva del grupo. Afortunadamente esto no sucedió,
y casi dos años después OPETH volvía con un nuevo disco que supuso su salida de
subsuelo metalero, y su entrada en el grupo de bandas universalmente conocidas,
"My Arms, Your Hearse" supuso la entrada del primero de los martines
en el grupo, Martin López, uruguayo de origen y procedente de los también
geniales AMON AMARTH. Posteriormente entraría Martin Méndez, compatriota de
López. Esta formación, pétrea y estable desde entonces grabaría otras joyas en
la carrera de OPETH como "Still Life" (su disco con Peaceville), el
magnífico "Blackwater Park" y el dúo de discos
"Deliverance" / "Damnation", dónde (en el segundo de
ellos), Mikael daba rienda suelta a sus influencia setenteras con un disco totalmente
acústico.
OPETH están llamados a ser el grupo más grande del Metal en su enorme
extensión, y sino al tiempo. Únicos, muchas veces se pueden ver influencias de
ellos en grupos como los italianos NOVEMBRE o los germanos DISILLUSION, pero
nadie que les alcance ni de lejos. Y es que OPETH son inimitables, sólo ellos
pueden hacer una mezcla tan variada de estilos sin que se note forzado.
"Ghost Reveries", con Per Wiberg en los teclados como miembro
oficial, ayuda a que den un paso más en su carrera hacia el paraíso musical,
algo fácil de alcanzar dado que Mikael Akerfeldt y compañía son genios, y su
música perdurará generaciones y generaciones. Mientras tanto no dudes ni un
momento en hacerte con "Morningrise", o cualquier disco de su
historia, y sobre todo acude a uno de sus directos, increíbles y memorables.
Parece que el deseo de Mikael, que tuvo tras comprar el "Number Of The
Beast" de los MAIDEN con ocho años, de crear una banda de Metal se ha
convertido en real. ¡Y de qué manera!
(Crítica publicada también en: http://www.rocktotal.com)
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