La historia de la banda gala ELEND es ya larga. Con casi 15 años a sus espaldas, tiene el privilegio de ser una de las bandas que en su momento fue de las más sorprendentes, pioneras y originales. Aún me acuerdo de lo mucho que disfruté la primera vez que escuché “Leçons De Ténèbres”, su mítico primer disco, y desde entonces la banda siempre tuvo un lugar propio y privilegiado en mi colección particular.
Sin embargo, desde que la bellísima y angelical Eve-Gabrielle Siskind dejó el puesto de vocalista femenina, las cosas no fueron igual en ELEND. Su música seguía siendo clasicismo contemporáneo puro y duro, buscando la violencia a través de la orquestación y de sinfonías llenas de claroscuros, pero había perdido el toque personal que por un lado le daba Eve-Gabrielle, y sobre todo, por otro lado, le daban las voces guturales, los gritos desgarrados y llenos de agonía, de Alexandre Hasnaoui. El nivel alcanzado por dos obras maestras que están entre mis diez discos favoritos de sus respectivos años, como fueron “Leçcons De Ténèbres” y su magnífica continuación, “Les Ténèbres Du Dehors”, ya estaba lejos. Esa perfecta combinación entre música clásica a medio camino entre el barroquismo y las experimentaciones contemporáneas, mezclada con el repulsivo grito de dolor de Alexandre, había dejado paso a una música más ambiental, donde las voces se tornaban susurros, y aunque el nivel compositivo seguía siendo enorme, su capacidad de sorpresa se había perdido haciéndose sus discos bastante previsibles.
Desde mi óptica personal el grupo volvió a golpear fuerte al iniciar la trilogía en la que “A World In Their Screams” cierra el círculo, con “Winds Devouring Men”, pero ya no tenía esa capacidad de encandilar y a la vez generar desasosiego de sus dos primeras obras. Ahora estamos ante una imitación algo más violenta en formas y con el uso de elementos electro-acústicos, de obras contemporáneas que podíamos atribuir a ALBAN BERG o sobre todo, el compositor del que más beben en este trabajo, LIGETI, cuyo “Requiem” seguro que estaría presente en más de una ocasión en la inspiración que acabó con la creación de este “A World In Their Screams”. El papel de Laura Angelmayer está en segundo plano, en favor de un mayor protagonismo orquestal y las voces susurradas de Hasnaoui, pero aún así cumple un rol fundamental en el mantenimiento de la tensión musical, encarnando los desesperados gritos del mundo en el que nos envuelve este disco y que en “Borée” alcanzan momentos de auténtico terror.
La paz aparente en que nos envuelve “Ophis Puthôn”, el corte más clasicista de todos, pronto se torna en violencia absoluta en el resto de la obra. El problema surge en el hecho de que la tensión está un poco descompensada. En otros discos, ELEND conseguían envolver al oyente y mantenerle alerta más o menos hasta el final, pero en “A World In Their Screams” destapan sus cartas demasiado pronto. Temas como el que da título al disco o “Ondes De Sang” ya ponen todo el elemento revulsivo sobre el tapete y generan que los siguientes movimientos de la obra decaigan progresivamente. Sigue manteniendo la sensación espeluznante que transmite, gracias a sus inquietantes orquestaciones (donde LIGETI volverá una y otra vez a nuestras mentes, sobre todo en el trabajo vocal) a las que han contribuido más de treinta músicos en esta ocasión, pero van perdiendo fuerza por momentos. Ni siquiera las tenebrosas narraciones de Hasnaoui, dedicando sus versos a la muerte y las tinieblas, son capaces de mantener el interés como al principio del trabajo. Esto no implica que estemos ante un mal disco, visto desde una óptica ambiental y clásica (porque para el que no conozca a este grupo, aquí no hay nada de Metal, aunque la dureza de sus pasajes sea mucho mayor en ocasiones que muchos discos extremos), pero se diluye más de la cuenta en sucesivas escuchas.
Lo mejor del trabajo, dejando a un lado los grandes medios de producción con los que han contado, como en el resto de discos de ELEND, es la densidad y crudeza que refleja cada uno de sus movimientos. En especial “Le Fleuve Infini Des Morts”, tema que va creciendo en tensión por momentos, mientras los susurros de Hasnaoui nos inquietarán. El tratamiento de las voces en general en todo el trabajo es excepcional, como demuestra “Je Rassemblais Tes Membres”, fusionándolas a la perfección con el extremismo de las orquestaciones, haciendo que la oscuridad general de todas las composiciones se vea aumentada, lo que unido a los elementos electro-acústicos (predominantes en la citada composición) hace que la sensación de agobio de cada movimiento de la obra sea patente, aunque vistos de manera global, en conjunto, pierdan fuerza y capacidad de impresión, no cabe duda de que cada pieza individual es una delicia. La escucha del disco no es sencilla, pero las atmósferas que genera son dignas de ser recreadas y merece la pena hacer el esfuerzo por asimilarlas.
Aunque no es su mejor trabajo y no llega ni de lejos al nivel de sus dos primeros discos, la calidad musical de ELEND sigue siendo superlativa aunque no apta para todos los oídos. No obstante, el esfuerzo extra que exige su escucha se ve compensado con una multitud de paisajes y sensaciones con el agobio y el desgarro por bandera. Se echa en falta una planificación un poco más cuidada de la forma de unir cada movimiento en la obra global, para que el oyente no se sienta fatigado en la segunda parte del trabajo, haber estructurado un poco mejor el planteamiento, nudo y desenlace de la obra, no acumulando tanta tensión al principio y administrando un poco mejor la violencia sónica general del trabajo, pero el resultado es muy notable. Recomendable si ya tenías conocimiento previo de la banda, si no es así, hazte cuanto antes con sus primeros discos que son imprescindibles.
(Crítica publicada también en: http://www.rocktotal.com)
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