Después
de casi tres años vuelve OPETH, vuelve uno de los grupos cuya popularidad ha
crecido enteros de manera exponencialmente en los últimos años, vuelve uno de
los conjuntos más originales y propios del Metal contemporáneo, vuelve uno de
los artífices de que aficionados al Metal Extremo, al Progresivo, al Metal en
general se unan y confluyan en su aprecio por sus trabajos. Vuelve Akerfeldt y
ahora más que nunca, demostrando que OPETH es él y una serie de músicos que lo
acompañan desde que también el gran Peter Lindgren dejara el barco y ya sólo
quede Martín Méndez de la última formación estable que se conoce en el seno de
la banda sueca. Y el resultado de esta vuelta es “Watershed” un disco que lleva
en el punto de mira desde que Mikael empezó a hablar sobre el proceso de
composición del mismo. ¿Habrá seguido el mismo camino de “Ghost Reveries” que
supuso el punto de desconexión definitivo con sus seguidores más veteranos? ¿Se
producirá una nueva vuelta de tuerca en el sonido de OPETH? ¿Qué supone este séptimo
disco en la carrera de Akerfeldt?
Me
gustaría ir por partes y contestar una por una a estas preguntas, pero voy a
optar por una descripción más “personal” de “Watershed”. Y antes que nada he de
confesarme: me ha costado entre cuatro y cinco escuchas llegar a disfrutar del
disco. Sí, no soy víctima de ningún tipo de virus o cambio de personalidad
repentina, pero un admirador reconocido de OPETH como el que suscribe, ha
necesitado varias escuchas para lograr de comprender y encajar “Watershed” en la
carrera de Akerfeldt y compañía. ¿Motivos? Aunque el disco sigue siendo OPETH,
cuesta reconocer a la banda en las estructuras de los temas. No es tanto el
sonido, el cual mantiene la limpieza de “Ghost Reveries”, dando un protagonismo
aún mayor a los teclados de Per Wiberg, que por cierto, es el gran beneficiado
del nuevo rumbo de la banda, pues su papel en las composiciones es fundamental.
Tampoco es que los elementos que siempre han estado presentes en la música de
OPETH hayan cambiado: la magnífica voz gutural de Akerfeldt (cada vez más
secundaria), en combinación con su versatilidad en las partes limpias, los
riffs hipnóticos, las estructuras de raíz setentera... ¿Cuál es el cambio
entonces? A mi modo de ver “Watershed” es un disco más arriesgado, más variado
y, por extensión, más irregular que “Ghost Reveries”, y sin embargo, no hay que
tomarse esto como un punto flaco del trabajo.
Llama
la atención que “Watershed”, dejando a un lado la ampliación de su extensión en
las ediciones limitadas del disco que contienen bonus tracks, en su formato
normal, es el segundo disco más corto en la historia de OPETH desde el “My
Arms, Your Hearse”. Estamos hablando de casi una hora de trabajo aún así, pero
uno tiene la sensación de que podría haber entrado aún algún tema más que
mantuviese la inspiración. Llama la atención también que la labor compositiva
se ha vuelto más compleja que nunca: los temas siguen patrones más o menos
definidos pero, sin llegar a los contrastes y antítesis de sus primeros discos,
estamos ante uno de los discos más difíciles de escuchar del grupo sueco.
Finalmente llama la atención el giro ya definitivo que Akerfeldt ha realizado
en su fuente de inspiración hacia ámbitos sinfónicos y por momentos, casi
psicodélicos. En definitiva, “Watershed” es un disco que sorprende, un trabajo
que descoloca, pero que a la vez es evolución lógica en la carrera de OPETH, un
paso más en su camino, en una banda que ha logrado sonar de manera única y no
estancarse en ningún momento.
Si
juntas lo bueno de “Damnation”, que vuelve a estar presente en los arreglos de
los teclados y las ambientaciones de los temas, totalmente añejas, con un
mellotron constante e inspiración Zeppeliana y Floydiana patente, con la línea
abierta en el grupo con “Ghost Reveries”, en donde OPETH combinaba su faceta
más oscura con una mirada cada vez más directa al Rock Sinfónico de los
setenta, tendrás una descripción de lo que es “Watershed”. Los que busquen
oscuridad, frialdad, producción cruda y lejana y agresividad contenida, que se
vayan olvidando, pues Akerfeldt vuelve a confirmar en este trabajo que los
tiempos (gloriosos por otro lado) de “Morningrise”, “Orchid”... se dejaron
atrás, y sin renegar de ese pasado, ahora la música de OPETH se centra en otros
aspectos, que podemos llamar, más eclécticos y elegantes, y en esta ocasión más
sesudos y complejos. En mi opinión, y hablando de una forma objetiva, dejando a
un lado mi mayor o menor fanatismo por el genio de Akerfeldt, “Watershed” es
una especie de disco de maduración: continuista a la vez que arriesgado, pero
sin que uno pueda sentirse decepcionado si le gustó “Ghost Reveries”. Para
bien, o para mal, OPETH avanza en su camino y eso implica que sus detractores
en los últimos tiempos no se reencontrarán con el grupo en este trabajo.
En
total, siete composiciones conforman “Watershed”, y la sorpresa está asegurada
desde la propia configuración del “tracklist” del disco: en vez de comenzar de
una manera habitual, con el típico tema que pone toda la carne en el asador,
Akerfeldt comienza relajado y sin prisas con un tema acústico, “Coil” en el que
se hace acompañar de voz femenina. Un tema que, en condiciones normales
serviría de “relleno” o “intermedio”, y por el que el grupo ha apostado para
abrir el trabajo. Y después de varias escuchas, confieso que considero que la
elección ha sido adecuada, pues “Watershed” comienza así donde lo dejó “Ghost
Reveries”, de la misma manera fantasmal e intimista. No será hasta que
comiencen las disonancias de “Heir Apparent”, tema que se puede considerar
puramente OPETH, que el disco arrancará definitivamente, y aunque se pueda
considerar un corte “típico” por las formas, su contenido va mucho más allá,
experimentando con una pesadez y una contundencia, por momentos desgarrada, que
es difícil de recordar en OPETH salvo quizás en algunos pasajes de
“Deliverance”, pero todo esto sin dejar a un lado la delicadeza acústica, que
sin embargo se queda en un segundo plano ante el final apoteósico.
El
disco continúa con “The Lotus Eater”, el que podemos considerar “single” del
disco, pues ha estado mucho tiempo como preescucha. Nuevamente la complejidad
estructural sale a relucir en este tema, aunque aún más si cabe, debido a los
constantes vaivenes por los que fluye. Sin duda es uno de los momentos que hay
que tomarse con más calma pues es fácil perderse y en ocasiones uno tiene la
sensación de ser golpeado por varios cortes a la vez. Lo mejor es el gran papel
que Per Wiberg ejecuta, teniendo alguno de sus momentos más inspirados (con
parte jazzística incluida). Lo peor, el agotamiento al que uno puede llegar
tras una escucha detenida del tema. Veremos qué tal funciona en directo, porque
no es para nada la típica canción que pueda enloquecer a una audiencia. Y así
llegamos a “Burden”, en mi opinión el mejor tema de todo el disco, y eso que es
“acústico”. En lo que podemos considerar un Blues rockerizado y cargado de
atmósfera setentera, Akerfeldt utiliza unos registros limpios que nunca antes
le había escuchado, haciéndome pensar en muchos momentos que me encontraba ante
otro grupo. Wiberg vuelve a reivindicarse como el gran protagonista, Axenrot
demuestra que no todo es exuberancia, Méndez, siempre presente aunque en un
segundo plano, hace un gran papel, y el final, con los duelos entre Akefeldt y
la reciente incorporación de Akesson en las guitarras, con desafinamiento
consciente como colofón, convierte al tema en el punto culminante de lo que
llevamos de trabajo.
Con
“Porcelain Heart” experimentamos el momento de mayor oscuridad del disco, pudiendo
recordar por momentos a lo que OPETH hizo en “Blackwater Park”, pasado por la
batidora acústica de “Damnation”. Un tema envolvente, tenebroso e intenso unas
veces, barroco y bien orquestado otras, que supone un descenso a los infiernos
en medio de la claridad y el intimismo del que veníamos, y todo eso sin usar
voces guturales, lo cual es todo un logro. Sin embargo, este corazón de
porcelana particular se ve ensombrecido ante el otro momento culminante de
“Watershed”, “Hessian Peel”, la composición más larga de todo el disco y la
mejor estructurada: oscuridad fantasmal, hipnotismo, melancolía, nuevos aires
bluesy (con un Akerfeldt demostrando su aprecio particular por este estilo en
su forma de cantar), instrumentación cuidada hasta límites lo concebible,
apoteosis musical, intensidad en la ejecución, aires Crimsonianos a punto de la
esquizofrenia... A lo mejor no es un “clásico” para el grupo, pero no cabe duda
de que la inspiración era máxima a la hora de componer este tema. Finalmente,
volviendo a los terrenos más psicodélicos y setenteros, “Hex Omega”, cierra el
disco de una manera sobresaliente, aunque dejando con ganas de más, con la
sensación de que, como conscientemente este tema ha sido concebido, “Watershed”
está inconcluso, aunque si miramos nuestros relojes habrá pasado casi una hora
desde que comenzamos su escucha.
¿Dónde
podríamos ubicar “Watershed”? No sabría decir si es mejor o peor que “Ghost
Reveries”, pero desde luego este disco no es un adormecimiento en los laureles,
es un paso más en el camino, un camino que cada vez aleja a OPETH más de su
pasado, pero que no deja de demostrar el genio de un hombre, Mikael Akerfeldt,
que mantiene su inspiración prácticamente intacta. El futuro de OPETH nadie lo
conoce, no se sabe si alguna vez retomarán la estela que van dejando y volverán
sobre sus huellas, o por el contrario, seguirán dejándose llevar por la marea
que los empuja desde su creación. Sea cual sea la opción, “Watershed”
contribuye a forjar la leyenda de un grupo que puede presumir de ser ellos
mismos.
(Crítica publicada también en: http://www.rocktotal.com)
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