martes, 21 de agosto de 2018

OPETH - "Watershed": en proceso de cambio.



Después de casi tres años vuelve OPETH, vuelve uno de los grupos cuya popularidad ha crecido enteros de manera exponencialmente en los últimos años, vuelve uno de los conjuntos más originales y propios del Metal contemporáneo, vuelve uno de los artífices de que aficionados al Metal Extremo, al Progresivo, al Metal en general se unan y confluyan en su aprecio por sus trabajos. Vuelve Akerfeldt y ahora más que nunca, demostrando que OPETH es él y una serie de músicos que lo acompañan desde que también el gran Peter Lindgren dejara el barco y ya sólo quede Martín Méndez de la última formación estable que se conoce en el seno de la banda sueca. Y el resultado de esta vuelta es “Watershed” un disco que lleva en el punto de mira desde que Mikael empezó a hablar sobre el proceso de composición del mismo. ¿Habrá seguido el mismo camino de “Ghost Reveries” que supuso el punto de desconexión definitivo con sus seguidores más veteranos? ¿Se producirá una nueva vuelta de tuerca en el sonido de OPETH? ¿Qué supone este séptimo disco en la carrera de Akerfeldt?

Me gustaría ir por partes y contestar una por una a estas preguntas, pero voy a optar por una descripción más “personal” de “Watershed”. Y antes que nada he de confesarme: me ha costado entre cuatro y cinco escuchas llegar a disfrutar del disco. Sí, no soy víctima de ningún tipo de virus o cambio de personalidad repentina, pero un admirador reconocido de OPETH como el que suscribe, ha necesitado varias escuchas para lograr de comprender y encajar “Watershed” en la carrera de Akerfeldt y compañía. ¿Motivos? Aunque el disco sigue siendo OPETH, cuesta reconocer a la banda en las estructuras de los temas. No es tanto el sonido, el cual mantiene la limpieza de “Ghost Reveries”, dando un protagonismo aún mayor a los teclados de Per Wiberg, que por cierto, es el gran beneficiado del nuevo rumbo de la banda, pues su papel en las composiciones es fundamental. Tampoco es que los elementos que siempre han estado presentes en la música de OPETH hayan cambiado: la magnífica voz gutural de Akerfeldt (cada vez más secundaria), en combinación con su versatilidad en las partes limpias, los riffs hipnóticos, las estructuras de raíz setentera... ¿Cuál es el cambio entonces? A mi modo de ver “Watershed” es un disco más arriesgado, más variado y, por extensión, más irregular que “Ghost Reveries”, y sin embargo, no hay que tomarse esto como un punto flaco del trabajo.


Llama la atención que “Watershed”, dejando a un lado la ampliación de su extensión en las ediciones limitadas del disco que contienen bonus tracks, en su formato normal, es el segundo disco más corto en la historia de OPETH desde el “My Arms, Your Hearse”. Estamos hablando de casi una hora de trabajo aún así, pero uno tiene la sensación de que podría haber entrado aún algún tema más que mantuviese la inspiración. Llama la atención también que la labor compositiva se ha vuelto más compleja que nunca: los temas siguen patrones más o menos definidos pero, sin llegar a los contrastes y antítesis de sus primeros discos, estamos ante uno de los discos más difíciles de escuchar del grupo sueco. Finalmente llama la atención el giro ya definitivo que Akerfeldt ha realizado en su fuente de inspiración hacia ámbitos sinfónicos y por momentos, casi psicodélicos. En definitiva, “Watershed” es un disco que sorprende, un trabajo que descoloca, pero que a la vez es evolución lógica en la carrera de OPETH, un paso más en su camino, en una banda que ha logrado sonar de manera única y no estancarse en ningún momento.

Si juntas lo bueno de “Damnation”, que vuelve a estar presente en los arreglos de los teclados y las ambientaciones de los temas, totalmente añejas, con un mellotron constante e inspiración Zeppeliana y Floydiana patente, con la línea abierta en el grupo con “Ghost Reveries”, en donde OPETH combinaba su faceta más oscura con una mirada cada vez más directa al Rock Sinfónico de los setenta, tendrás una descripción de lo que es “Watershed”. Los que busquen oscuridad, frialdad, producción cruda y lejana y agresividad contenida, que se vayan olvidando, pues Akerfeldt vuelve a confirmar en este trabajo que los tiempos (gloriosos por otro lado) de “Morningrise”, “Orchid”... se dejaron atrás, y sin renegar de ese pasado, ahora la música de OPETH se centra en otros aspectos, que podemos llamar, más eclécticos y elegantes, y en esta ocasión más sesudos y complejos. En mi opinión, y hablando de una forma objetiva, dejando a un lado mi mayor o menor fanatismo por el genio de Akerfeldt, “Watershed” es una especie de disco de maduración: continuista a la vez que arriesgado, pero sin que uno pueda sentirse decepcionado si le gustó “Ghost Reveries”. Para bien, o para mal, OPETH avanza en su camino y eso implica que sus detractores en los últimos tiempos no se reencontrarán con el grupo en este trabajo.



En total, siete composiciones conforman “Watershed”, y la sorpresa está asegurada desde la propia configuración del “tracklist” del disco: en vez de comenzar de una manera habitual, con el típico tema que pone toda la carne en el asador, Akerfeldt comienza relajado y sin prisas con un tema acústico, “Coil” en el que se hace acompañar de voz femenina. Un tema que, en condiciones normales serviría de “relleno” o “intermedio”, y por el que el grupo ha apostado para abrir el trabajo. Y después de varias escuchas, confieso que considero que la elección ha sido adecuada, pues “Watershed” comienza así donde lo dejó “Ghost Reveries”, de la misma manera fantasmal e intimista. No será hasta que comiencen las disonancias de “Heir Apparent”, tema que se puede considerar puramente OPETH, que el disco arrancará definitivamente, y aunque se pueda considerar un corte “típico” por las formas, su contenido va mucho más allá, experimentando con una pesadez y una contundencia, por momentos desgarrada, que es difícil de recordar en OPETH salvo quizás en algunos pasajes de “Deliverance”, pero todo esto sin dejar a un lado la delicadeza acústica, que sin embargo se queda en un segundo plano ante el final apoteósico.

El disco continúa con “The Lotus Eater”, el que podemos considerar “single” del disco, pues ha estado mucho tiempo como preescucha. Nuevamente la complejidad estructural sale a relucir en este tema, aunque aún más si cabe, debido a los constantes vaivenes por los que fluye. Sin duda es uno de los momentos que hay que tomarse con más calma pues es fácil perderse y en ocasiones uno tiene la sensación de ser golpeado por varios cortes a la vez. Lo mejor es el gran papel que Per Wiberg ejecuta, teniendo alguno de sus momentos más inspirados (con parte jazzística incluida). Lo peor, el agotamiento al que uno puede llegar tras una escucha detenida del tema. Veremos qué tal funciona en directo, porque no es para nada la típica canción que pueda enloquecer a una audiencia. Y así llegamos a “Burden”, en mi opinión el mejor tema de todo el disco, y eso que es “acústico”. En lo que podemos considerar un Blues rockerizado y cargado de atmósfera setentera, Akerfeldt utiliza unos registros limpios que nunca antes le había escuchado, haciéndome pensar en muchos momentos que me encontraba ante otro grupo. Wiberg vuelve a reivindicarse como el gran protagonista, Axenrot demuestra que no todo es exuberancia, Méndez, siempre presente aunque en un segundo plano, hace un gran papel, y el final, con los duelos entre Akefeldt y la reciente incorporación de Akesson en las guitarras, con desafinamiento consciente como colofón, convierte al tema en el punto culminante de lo que llevamos de trabajo.

Con “Porcelain Heart” experimentamos el momento de mayor oscuridad del disco, pudiendo recordar por momentos a lo que OPETH hizo en “Blackwater Park”, pasado por la batidora acústica de “Damnation”. Un tema envolvente, tenebroso e intenso unas veces, barroco y bien orquestado otras, que supone un descenso a los infiernos en medio de la claridad y el intimismo del que veníamos, y todo eso sin usar voces guturales, lo cual es todo un logro. Sin embargo, este corazón de porcelana particular se ve ensombrecido ante el otro momento culminante de “Watershed”, “Hessian Peel”, la composición más larga de todo el disco y la mejor estructurada: oscuridad fantasmal, hipnotismo, melancolía, nuevos aires bluesy (con un Akerfeldt demostrando su aprecio particular por este estilo en su forma de cantar), instrumentación cuidada hasta límites lo concebible, apoteosis musical, intensidad en la ejecución, aires Crimsonianos a punto de la esquizofrenia... A lo mejor no es un “clásico” para el grupo, pero no cabe duda de que la inspiración era máxima a la hora de componer este tema. Finalmente, volviendo a los terrenos más psicodélicos y setenteros, “Hex Omega”, cierra el disco de una manera sobresaliente, aunque dejando con ganas de más, con la sensación de que, como conscientemente este tema ha sido concebido, “Watershed” está inconcluso, aunque si miramos nuestros relojes habrá pasado casi una hora desde que comenzamos su escucha.

¿Dónde podríamos ubicar “Watershed”? No sabría decir si es mejor o peor que “Ghost Reveries”, pero desde luego este disco no es un adormecimiento en los laureles, es un paso más en el camino, un camino que cada vez aleja a OPETH más de su pasado, pero que no deja de demostrar el genio de un hombre, Mikael Akerfeldt, que mantiene su inspiración prácticamente intacta. El futuro de OPETH nadie lo conoce, no se sabe si alguna vez retomarán la estela que van dejando y volverán sobre sus huellas, o por el contrario, seguirán dejándose llevar por la marea que los empuja desde su creación. Sea cual sea la opción, “Watershed” contribuye a forjar la leyenda de un grupo que puede presumir de ser ellos mismos.

(Crítica publicada también en: http://www.rocktotal.com)

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