Si hablásemos del batería Post-Bop por excelencia, o al menos uno de los más reclamados como “sideman”, ese sería BILL STEWART. Teniendo como valedores a JOHN SCOFIELD y JOE LOVANO, con los que aprendió y fue introducido en el mundo discográfico de Blue Note, sello con el que editó sus dos primeros trabajos, BILL STEWART y coetáneos suyos como el eterno acompañante BILL CARROTHERS o el introspectivo LARRY GRENADIER (a los que fichó para este “Telepathy” como no podía ser de otra manera), siempre tendrán el cartel de músicos de sesión o acompañantes de excepción, aunque hayan editado trabajos a su nombre, siendo casi imprescindibles en muchas producciones de sonido Post-Bop y apareciendo en una enorme cantidad de trabajos considerados clásicos contemporáneos del mundo del Jazz. A ello hay que añadir que, pese a no tener una carrera personal muy prolífica ni conocida, son músicos inquietos y siempre están dispuestos a ponerse al servicio de cualquiera que les deje espacio para desarrollar sus propias ideas.
Volviendo a BILL STEWART, después de su debut para Blue Note en 1995, “Snide Remarks”, aún como acompañante de LOVANO y SCOFIELD, STEWART quería dar el salto con un trabajo que le mostrara no sólo como un músico experimentado e ingenioso, sino también como un buen compositor. Ese fue el papel asumido en “Telepathy”, donde se acompañó de lo mejorcito del sonido Post-Bop, entonces jóvenes casi desconocidos y hoy en día valores seguros. En los saxos, STEVE WILSON, aquí algo tímido y pausado y SEAMUS BLAKE, totalmente desatado. En el piano, un críptico y perfecto complemento de STEWART, BILL CARROTHERS, heredero de la escuela JARRETT-EVANS-MEHLDAU-COPLAND-HERSCH, pero con un tono aún más introspectivo y etéreo. Y en el bajo el también citado LARRY GRENADIER, entonces aún desconocido, pero que pronto se convertiría en el alter ego de MEHLDAU, demostrando que ser bajista es mucho más que acompañar de forma secundaria (dejando a un lado la labor solista de la que tiene buena muestra en “Telepathy” en el enorme e intimista “Calm”).
La idea era ofrecer composiciones propias, arriesgadas en armonías y estructuras y un par de condescendencias ajenas reconstruidas hasta hacerlas irreconocibles, como son “Rhythm-A-Ning” de MONK, destruida y vuelta a construir de manera inventiva y aventurosa y “Little Melonae” de JACKIE McLEAN, más ortodoxa pero no por ello falta de riesgo. Todo ello con un sonido sesudo y visceral al mismo tiempo, y dejando espacio para el lucimiento de todos, incluido el propio STEWART con un trabajo interpretativo muy lustroso y llameante. Desde el principio uno tiene la sensación de que “Telepathy” no es el típico disco dentro de lo común. Las estructuras no dejan espacio para el descanso y están constantemente girando, rozando el límite (grandiosa labor la de STEWART y GRENADIER intentando que todo quede sujeto, mientras CARROTHERS va un poco por libre y los dos saxofonistas se van peleando por entrar en los espacios sueltos), con lo que al final uno tiene la sensación de estar ante un trabajo en plena reinvención, con riesgo y variedad suficiente como para mantenernos alerta a lo largo de toda su duración.
No es de extrañar que cortes enigmáticos como el de apertura “These Are They” o la rítmica “Happy Chickens” se acaben metiendo en nuestras cabezas de forma obsesiva, o que el libre y despiadado “Fano” nos acabe generando excitación a la par que WILSON y BLAKE intercambian frases. Son temas construidos en el abismo y ejecutados con intensidad contagiosa, con lo que se puede hablar de “Telepathy” como si fuera una obra culminante: una pieza única que perdurará en la historia del Jazz en general y de BILL STEWART en particular, convirtiéndose además con el tiempo en un trabajo de estrellas que en su momento aún estaban en ebullición. Los que descubrimos este disco en 1997 asistimos sin querer al nacimiento de algo grande. Ahora no podemos dejar de disfrutarlo y redescubrirlo en cada nueva escucha como si fuera la primera.
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