Hay artistas que son mundos únicos en sí mismos. Es el caso de GEORGE RUSSELL y de BILL EVANS, el primero, junto a Gil Evans uno de los mejores arreglistas de la historia del Jazz y la Música contemporánea. El segundo el padre de casi todos los pianistas líricos de Jazz de la segunda mitad del siglo XX. Juntos ya habían confluido en alguna ocasión, pero en 1972 se produjo una colaboración de estas que nadie da un duro por ella una vez obtenido el resultado, pero que marcan un hito en las carreras de sus creadores. "Living Time", nombre que recibía la orquesta de Russell y el propio trío de Evans (éste usando el piano eléctrico también), es un disco que no gusta a nadie seguidor de ambos genios, pero al mismo tiempo es exponente de una época y una rara avis única en su especie.
"Living Time" se divide en Eventos y es un viaje interestelar. Russell nunca fue un arreglista al uso, tanto en los años cincuenta como en los setenta, siempre estaba un paso por delante. Y este disco es buena prueba de ello. El Jazz estaba cambiando, la libertad sonora del Free estaba dando su brazo a torcer y la fusión rockera que Miles Davis encabezó, se encontraba en su momento de mayor explosión. Russell optó por ambas cosas. Sobre una base eléctrica, desarrolló una suite arriesgada, dodecafónica y desquiciada en donde BILL EVANS es un mero elemento más del conjunto, ajeno a su introspección y su lirismo habitual.
La violencia de los arreglos, la presencia de solistas de la talla de Sam Rivers, Howard Johnson o Jimmy Guiffre, la esquizofrenia de la doble sección rítmica, en la que al trío habitual de Evans se le añaden Tony Williams y la tríada Ron Carter, Stanley Clarke y Herb Bushler en el bajo eléctrico, la disonancia de Sam Brown con su guitarra... todo confluye en cada evento, con contrapuntos y momentos de mayor o menor lucidez, pero siempre con un halo de inquietud y absorción sonoras que envuelven la escucha de "Living Time" haciendo de ésta un viaje claustrofóbico y enigmático al mismo tiempo.
No es un trabajo fácil. De hecho fue un descalabro económico para ambos músicos, encontrándose enterrado en la discografía de ambos y no siendo reeditado nada más que en Japón, donde no tienen complejos a hacer labores de arqueología musical. Pero "Living Time" goza de esa virtud que artistas de la talla de Russell y Evans poseen: creatividad.
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