viernes, 20 de junio de 2014

HERBIE HANCOCK HEAD HUNTERS: "Head Hunters": Un pelotazo comercial con mucha miga


Desde que entre 1968 y 1969, Frank Zappa en el Rock y Miles Davis en el Jazz, decidieran entrecruzar ambos géneros, la historia de la música no sería ya la misma. Por un lado surgirían una pléyade de conjuntos sinfónicos y eminentemente instrumentales, por el otro un conjunto de músicos que añadirían a sus instrumentaciones elementos eléctricos y estructuras propias de la música más popular de la citada década. La confluencia hizo que muchos músicos estuviesen pluriempleados y que festivales de Rock ofrecieran Jazz y viceversa. Por esta razón, músicos que de una u otra manera habían formado parte de la evolución del Jazz y del Rock de los sesenta, y particularmente los que bebieron directamente de Zappa o de Miles al estar presentes en sus formaciones, se apresuraron a sacar su pelotazo particular. Ese fue el caso de HERBIE HANCOCK que ya lo llevaba intentando un tiempo con su formación “Sextant” y que lo consiguió con “Head Hunters”, llegando a superar en cuanto a ventas se refiere a su propio mentor.

La formación de HEAD HUNTERS presente en su homónimo debut de 1973 con Hancock entre sus filas, incluía a otro ex Miles, BENNIE MAUPIN con saxos, clarinetes y demás, al percusionista BILL SUMMERS, al bajista PAUL JACKSON Jr. y al gran HARVEY MASON (que luego fundaría FOURPLAY ya en plena fiebre Smooth ochentera). Hancock quería lograr un disco de fusión con raíz muy Funk, más afroamericano, sin la efectividad de las guitarras eléctricas, alejándose así del resto de grupos de fusión post Miles y del propio Miles. Por esta razón las composiciones de “Head Hunters” giran en torno a la síncopa y el pulso saltarín de Mason y Jackson, dejando a Maupin y el propio Hancock, detrás de los solos, el primero de forma mucho más brillante que en su periplo con Miles, no exento de dosis de efusividad post-coltraneana, y el segundo rodeándose de una constelación de teclados y pedaleras, como si de un Zawinul se tratase.

El resultado son cuatro composiciones: tres compuestas para la ocasión, largas y pegadizas (la última “Vein Melter”, más relajada y atmosférica), y una revisión del “Watermelon Man” compuesto por Hancock en los sesenta y recuperada y reconvertida para la ocasión. Dicho así no parece un disco muy comercial, sino fuera porque Hancock estuvo tocado por la varita mágica al componer el corte de apertura, el más largo, “Chameleon”, compartiendo créditos con sus compañeros, que durante quince minutos sintetiza a la perfección lo que es “Head Hunters”: Funk y Jazz electrificados, pegadizos y con mucho Groove, algo que se repite con posterioridad en el primer tema de la cara b, “Sly”, en honor obviamente de SLY & THE FAMILY STONE, con unas formas algo más libres en lo que a improvisación se refiere. Con estos elementos el disco subió como la espuma y logró ser un hito creativo y comercial en la carrera de Hancock, marcándole en sus posteriores años.

Y es que, efectivamente, la formación de “Head Hunters” dio para más, con pequeños cambios, llegando hasta finales de los setenta, cuando Herbie Hancock decidió cambiar de tercio. Incluso los propio HEADHUNTERS sin Hancock (aunque bajo su batuta productora), tuvieron vida propia hasta bien recientemente (en 1998 editaron una “vuelta” en la que Hancock aparecía como invitado, sin tampoco mucho que aportar, pero por lo menos entretenido). Pero todo era ya anecdótico, 1973 fue el antes y el después y “Head Hunters” uno de los discos esenciales en el devenir histórico del Jazz, purismos a un lado.



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