Si hay dos bandas influyentes en
el mundo del Grind europeo (en el americano lo sería REPULSION), esas serían
CARCASS y NAPALM DEATH. Los segundos se autoproclamaron los padres del
Grindcore, pero los primeros fueron los que mayor influencia de sonido y temática
tuvieron en un gran número de bandas, además de reconvertirse y ser también
punto de partida de otro género, el Death Metal Melódico. Pero vayamos por
partes, y no haré el chiste, aunque con este grupo vendría al pelo: CARCASS se
formó entre Jeff Walker (activista de izquierdas presente en bandas como los
ELECTRO HIPPIES), Bill Steer (que formaba parte de los también citados NAPALM
DEATH) y Ken Owen. Los tres, amantes de las cirugías y los términos médicos,
decidieron crear una banda de sonido putrefacto y cacofónico que tanto en
imagen como en letras fuera un culto a la descomposición. “Reek Of Putrefaction”
fue el punto de partida y desde el momento en que empieza con “Genital Grinder”
uno se da cuenta de que esta banda era distinta: una amalgama de riffs afinados
en el subsuelo, unos ritmos atropellados y unas voces que parecen sacadas de
las mismísimas entrañas…
La banda no dejó indiferente a
nadie: los que los degradaron a la altura de broma de mal gusto (el “mal”
sonido del debut no les hizo ganar muchos adeptos), a los que los encumbraron
como lo mejor que había salido en años. El propio John Peel, cómo no, atento
siempre a lo que salía de sus alrededores, les dio una oportunidad y fue el
momento en que el trío inglés decidió un año después de la putrefacción
inicial, sacar su obra culminante en cuanto a “Goregrind” sucio y pastoso se
refiere, “Symphines Of Sickness”. En este trabajo hubo cambios importantes, que
incluso les ganó detractores que en un primer momento les alabaron: el sonido
mejora, aunque las guitarras siguen siendo pastosas y afinadas en los bajos
fondos. Los temas se alargan, ya no se quedan en el minuto y pico sino que se
amplían las estructuras y se enriquecen los ritmos. Finalmente, las voces de
rana en mazmorra aumentan sus registros a otros más agresivos y limpios que
serían anticipo de lo que vendría después.
La sinfonía enfermiza que
constituye este trabajo es un constante vaivén entre partes groovies, ataques
de blast-beats y solos disonantes, que a diferencia de en su primer disco,
donde se conseguía un sonido de conjunto formado por la suma de muchas partes
como si de un collage se tratase (collage digno de las portadas de estos dos
discos, llenos de desmembraciones e imágenes de autopsias), se conformaba por
composiciones con entidad propia. Los himnos serían “Reek Of Putrefaction”, uno
de los más pastosos y sangrientos, el enorme “Exhume To Consume” o el rítmico
(y anticipo de la melodía de años más tarde) “Empathological Necroticism” con
el que se cerraba la primera cara del disco. Ya en la segunda mitad, “Embryonic
Necropsy And Devourment”, mantiene ese tono rítmico adictivo con cierta
melodía, pero se volverá al sonido pastoso y putrefacto en “Crepitating Bowel
Erosion”, con un desvanecido final que es puramente necrótico. Estaba claro que
CARCASS evolucionaba, como lo hizo en toda su carrera (no tienen dos discos
iguales) y aunque se podría considerar una transición entre el debut y “Necroticism
- Descanting The Insalubrious” (tercer disco y para muchos el mejor), en mi
opinión “Symphonies Of Sickness” es la mejor versión de esta primera fase auténticamente
Goregrind y sus posteriores trabajos, ya con Michael Amott como segundo
guitarra, eran “otra cosa”.
“Symphonies Of Sickness” no es un
disco para todos los públicos. En general el Grind es un género muy concreto y
dirigido a un público muy particular, un público y un género que no existirían
sin grupos como CARCASS, a los que el 90% de las bandas Goregrind posteriores
le deben su existencia. Pero lo uno no quita lo otro, y seas fanático de estos sonidos,
como es mi caso, o seas simplemente un curioso oyente, el peso específico e
histórico de CARCASS es digno de mención. Unos pioneros. Unos maestros. Una
obra única e imprescindible.
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