viernes, 11 de enero de 2019

TRAVIS & FRIPP - "Thread": dos genios a medio gas



Dos genios unidos en una obra personal y espontánea, puede generar urticaria o admiración. Máxime si uno de esos genios es el no siempre fácil de trato Robert Fripp, fundador de una de las bandas más influyentes de la historia de la Música, géneros a un lado, KING CRIMSON. Por eso, el cruce entre Fripp y Theo Travis, este último uno de los músicos más respetados de la escena, ya no sólo con SOFT MACHINE, sino con multiplicidad de artistas, también en solitario, y por aquí ya aparecido en proyectos como THE TANGENT, podía derivar (o degenerar según se mire) en un gran disco o en un bodrio de proporciones astronómicas. Y es que no siempre es fácil conjugar las inquietudes de dos personas tan abiertas, pero al mismo tiempo con un estilo tan propio, y sobre todo, no siempre es fácil trazar la línea entre la improvisación apabullante, la técnica envidiable, en definitiva, la música para músicos, y la condescendencia con el oyente. El resultado de esta conjunción TRAVIS & FRIPP es “Thread”, que recientemente fue presentado por nuestras latitudes y que ahora se me brinda la oportunidad de escuchar.

Siendo fanático de KING CRIMSON, aunque perdiendo la pista de Fripp desde que se centró en su faceta de músico de cámara, y sobre todo admirando a un Theo Travis, creo que no bien ponderado, ni en el mundo del Rock y el Progresivo, ni en el mundo del Jazz, aunque aquí sí que tiene algún adepto más, la alineación de ambos planetas se me antojaba un regalo, aunque también me daba miedo. Máxime si revisaba la duración de muchos temas y la parquedad de la instrumentación, por mucho que Steven Wilson, de PORCUPINE TREE en sus labores de producción añada algún elemento extra. Tenía curiosidad, eso sí, por saber si el proyecto se movería por terrenos de virtuosismo o de relajo espiritual. Con Fripp y sus etéreos sonidos sacados de mil y un inventos y Travis, solvente tanto en las efusividades improvisatorias, como en las líneas ambientales, no sabía si me encontraría con un disco al más puro estilo ECM (sello especializado en productos de sonido particular, cuyo punto de conexión es la frialdad, tan bella como aséptica) o por el contrario con una pieza más propia de Cuneiform (sello especializado en todo tipo de Rock progresivo en su más amplia extensión y algo de Jazz también), por citar dos sacos de bandas con tantos adeptos como detractores.

El resultado es ambiguo y si tuviera que decantarme, diría que va más en la línea del sello alemán (ECM), recordando a los diversos duetos improvisados que ha sacado. Por un lado tenemos a Travis, que es el que más inventiva aporta a la UTE particular que se han montado estos dos creadores. Por otro lado tenemos a un Fripp en su salsa para dar rienda suelta a sus múltiples pedales, efectos y sonidos afines. El conjunto es agradable de escuchar, creativo, pero también parece que ambos músicos van a medio gas y no ofrecen todo lo que pueden o han demostrado que pueden dar de sí. No digo que Travis no brille en estas tesituras tan ambientales, pero falta algo más de carne con la que rellenar el plato. Y Fripp se limita al detallismo sonoro, lo cual precisa de muchas escuchas y no siempre con final feliz para poder sacar todo el potencial de sus ideas. Así pues, “Thread” es un disco para digestión calmada, que se deja escuchar si se desea, pero no aportará nada sino es con atención y los cinco sentidos puestos en los altavoces, y aún así, la escucha acaba con la sensación de que “falta algo”.


Y es que falta, sobre todo a partir de “The Silence Beneath”, por empezar por lo más duro. El tema sobresale por ser en el que Travis utiliza el saxo soprano con predominancia y no la flauta, y el aire frío y de producción natural hace recordar a Jan Garbarek en sus muchos proyectos casi New Age. Sin embargo, a partir de ahí, nuestro cerebro empieza a estar saturado de tanto sonido etéreo y relajo estructural. Aunque “Curious Liquids”, vehículo de lucimiento para Travis, nos lo muestre doblado en sus dos instrumentos con el cromatismo de Fripp de fondo, o “Pastorale” ofrezca momentos de indiscutible belleza, necesitamos algo más. Los profanos en la materia escucharemos sonidos algo repetitivos y sin una gran compenetración entre ambos músicos. Y quizás ahí esté la clave: Fripp y Travis parece que van a lo suyo y eso deviene en una falta de entusiasmo que se contagia en esta parte final del trabajo, pero que tampoco mejora mucho en la primera parte. Para improvisar pienso que es clave el conocimiento mutuo, sino puede tenderse a dejarse llevar por los tics de uno mismo y simplemente cubrir expediente, que es la sensación con la que deja el dúo.

No obstante lo dicho, sólo por “As Snow Falls”, el disco merece aunque sólo sea una escucha. Durante casi un cuarto de hora, Travis y Fripp se dejan llevar por sus instrumentos y aunque les cuesta entrar en calor, y al principio uno no sabe muy bien por dónde van a llevar los sonidos de Fripp, la flauta de Travis lo compensa con un fraseo que parece humano, susurros en el silencio que van narrando una historia acorde con el título: lentamente la nieve cae y todo se cubre de blanco y Travis va marcando ese ritmo, mientras Fripp va aumentando la intensidad por momentos. Del resto de la primera parte del trabajo, también destacaría “Before Then”, probablemente la más arriesgada y Avant Garde de todo el plástico, recordándome a esos sonidos minimalistas y de cambios tan rápidos que asustan que la escuela neoyorkina del Downtown puso de “moda” en los ochenta. En cualquier caso, insisto, parece que ambos músicos se hubieran conocido cinco minutos antes de grabar y no supieran muy bien qué hacer, aunque dada la profesionalidad y solvencia de cada uno por separado, el resultado malo no es.

Mentiría si digo que “Thread” no me ha decepcionado. Por otro lado, reconozco que es un disco difícil y que precisa mucho, mucho sosiego y atención para terminar de comulgar con él. En esta unión TRAVIS & FRIPP ambos han optado por centrarse en sus propios instrumentos sin mirarse el uno al otro, ni por supuesto al oyente, y aunque Theo Travis salva bastante los trastos y deja detalles de paz y belleza, Fripp está demasiado centrado en ser él mismo. Falta la magia de la espontaneidad, falta la chispa del momento, falta cierta inspiración por qué no decirlo. ¿Mucho ruido y pocas nueces? No, ambos músicos no son mancos y hacen un buen trabajo, pero sin entusiasmo por ninguna de las partes.

(Crítica publicada también en: http://www.rocktotal.com)

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