DISMEMBER. Hay nombres que hablan por sí mismos y aunque parezca pretencioso que después de siete discos a tus espaldas edites un nuevo trabajo con el mismo nombre que tu banda, conmemorando veinte años en activo, está más que justificado en determinados casos. DISMEMBER. Sinónimo de Death Metal sueco, sinónimo de coherencia, sinónimo de directos contundentes y cargados de excitación. DISMEMBER. Sencillamente una de las bandas imprescindibles de la música europea de las últimas décadas. Simplemente DISMEMBER.
Ha llovido mucho desde que “Like An Ever Flowing Stream” cobrara vida. Han pasado aún más años de los que Matti Kärki, David Blomqvist y Fred Estby (ya fuera de la banda -los años no pasan en balde...-) supusieron alguna vez, allá por los primeros noventa al editar su primer disco, una de las joyas imprescindibles en la historia del Death Metal. Una larga trayectoria donde ha habido de todo, buenos, buenísimos, correctos... discos, pero siempre con su sonido característico como perfecta imagen de sí mismos. ¿Qué ha sido DISMEMBER? ¿Qué es DISMEMBER? ¿Necesita algún tipo de presentación este grupo? ¿Necesita definición el olor a carne putrefacta, el sabor de la corrosión, la visión de llamas centelleantes tomadas prestadas del mismísimo infierno? DISMEMBER, simplemente uno de los grandes, ¡como si esto fuera poco!
Los han acusado de inmovilismo, de regocijarse en su propio sonido, de no moverse ni un milímetro de su raíz. También los han acusado de no ser fieles a sí mismos, aunque parezca paradójico y contradictorio (“Massive Killing Capacity”, “Hate Campaign”...) ¿En qué quedamos? ¿Cuándo quieres comer carne roja y sangrante, pides en su lugar un queso con membrillo? DISMEMBER no necesitan ser reconocidos por críticas que no llevan a ningún sitio, ni por los libros de historia... ellos son su propia historia y habla por sí sola, forjándose disco tras disco, concierto tras concierto, y parece que el tiempo no pasa. Veinte años no son nada y “Dismember” lo demuestra: un disco compuesto y grabado en 2008, con la ilusión y el espíritu de hace dos décadas. Sonido limpio pero orgánico, si es que esto es posible, Kärki más cabreado que nunca, las guitarras aún más pesadas y corrosivas, variedad y mala baba... simplemente DISMEMBER.
Si “The God That Never Was” fue uno de los discos de su año, “Dismember” no va a ser menos, con un añadido, salvo que de aquí a finales de 2008 alguien consiga hacerme escuchar su disco decenas de veces por semana, el puesto de disco del año ya tiene posición ocupada. Por derecho propio. Sin más. Y eso que confesaré que tenía miedo por saber si Thomas Daun estaría a la altura de las circunstancias del mítico Fred Estby, uno de los artífices de la enciclopedia del batería de Death Metal: sencillez, efectividad, fogosidad en cada pegada... y muchos más detalles de lo que se pueda pensar en un primer momento. Sin embargo Daun hace un trabajo soberbio, sin nada que poder objetarle. Y sus compañeros de banda han vuelto a superarse, han vuelto a componer una decena de cortes directos al grano, con el añadido de un punto de variedad del que carecía “The God That Never Was”, un disco destinado mucho más a desfasar dada su explosividad que a ser degustado poco a poco.
Se nota que este disco es especial para la banda y DISMEMBER lo demuestra recogiendo casi todas sus facetas (que no son muy amplias, pero quién necesita nuevos ingredientes cuando lo que quiere es buena carne sangrante y jugosa), los medios tiempos, las melodías que fueron introducidas con un carácter predominante en el “Massive Killing Capacity”, los ritmos cargados de groove de “Death Metal”, el desgarro y la crudeza de “Indecent and Obscene” y el sentimiento totalmente clásico, envejecido y estimulante de “Like An Ever Flowing Stream”, y cómo no, esos toquecillos a lo IRON MAIDEN que son marca de la casa y que hacen que en directo adopten posturitas de banda Heavy de pedigree, de raza, de casta, con los mástiles de las guitarras en alto. Puro DISMEMBER resumido en un trozo de plástico que gira mecánicamente hasta llenar nuestra atmósfera de casi tres cuartos de hora de auténtica genialidad musical.
¿Para qué empezar con preeliminares? Directamente abrimos el disco con un disparo entre las cejas y que se atrevan a chistarnos... algo así debieron de tener en mente Kärki y compañía al seleccionar “Death Conquers All” como inicio de “Dismember”. Genial, brutal, sin descanso, a piñón fijo. Sujetad los muebles porque puede que empecéis a hacer un pogo con vosotros mismos y que vuestro domicilio sea destruido. Y para que no pare el holocausto, “Europa Burns” trae la pesadez y el groove en todas y cada una de sus notas. La llama ya está encendida y no hay quien la pare, la sangre fluye por nuestras venas, por las paredes de la habitación, por las ventanas... la sangre fluye del firmamento, como en “Under A Blood Red Sky”, rabioso, veloz, despiadado... y a la vez con un gran sentido de la melodía (esos intercambios de solos y melodías dobladas hacen que experimentemos momentos orgiásticos). Algo que sólo DISMEMBER sabe conseguir y que culmina en el final de este tema, puro IRON MAIDEN. “The Hills Have Eyes”, nos despierta del ensueño y nos introduce de lleno en el Death And Roll, en el ritmo y el desenfreno, en la excitación sin medida. Pero que nadie piense que la inspiración se acaba aquí. “Legion” pisa a fondo el acelerador y traslada a los dos primeros discos de DISMEMBER, con unos riffs correosos y putrefactos, muy acordes con la infernal voz de Kärki y la potencia del estribillo del tema, un tema que en directo debe sonar brutal.
La bestia anda suelta y cualquiera es capaz ahora de contenerla. Por eso para contrarrestar DISMEMBER vuelve a tirar de melodía no exenta de brutalidad en “Tide Of Blood”: más intercambios de solos, más electrificación Heavy, más alimento para una tormenta de vatios que descarga en “Combat Fatigue”, canción que se forma por dos o tres elementos bien puestos (un par de riffs, un ritmo contenido que se acabará acelerando explosivamente y poco más en cuestión de unos dos minutos) pero que alcanza cotas efectividad tan altas que ya quisieran algunos grupos. “No Honor In Death” supone una vuelta de tuerca más, un descenso a los infiernos en forma de morbosidad, pesadez y sentimiento Doom. ¿Y qué mejor que la locura de “To End It All”, puro DISMEMBER en su versión más agresiva, para salir de ese infierno? ¿O quizás no es más que un puente para entrar en la verdadera mansión de Satanás? Más bien estamos en este segundo caso porque el groove descontrolado de “Dark Depths” y sobre todo la decadencia mortuoria de “Black Sun” son el epitafio de nuestra existencia, tras lo cual, misteriosamente, de lo único que tendremos ganas es de volver a viajar por esta lluvia de fuego y sangre.
¿Necesitas algo más para aceptar la invitación? DISMEMBER lo ha vuelto a hacer, ha facturado un disco a la altura de las circunstancias, fundamental resumen de toda su existencia e incluso por momentos más que brillante, sin desmerecer a ninguno de sus clásicos. Cualquier fan del Death Metal más desquiciante y machacante debe tener en este lanzamiento una prioridad. Cualquier fan del grupo, por descontado. DISMEMBER, simplemente DISMEMBER.