"Hands" hace honor a su nombre. Forjado del cruce musical entre los Habichuela (con el maestro Pepe como cabeza luminaria y Josemi Carmona su hijo como cabeza pensanste) y Dave Holland, entre el Flamenco y el Jazz, todo en "Hands" está hecho a "mano". Y ya no es por la naturalidad, la frescura o la delicadeza, sino por el detalle de que los cinco componentes que aportan en el disco usan sus manos como vehículo de expresión, ya sea con la guitarra, el contrabajo o la percusión.
Dos temas de Holland "adaptados" y el resto todo son bulerías, tangos, fandangos, rumbas... con lo que el papel de "extraño" en esta película está claro: Dave Holland, y sin embargo su entusiasmo tanto en directo como en el disco en particular, se contagia. Normalmente los experimentos, ya manidos, entre el Jazz y el Flamenco, tienden a tintar lo uno de lo otro o viceversa, pero no logran una conjunción absoluta, o se quedan en meras recreaciones camaronescas. "Hands" es distinto, "Hands" es Flamenco, viejo, alegre pero también reposado, sin pretensiones, y en su ejecución cuenta con un invitado de excepción que lejos de no encajar, parece haber nacido para complementar el proyecto.
Y es que Holland asume el papel del cantaor en "Hands". Sus pizzicatos se entrecruzan con los arpegios de los Habichuela, pero cuando llega el momento de exponer la estructura de los temas, Holland hace crujir su bajo, haciendo que el quejío se transmita desde sus cuerdas hasta la madera cálida de su caja de resonancia. Y la mejor forma de ejemplificar este hecho está en esa magnífica taranta que es "Camarón", donde Holland llora a placer sobre las cuerdas de su instrumento, alargando las notas, tiñéndolas de sentimiento.
No se sabe si esto se quedará en algo puntual o dará sus frutos posteriores como las reiteradas reuniones entre McLaughlin, DiMeola y Paco de Lucía en su momento. Hasta entonces, "Hands" da un paso como un disco de fusión auténtica: donde todos los músicos se complementan para crear algo único. Pura magia. Puro duende.
Dos temas de Holland "adaptados" y el resto todo son bulerías, tangos, fandangos, rumbas... con lo que el papel de "extraño" en esta película está claro: Dave Holland, y sin embargo su entusiasmo tanto en directo como en el disco en particular, se contagia. Normalmente los experimentos, ya manidos, entre el Jazz y el Flamenco, tienden a tintar lo uno de lo otro o viceversa, pero no logran una conjunción absoluta, o se quedan en meras recreaciones camaronescas. "Hands" es distinto, "Hands" es Flamenco, viejo, alegre pero también reposado, sin pretensiones, y en su ejecución cuenta con un invitado de excepción que lejos de no encajar, parece haber nacido para complementar el proyecto.
Y es que Holland asume el papel del cantaor en "Hands". Sus pizzicatos se entrecruzan con los arpegios de los Habichuela, pero cuando llega el momento de exponer la estructura de los temas, Holland hace crujir su bajo, haciendo que el quejío se transmita desde sus cuerdas hasta la madera cálida de su caja de resonancia. Y la mejor forma de ejemplificar este hecho está en esa magnífica taranta que es "Camarón", donde Holland llora a placer sobre las cuerdas de su instrumento, alargando las notas, tiñéndolas de sentimiento.
No se sabe si esto se quedará en algo puntual o dará sus frutos posteriores como las reiteradas reuniones entre McLaughlin, DiMeola y Paco de Lucía en su momento. Hasta entonces, "Hands" da un paso como un disco de fusión auténtica: donde todos los músicos se complementan para crear algo único. Pura magia. Puro duende.
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