Desde ABBEY LINCOLN, nunca hubo una cantante más atípica que CASSANDRA WILSON. Después de unos inicios catapultados desde el subsuelo, como vocalista “underground” y Avant-Garde, bajo la batuta de HENRY THREADGILL y AIR, y formar parte del movimiento M-Base dirigido por STEVE COLEMAN y compañía, navegando en sellos independientes como el mítico JMT en donde combinaba composiciones arriesgadas y alejadas de los focos, con standards más convencionales, la todopoderosa Blue Note llamó a la puerta de CASSANDRA y le abrió los brazos, dándole más medios para dar rienda suelta a su inquietud creativa, pero también aconsejándole sendas por dónde empezar. Lo que para algunas como su coetánea DIANNE REEVES fue el principio del fin, en CASSANDRA no fue tan evidente, si bien la WILSON empezó a alternar obras maestras con experimentos ante los que uno no sabía muy bien qué posición tomar, generando que la irregularidad entrara en la trayectoria de la cantante.
El comienzo con Blue Note no pudo ser más prometedor. Con “Blue Light 'Til Dawn” y “New Moon Daughter”, la WILSON facturó sus dos mejores discos tanto en éxito de crítica como de público, mezclando sabiamente standards reinterpretados de manera personal, con otros cortes ajenos a estilos que navegaban entre el Pop, el Country, los espirituales y el Folk, dejando clara la personalidad ecléctica de la cantante. Fue entonces cuando salió “Traveling Miles” en honor al genial trompetista y también el primer disco en Blue Note que suscitó cierta controversia y enfrentamiento de opiniones. Acompañada de una gran cantidad de amigos entre los que destaca REGINA CARTER, PAT METHENY, STEVE COLEMAN o DAVE HOLLAND, y con KEVIN BREIT y MARVIN SEWELL como cabezas pensantes junto a la propia CASSANDRA a la hora de arreglar los temas, la vocalista decidió rendir tributo a su manera: es decir, descomponiendo las partituras originales, cambiándoles los tempos y desfigurando gran parte de las melodías, para adaptarlas a distintos estilos y a su voz grave y profunda.
La idea era buena, pero muchos vieron una cierta desidia en el resultado final. Yo creo que el problema está en afrontar “Traveling Miles” como un tributo en sentido clásico. Si uno se acerca a él como un disco de CASSANDRA WILSON, aunque algunas melodías nos resulten familiares y los títulos de los temas más (“Tutu”, “Seven Steps To Heaven” o el tema de CINDY LAUPER que tanto popularizara MILES en los ochenta en el mundo del Jazz, a la par que MICHAEL JACKSON lo hacía en el Pop, “Time After Time”), mientras en otras ocasiones la pluma de WILSON se entremezcla con la idea original de MILES (“Run The Voodoo Down” o “Never Broken”) y en otras es la propia CASSANDRA la autora de los temas (“Traveling Miles”, “When The Sun Goes Down” y “Piper”), obtendremos un resultado variado y arriesgado en muchas ocasiones, una versión casi de “cantautor” de composiciones que residen en la memoria de cualquier jazzista, con predominio de guitarras acústicas y parcas instrumentaciones, y la voz arrastrada y grave de CASSANDRA. Si por el contrario buscamos algo más ortodoxo, saldremos defraudados, porque la WILSON no quiso alcanzar el clímax original de los temas, sino su reubicación desde nuevos puntos de vista.
En mi opinión la idea de CASSANDRA WILSON fue buena, aunque quizás su resultado pudo haber sido más completo. “Traveling Miles” es un tributo diferente, con personalidad propia, no un simple plagio de las ideas originales del trompetista que fue historia del Jazz en su propia biografía. Acercarse a MILES es siempre difícil y CASSANDRA no tuvo miedo en hacerlo desde su propia alma. Asumir riesgos así es digno de elogio.
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