Paz, relajación, paisajismo, suavidad, intimidad... son conceptos que podían definir la sensación que genera “Schoolyard Ghosts”, quinto disco del proyecto de Steven Wilson y Tim Bowness, NO-MAN (originariamente formados con un nombre tan largo como descriptivo: “No Man Is An Island (Except The Isle Of Man)”. Nada de Metal, nada de Rock, simplemente minimalismo, relajo estructural, eclecticismo y buen gusto, para algo más de cincuenta minutos de absoluta paz espiritual.
¿Cómo describir el océano?, una frase que ya apareciera en los discos de Miles Davis de los setenta, como anticipo a todos aquellos que osaran desprestigiar sus devaneos con el Jazz Rock, viene a la mente tras la escucha de este disco de NO-MAN. Si una mezcla tan evocadora como experimental entre Trip-Hop, música ambiental, un toquecillo de Jazz, Pop y Post-Rock te sirve de algo, entonces no dudaría ni un minuto en escuchar “Schoolyard Ghosts”, un disco que dosifica la energía, que busca más el hipnotismo que el efectismo, que se va adueñando poco a poco de nuestros espíritus para entrar en comunión absoluta con la tranquilidad y la devoción por la belleza congelada que expresa este dúo en su propuesta. Una voz susurrante y cálida, una base instrumental que se basa en el matiz, como si de una banda sonora se tratase. Una paleta de colores sencilla, muchas veces monocromática, pero que sabe sacar el mayor partido a la simplicidad de formas y sonidos. En definitiva, elegancia y esparcimiento, nada de dinamismo, pero sí mucha capacidad envolvente. Simplemente una música para degustar poco a poco, dejando que sea absorbida por cada poro de nuestra piel y haciéndonos parte de ella.
No obstante, el mayor problema que le veo a NO-MAN es que cuesta exprimirlo. De buenas a primeras uno puede sentirse superado por la propuesta. De hecho, me ha costado tres escuchas espaciadas, intercalando otras cosas que nada tenían que ver con el estilo, para poder sacar algo de todo lo que “Schoolyard Ghosts”, tan fantasmal e ingenuo como su título, da de sí. Incluso teniendo en cuenta que soy seguidor de grupos como PORTISHEAD, pero he de confesar que en la primera escucha del trabajo sentí cierta somnolencia. Evidentemente, no es un disco que se digiera a la primera, ni tampoco es el estilo más excitante del mundo, pero el espacio derrochado en muchos pasajes que se alargan hasta límites de lo asimilable puede hacer que uno en vez de verse envuelto en la propuesta, se vea expulsado en cuestión de segundos. Al final, hablando desde un punto de vista totalmente subjetivo, he conseguido disfrutar y bastante además, pero eso no quita para que, objetivamente, se eche de menos un poco más de elaboración estructural que haga tener a los temas un patrón más definido y no sea todo una sucesión de pasajes, donde el trasfondo varía según los antojos del dúo, pero sin un camino concreto por el que discurrir.
Poco espacio hay para individualidades y protagonismos, “Schoolyard Ghosts” es una historia que debe ser escuchada en su conjunto y dejándose llevar lo más posible por su relajante oleaje. Aún así hay dos momentos que me han llamado especialmente la atención, consiguiendo que comulgue totalmente con lo que ofrecen Wilson y Bowness, este último fantasmagórico y espeluznante, a la vez que cercano e hipnótico, con su voz más susurrante que otra cosa. Estos momentos son “Truenorth”, una de las de ascendencia más Trip-Hop, donde el trasfondo musical es una mera “caja de música” para el lucimiento de un Bowness gris y melancólico, y el enorme tema que cierra el disco, “Mixtaped”, a ritmo de Jazz y donde un entrará en trance según vayan pasando los minutos. El resto, siguiendo la tónica ambiental y relajante del disco, da muestras de maestría y belleza, a pesar de los problemas de asimilación que ya he citado, haciendo que en global el disco pueda ser loado, pero a la vez criticado por su falta de condescendencia con el oyente.
Si quieres tener un momento de paz en medio del océano de nerviosismo estresante que es nuestro día a día. Si quieres verte envuelto en una sucesión de fotografías estáticas y de belleza fantasmal. Si quieres tener una sesión de psicoanálisis gratuita, en donde NO-MAN pone el hilo musical adecuado para que todos tus deseos insatisfechos salgan a relucir. En definitiva, si quieres disfrutar sin grandes prisas de una propuesta interesante pero relajada, “Schoolyard Ghosts” es un disco ideal para ello. Puede que no sea el disco más excitante del mundo, pero con un poco de predisposición y el ambiente adecuado, uno puede conseguir mimetizarse con el estilo desarrollado entre Steven Wilson y Tim Bowness.
(Crítica publicada también en: http://www.rocktotal.com)
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