miércoles, 9 de octubre de 2019

JAMIE SAFT QUARTET - "Hidden Corners": la máquina del tiempo hacia los altares de Trane


Desde que fundara su propio sello, JAMIE SAFT no para quieto en cualquiera de sus encarnaciones. Hasta tres discos ha editado este año si no me equivoco. De ellos el que más me ha llamado la atención, y el más reciente es "Hidden Corners". Partiendo de un concepto espiritual sobre la propia religión judía de Jamie, el teclista americano ha cogido como ejemplo de desarrollo una época espiritual como pocas para un músico venerado y cuya estela es alargada. Ese músico es John Coltrane y la época la que acabó con el clásico cuarteto de Trane y que dio joyas como "Crescent" o sobre todo "A Love Supreme". Añadiendo a ello un toque a la propia mujer de Coltrane, Alice en la forma de tocar de Jamie, tenemos lo que da de sí, musicalmente hablando, "Hidden Corners". Pero lejos de quedarse en el pastiche, Saft sabe llevarlo más allá y hacer propio ese sonido y esa espiritualidad de una manera bárbara, acompañado de unos músicos de contrastada y extensa experiencia y teniendo en los vientos a un estudioso del propio Trane, Dave Liebman.

Bradley Jones y sobre todo el batería Hamid Drake, están a la altura existencial de la obra, dialogando a la perfección con Saft y Liebman, pero es este último, como alter ego del pianista hebreo el que roza la perfección en cada nota, ya sea con el tenor, el soprano o la flauta. Desde que empieza a sonar "Positive Way", con el que se abre el disco, en primera toma y sin florituras, uno sabe qué pretende Jamie Saft. Acordes machacados y cíclicos, al más puro estilo McCoy Tyner, dan como origen un tema que en formas es más clásico pero que sirve para lucimiento de Liebman de buenas a primeras, recordando al citado "Crescent". "Seven Are Double" es aún más efusiva y también más visceral. Aquí Liebman se retuerce y la música es mucho más free, casi yéndonos a la era post "A Love Supreme", incluyendo algún detalle de piano preparado por parte de Saft. Para cerrar esta trilogía de ascenso a los cielos, uno de los puntos culminantes es "Yesternight", quizás el que más acerca al cuarteto a "A Love Supreme", esta vez con Liebman en el soprano. 


No todo es tan evidente, en el disco también hay espacio para experimentos más arriesgados en cuanto a formas, como es "231 Gates", con Liebman en una flauta muy expresionista mientras sus compañeros se mueven en las aguas del minimalismo. Lo mismo ocurre en "Turn At Every Moment", donde el protagonismo se lo lleva un Bradley magnífico con el arco, en un tema muy atmosférico y elevado. El tema título por su parte da un giro radical y se acerca al espíritu a través de un desarrollo más cercano y facilón. Liebman se estanca en el tenor, pero buenamente podría ser un corte de los primeros sesenta de Trane, cuando éste se centraba en los modos con su soprano, teniendo el "My Favorite Things" en primer plano. Un blues muy interesante en todo caso el que les ha salido.

Para el final Saft deja otro acercamiento avanzado al alma humana con "The Anteroom", una especie de segunda parte de "231 Gates" con Liebman en la flauta y el trasfondo minimalista del resto, en especial Hamid Drake y el propio Saft, que se centra en rellenar huecos y sacar sonidos del interior de su piano. Y finalmente "Landrace" termina de cerrar el círculo como lo empezó el disco, con otro tema de formas sesenteras y espiritualidad improvisatoria, de nuevo con especial protagonismo para un Bradley Jones brillante en su forma de pellizcar el contrabajo, que el sobresaliente sonido le da un regusto a madera de la buena. Esta vez es el soprano de Liebman el que lo conduce, pero una de los aspectos llamativos que se podría destacar de este disco es la maestría con la que Saft sabe llevar a sus compañeros para que todos tengan hueco en su desarrollo.

"Hidden Corners" deja con ganas de más y eso es bueno. Tiene la duración justa, la propia de un vinilo de hace más de medio siglo, pero aunque uno piense que Jamie Saft se ha limitado a recrear, en realidad va más allá. Ha creado, buscando la espiritualidad, para lo cual ha confluido en una época y un músico que hizo la música su credo y el alimento de su alma. Jazz de hoy con sabor al pasado.


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