Han sido ocho años. Ocho largos años para volver a tener un nuevo disco de AC/DC en nuestras manos. Entre medias el público español haciendo gala del gran calado que tiene esta banda por estas tierras, dedicándoles una calle en Leganés, haciendo uso por enésima vez de todos los tópicos metálicos en películas como “Isi/Disi”, recopilando material videográfico de los archivos de TVE para un DVD... en definitiva. Había ganas en España de AC/DC y la verdad es que el público ha respondido a las expectativas, convirtiéndose “Black Ice” en líder de ventas en su primera semana en las tiendas. Todo un logro en los tiempos que corren.
¿Y qué nos ha deparado esta larga espera? Un gran disco, a la altura de las circunstancias, con un sonido tremendo, buenas composiciones (algunas muy buenas, otras buenas y otras notables, pero siempre AC/DC en estado puro), mucha energía y feeling, en definitiva, como si el tiempo no pasase por el grupo australiano. Pero... Sí hay un “pero”, pequeño o grande, según se mire, y que ha hecho que valore “Black Ice” por los otros muchos puntos positivos que tiene, antes que quedarme sólo en este detalle, pero que para ser AC/DC, maestros del arte de redondear canciones, resulta un poco alarmante. Y ese “pero”, es que “Black Ice” es un disco globalmente excelente, pero que no pasará a la posteridad. ¿Por qué? Porque le falta algo, un detalle importante que hasta ahora, incluso en menor medida en “Stiff Upper Lip”, siempre se había dado en todo disco de AC/DC: algún tema que se quede para la eternidad. Todas las canciones de “Black Ice” son buenas, pero no hay ninguna por la cual, pasados unos años, el fan de AC/DC sienta la necesidad de volver a poner este disco, y eso puede ser un lastre importante, insisto una vez más, tratándose de AC/DC.
Ya lo he soltado. La verdad, quería dar a conocer esta impresión cuanto antes, porque así me puedo centrar en todo lo bueno que tiene “Black Ice”. Empezaré por la producción. Brutal. Claro, que con los medios con los que cuentan los Young y compañía no me extraña. Si “Stiff Upper Lip” tenía sonido clásico, casi crudo por momentos, en “Black Ice” se apuesta por la pulcritud y por una amplitud sonora que realmente eleva a la enésima potencia el conjunto. El bajo de Cliff Williams suena superlativo, brutal, las guitarras rítmicas de los Young adictivas como pocas, y la estática batería siempre con su papel de acompañamiento simple pero seguro. En definitiva, una de las mejores producciones con que ha contado AC/DC en su historia. Matrícula de honor en este aspecto. Y este envoltorio es ideal para lo mucho (o poco según los detractores que consideran que la banda australiana está sobrevalorada) que ofrece compositivamente el disco. Aquí hay de todo, con predominio del medio tiempo rítmico y bluesero eso sí, no esperéis ningún momento de desmelene, pero no obstante con variedad suficiente. Nadie espera otra cosa de AC/DC a estas alturas, pero ojo, porque hay un par de temas que se salen de la tónica del disco y que me parecen de lo mejor del trabajo.
¿Cuáles son esos temas? Pues, aunque siguen sin llegar a ser temas para el recuerdo, AC/DC experimenta con sonidos muy ochenteros, donde Brian Johnson suena más radiable que nunca en “Anything Goes” y en “Rock ´N Roll Dream”. En ambos temas el sonido de guitarras se hace más limpio, más accesible si cabe y Johnson reduce bastante el rasgado de su voz. Y el resultado es fresco, distinto, muy adecuado en mi opinión. En cuanto al resto, no hay mucho que decir. Estos tíos saben bien cómo hacer canciones con pocos elementos y a estas alturas quitarles el premio a los compositores más efectivos y eficientes del Rock sería poco menos que un sacrilegio. En mi opinión, lo mejor viene de la mano de “Big Jack”, un tema muy AC/DC que podría estar entre los de formas más clásicas del disco, “War Machine”, cuya introducción in-crescendo es brutal, “Decibel”, un Blues rítmico y absolutamente adictivo que huele a humo y cazalla, y donde Angus se luce con buenos momentos, “Stormy May Day”, cuyas guitarras me recuerdan sobremanera a LED ZEPPELIN y, finalmente, mi lista de favoritas la cerraría la propia “Black Ice”, final sencillo y efectivo, nuevamente en clave de Blues endurecido, con un una línea de guitarras muy buena que se queda grabada enseguida.
El resto, sin más, puro AC/DC, siempre con el notable como resultado y sin posibilidad de sentirse defraudado. Aunque curiosamente, el tema que abre el trabajo “Rock ´N Roll Train” no lo considero de los mejores, y eso que durante mucho tiempo ha sido lo primero que se pudo escuchar de este nuevo trabajo. Cuestión de gustos, supongo. Así pues, si puedes obviar el segundo párrafo de esta reseña, que en verdad, si eres fan del grupo, te dará igual porque “Black Ice” tiene todo lo que puedas buscar en un disco de AC/DC, te encuentras ante un buen disco que sigue engrosando la leyenda de una de las bandas que mejores resultados cosecha dentro del mundo del Rock. ¿Podría estar mejor? No cabe duda, pues aún tengo la incertidumbre de si este disco pasará la prueba del tiempo debido a la falta de un hit para la posteridad, pero aún así, no hay manera de sentirse defraudado en la casi una hora que dura el disco. AC/DC ha vuelto. La expectación alrededor de los conciertos que unos pocos podrán disfrutar en nuestro país próximamente lo demuestra. La forma fulgurante de entrar en las listas de ventas de nuestro país es otro elemento de prueba. Y el resultado es un disco que mantiene la llama viva. “Black Ice”, a pesar de su nombre, tiene más fuego del que podría pensarse.
(Crítica publicada también en: http://www.rocktotal.com)
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