Desde Canadá, sinónimo de calidad musical, y con un sonido a medio camino entre el Jazz y la New Age, BRIAN HUGHES edita “Fast Train To A Quiet Place”, un disco de título elocuente para amantes del sonido apacible de guitarra, de producción estratificada y aérea y toques latinos. Formando parte de las apetencias habituales de los amantes del Smooth Jazz, BRIAN HUGHES no es sin embargo un GEORGE BENSON de la vida. De hecho el gran guitarrista afroamericano no está entre sus referencias inmediatas. Este “honor” lo tiene, sin lugar a dudas, PAT METHENY y su sonoridad de los ochenta. Esta influencia es evidente desde que “Fast Train” o “A Blanket Of Stars”, los dos cortes de apertura suenan: ese sonido dulcificado y profundo, acompañado de ambientaciones y capas de sintetizadores varios y un gran piano clasicista como segunda voz solista obra de MATT ROHDE y que recuerda claramente a LYLE MAYS, son los ingredientes fundamentales de este disco, que aunque no sea nada original, envuelve y se desarrolla con una buena narrativa, incluso aunque los cortes suelen ser extensos, salvo un par de excepciones.
No obstante, y pese a lo dicho, BRIAN HUGHES completa su sonido con otros ingredientes que no rinden tributo solamente a PAT METHENY. Lo aprendido en sus colaboraciones con LOREENA McKENNITT le añaden ese toque World Music-New Age que da mayor profundidad a las texturas y a los paisajes recreados, además de teñir ciertos temas de un aire latino y cuasi aflamencado usando para ello una guitarra acústica como vehículo de expresión, como es el caso de “Would You Like Fries With That My Dear?” (extraño título para una composición) o “Café Sin Nombre”, ambas de inspiración totalmente latina y la segunda de ellas utilizando ciertas técnicas del Flamenco. Este toque más abierto y envolvente cercano a la New Age y al Neo-Folk se ve en el breve interludio “To A Quiet Place”, la tranquila y radiofónica “You & I” y sobre todo “The Gift”, cargado de percusiones y sintetizadores y donde HUGHES utiliza como vehículo de expresión un Sitar evocador, recordando el resultado conseguido a la citada LOREENA McKENNIT. Incluso BRIAN HUGHES se permite añadir un par de cortes más rítmicos y no tan etéreos como “Super Tight” o “Hallelujah”, ambos con protagonismo para el Hammond el primero en clave Funky y el segundo con formas espirituales.
Todos estos cambios añaden algo de variedad al sonido de “Fast Train To A Quiet Place”, aunque el timbre de la guitarra de BRIAN HUGHES siga siendo devoto de PAT METHENY y la idea básica del grupo y de los temas sean herederos del GROUP. De lo contrario estaríamos ante un trabajo sin mucha gracia, pero HUGHES sabe ir un poco más allá y trata de añadir todo lo aprendido en este trabajo. El resultado no sólo es agradable de escuchar, sino también interesante, algo más que “música de fondo”. Sin que sus influencias se diluyan, “Fast Train To A Quiet Place” puede gustar a un amplio público, no encerrado en géneros musicales únicos, pero sin grandes pretensiones para su escucha. Puede que BRIAN HUGHES todavía tenga que recorrer mucho camino para terminar de expresarse por sí mismo, pero mientras tanto este disco es un buen exponente de sus ideas. Eso sí, la discográfica podría haberse esmerado un poco más en el envoltorio: cada vez es más común encontrar discos en formato digisleeve (funda de cartón doble), pero la comodidad y el ecologismo buscados no debería dar paso al ahorro de costes como única motivación. Hay que cuidar al coleccionista de discos y así sólo dan argumentos para apoyar la desnudez digital.
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