Hay artistas que alcanzan pronto el cenit creativo. A otros les cuesta. Otros como JOACHIM KÜHN han mantenido siempre un gran nivel, pero de repente dan un "pelotazo" que marcará para siempre su carrera. Esa piedra angular a la que todo el mundo se dirigirá en el futuro para conocer al artista, para empaparse de su máxima inspiración. Es es el caso de "SoundTime", caja grabada entre 2006 y 2010 y que se edita en 2011 como una enciclopedia inabarcable para ir paladeando poco a poco y que es Kühn en estado puro.
Para un pianista de Jazz, si bien que paseándose por multiplicidad de otros géneros a lo largo de su historia, y siendo más conocido por sus inicios junto a su hermano Rolf y sus piezas contextualizadas en el Jazz Rock, llega un momento en el que, cual Keith Jarrett de la vida, hay que enfrentarse sólo al instrumento. Pero donde el citado hace un ejercicio de autocomplacencia con espectadores, Kühn destila sentimiento en cada nota. Cada uno de los volúmenes contenidos en esta caja, que puede ser disfrutada tanto por amantes del Jazz como de la Clásica, agrupados no tanto por fechas como por hilo conductor, refleja la cara tranquila, la tempestuosa, la rítmica, la evocadora... todas las caras del pianista alemán afincado en Ibiza.
Es cierto que Kühn es más golpeador que lirista. Sin llegar a ser CECIL TAYLOR y acercándose a veces a PAUL BLEY, Kühn tiene mucho de alemán en sus venas (más allá de su nacionalidad) y la tormenta nacionalista está más presente que el lirismo romántico. Cada acorde es seguido de un maremágnum de notas, cambiando tonalidades y bases rítmicas hasta un punto maquiavélico, sin por ello olvidarse de destilar imágenes y de envolver al oyente. Imágenes que bien podrían ser expuestas en las bonitas portadas de cada uno de los 6 digipacks blancos contenidos en la caja, dibujos creados por el propio pianista, o que son descritas por los distintos escritores y críticos musicales que confeccionan el libreto dando sus propias impresiones sobre el artista.
Es difícil, por no decir imposible, que Kühn trate de superar esta magna obra. Un compendio musical del que es difícil escapar y al que hay que acceder con paciencia, con la certeza de que tardaremos meses en asimilarlo convenientemente. Es el momento de KÜHN, es el momento de su "sonido".
Para un pianista de Jazz, si bien que paseándose por multiplicidad de otros géneros a lo largo de su historia, y siendo más conocido por sus inicios junto a su hermano Rolf y sus piezas contextualizadas en el Jazz Rock, llega un momento en el que, cual Keith Jarrett de la vida, hay que enfrentarse sólo al instrumento. Pero donde el citado hace un ejercicio de autocomplacencia con espectadores, Kühn destila sentimiento en cada nota. Cada uno de los volúmenes contenidos en esta caja, que puede ser disfrutada tanto por amantes del Jazz como de la Clásica, agrupados no tanto por fechas como por hilo conductor, refleja la cara tranquila, la tempestuosa, la rítmica, la evocadora... todas las caras del pianista alemán afincado en Ibiza.
Es cierto que Kühn es más golpeador que lirista. Sin llegar a ser CECIL TAYLOR y acercándose a veces a PAUL BLEY, Kühn tiene mucho de alemán en sus venas (más allá de su nacionalidad) y la tormenta nacionalista está más presente que el lirismo romántico. Cada acorde es seguido de un maremágnum de notas, cambiando tonalidades y bases rítmicas hasta un punto maquiavélico, sin por ello olvidarse de destilar imágenes y de envolver al oyente. Imágenes que bien podrían ser expuestas en las bonitas portadas de cada uno de los 6 digipacks blancos contenidos en la caja, dibujos creados por el propio pianista, o que son descritas por los distintos escritores y críticos musicales que confeccionan el libreto dando sus propias impresiones sobre el artista.
Es difícil, por no decir imposible, que Kühn trate de superar esta magna obra. Un compendio musical del que es difícil escapar y al que hay que acceder con paciencia, con la certeza de que tardaremos meses en asimilarlo convenientemente. Es el momento de KÜHN, es el momento de su "sonido".
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