Pocas veces una portada resulta tan elocuente: una fotografía intuida, fruto de ese fondo negro cuasi censuratorio, que en el interior del digipack se abre en formato panorámico, una vez que los responsables artísticos de este disco se han asegurado de que el CD está inmerso en su infinito mar de vueltas y somos presos de los acordes y punteos de HADEN y METHENY. Lo que sigue es probablemente el mejor viaje imaginario que uno pueda pensar, como dirían los habaneros: una auténtica teletransportación a los campos infinitos de Missouri, mientras la guitarra country de METHENY y el bajo con olor a madera de HADEN nos acompañan.
Recogiendo una colección de temas propios, ya editados en otras formaciones de Haden y Metheny por separado, y también algunos standards y temas de película, el dúo consigue la comunión entre sí y con el oyente. No hay hueco para el relleno, ni para el sentimentalismo mal entendido, ni para la confrontación de egos encantados de conocerse. Aquí uno escucha simplemente música, un viaje hacia otros mundos, capaz de crear imágenes insospechadas en nuestras cabezas mientras sentimos que las notas fluyan por nuestras venas habiendo cesado la sangre de su discurrir durante unos minutos.
Imágenes cálidas, camperas, envolventes... uno siente el heno, el viento suave en las mejillas, el avistamiento de un establo a lo lejos... Haden llora, Meteheny acaricia, Haden palpita, Metheny paraliza... un diálogo de bellleza y de sentimiento que va más allá de las cinco rayas frías y lejanas del pentagrama y atraviesa nuestras pieles hasta lo más profundo de nuestro ser. Obra maestra insuperable.
Recogiendo una colección de temas propios, ya editados en otras formaciones de Haden y Metheny por separado, y también algunos standards y temas de película, el dúo consigue la comunión entre sí y con el oyente. No hay hueco para el relleno, ni para el sentimentalismo mal entendido, ni para la confrontación de egos encantados de conocerse. Aquí uno escucha simplemente música, un viaje hacia otros mundos, capaz de crear imágenes insospechadas en nuestras cabezas mientras sentimos que las notas fluyan por nuestras venas habiendo cesado la sangre de su discurrir durante unos minutos.
Imágenes cálidas, camperas, envolventes... uno siente el heno, el viento suave en las mejillas, el avistamiento de un establo a lo lejos... Haden llora, Meteheny acaricia, Haden palpita, Metheny paraliza... un diálogo de bellleza y de sentimiento que va más allá de las cinco rayas frías y lejanas del pentagrama y atraviesa nuestras pieles hasta lo más profundo de nuestro ser. Obra maestra insuperable.
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