jueves, 19 de diciembre de 2019

EPHRAT - "No One's Word": sin palabras.


Bastantes cosas se podrían decir de “No One´s Words”: que es un disco relajado, excelentemente producido, con buenas líneas vocales, momentos de inspiración arábiga muy bien pensados, largos desarrollos pero en general bien construidos... me quedaré sólo con una cosa. EPHRAT ha facturado un disco donde la inspiración se convierte en devoción y admiración absoluta por un par de nombres: PAIN OF SALVATION y PORCUPINE TREE. Al menos es lo que pensé al escuchar el disco por primera vez y ni siquiera darme cuenta de que en este trabajo colabora gente de ambas bandas. Varias escuchas después de ese primer momento me reafirmo, y verdaderamente el resultado es muy bueno, quizás todavía con la necesidad del empuje definitivo en determinados pasajes que se hacen un poco largos, pero Steve Wilson ha tenido buen ojo a la hora de producir “No One´s Words”.

Y hablando del propio Wilson, habría que darle un diez en su faceta de dueño y señor de los controles de volumen y mezcla de sonido. Pocas veces se puede escuchar algo tan natural, limpio, envolvente y mágico como es “No One´s Words”. La producción consigue realmente potenciar una labor compositiva que es más que notable y una ejecución que aunque a veces peca de estática, tras pasar por el filtro de Wilson suena emocionante y cercana. Los pasajes de Oriente Próximo, las atmósferas arabescas de acústicas, flautas y percusiones, las melodías al más puro estilo PAIN OF SALVATION (con ese halo de modernidad que recorren las obras del grupo escandinavo), las voces íntimas y elegantes que son marca de PORCUPINE TREE... todos los elementos que construyen la música de este cuarteto israelita se ven aumentados en fuerza y sentimiento gracias a la excelentísima producción, sello puramente Wilson (de hecho el sonido es tan natural como el que consiguió en el “Damnation” de OPETH: clásico, orgánico y cargado de emotividad). Evidentemente EPHRAT ya partían de tener en sus filas al propio Omer Ephrat, corazón y centro del grupo y de cuya pluma han salido las principales líneas conductoras de los temas, pero Wilson le ha dado un empujoncito necesario para brillar.

Viniendo de Israel uno podría pensar: ya están aquí otra copia de ORPHANED LAND. Bueno, pues salvo los pasajes de herencia oriental, que por otro lado son lógicos teniendo en cuenta su procedencia, ambos grupos se parecen tanto como un huevo a una castaña. Afortunadamente para EPHRAT, su estilo es diferente al de la banda de Israel más famosa de los últimos años, y digo afortunadamente porque eso les convierte en un grupo con otro sonido que trata de abrirse paso por sí mismo. Claro que en esa apertura de senda, EPHRAT se ayuda fuertemente de las huellas dejadas por los ya citados PORCUPINE TREE y PAIN OF SALVATION, si bien con el bagaje suficiente como para tener su propia forma de ver las cosas. Y en esta forma de ver las cosas, lo más interesante es el juego que EPHRAT hace de los tempos. Haciendo uso de largas estructuras, EPHRAT resalta por su brillantez a la hora de medir los cambios de ritmo: las melodías conductoras, las atmósferas absorbentes... todo se ve marcado por una batuta matemática que pasa en un suspiro del medio tiempo fantasmal, a la más absoluta locura para excitación de la sección rítmica. El otro elemento fundamental es la voz: a la colaboración estelar de Daniel Gildenlöw de PAIN OF SALVATION y de Petronella Nettermalm de PAATOS, se une la personal, cálida y envolvente voz de Lior Seker, el cual consigue transmitir con sus líneas, palabras que evocan historias en nuestra cabeza.


El resto es un trabajo compositivo de gran calidad, aunque todavía por mejorar en dos aspectos: desligarse un poco del sonido del que parten y organizar en los temas sus influencias orientales para que la variedad dentro de cada corte sea mayor (que no a lo largo de todo el disco, ya que cada tema es un mundo diferente). Yendo por partes, la apertura de “The Show” puede resultar inquietante, usando elementos electrónicos y efectos que hacen pensar en BLACKFIELD, el otro proyecto de Wilson, algo que se ve confirmado en la tonalidad post-Rock de la inicial línea de guitarras. Sin embargo, el toque más metálico pronto hace su aparición y uno de los temas más completos y con más atmósferas orientales se convierte en lo mejor del trabajo. “Haze” es muchísimo más absorbente en lo que a armonías se refiere, pero también más compleja de seguir. Aquí, Petronella Nettermalm tiene un papel fundamental, siendo la protagonista tras el micrófono, pero las guitarras de aire setentero y las pegadizas líneas vocales compuestas por Ephrat son fundamentales, siendo uno de los momentos más oscuros del trabajo (recordando en cierta manera a los trabajos de OPETH con Wilson). “Better Than Anything” parece una continuación de “Haze”, pero pronto se torna en otra composición oscura, muy compleja rítmicamente (sobre todo al final), pero con el lado de la modernidad más marcado. Para mi gusto es el punto más débil del disco, con demasiado predominio de partes acústicas, si bien la voz de Seker sigue siendo excepcional.

Pero es en la segunda parte del trabajo donde se destapa el tarro de las esencias, conformando junto al corte de apertura lo mejor de “No One´s Words”. La breve instrumental “Blocked”, contundente, guitarrera y muy crimsoniana, abre con brillantez esta segunda mitad, demostrando que Omer Ephrat es un guitarrista muy bueno además de gran compositor. Pero es “The Sum Of Damage Done” la verdadera joyita. En él, Seker vuelve a compartir protagonismo, esta vez con Daniel Gildenlöw, convirtiéndose en uno de los temas más duros y variados del trabajo. A lo largo de los casi diez minutos del corte, EPHRAT pasará por sus momentos más típicamente progresivos, con predominio de riffs y teclados que dejan a un lado su faceta atmosférica para contribuir a la contundencia global del tema, consiguiendo que sea uno de los momentos más excitantes del plástico, con mucho sello de PAIN OF SALVATION en ciertos momentos (y no sólo por la colaboración de Daniel). La parte central, acústica e hipnotizante, no tiene precio con el dúo entre Daniel y Seker, precediendo a la elevación de los decibelios con que acaba el corte. Finalmente “Real” cierra el disco de manera magna: casi veinte minutos para no perder detalle, aunque algún pasaje que otro habría ganado si lo hubieran acortado (en especial la larga sección central, donde concentran gran parte de los riffs metálicos). Con un inicio también de gran calado metálico, el tema destapa toda la exuberancia musical de la que EPHRAT puede hacer gala, siendo fundamental la labor de unos teclados que son los que llevan la batuta de los muchos cambios del tema, uno de los más variados del plástico, y con momentos de inspiración Jazz. Es curioso, pero escuchando la primera parte de “Real” uno parece estar ante unos QUEEN que se hubieran vuelto progresivos, será por ese aire casi cabaretero con que rodean al corte, en general un gran final para el disco.

En definitiva, a todos aquellos a los que les guste el Progresivo, pero con mucha oscuridad, y quieran disfrutar de las muchas influencias de Oriente Próximo que tiene EPHRAT, yo no los dejaría pasar. No son los más accesibles del género, puede que el halo de oscuridad de su música sea un lastre para los aficionados a este estilo en sus formas más clásicas, pero en general “No One´s Words” es un disco de notable alto, que gracias a la labor de Steven Wilson se convierte en sobresaliente. Israel de vez en cuando nos regala algo más que titulares de prensa y grupos como EPHRAT son un ejemplo.

(Crítica publicada también en: http://www.rocktotal.com)

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