Desde
sus tiempos en DREAM THEATER, Derek Sherinian será siempre recordado como el
teclista de la transición en el citado grupo. Sin embargo, el que reduzca el
trabajo de Sherinian a su época con el teatro del sueño, estaría perdiendo un
bagaje amplísimo en el que hasta Alice Cooper o Billy Idol aparecen. Y en medio
de tanto proyecto, su trabajo en solitario también es bienvenido, bien sea de
esta manera, bajo su nombre o con PLANET X, llegando con “Molecular Heinosity”
a su sexto trabajo personal. Desconozco el sonido precedente, pero no el de
PLANET X y aquí hay mucho de ese sonido, con lo que los aficionados al Metal
Progresivo en este caso instrumental, deberían estar atentos a las siguientes
líneas.
Hay
una cosa que me sorprende, y que leyendo la hoja promocional tiene explicación:
normalmente los teclistas, cuando llevan a cabo discos en solitario, suelen
dejar fluir unas influencias muy jazzísticas. Sin embargo, “Molecular
Heinosity” es un disco muy metálico, tanto en el acompañamiento guitarrero de
Rusty Cooley, Brett Garsed y Taka Minamino (a los que se une Zakk Wylde en un
tema al que también pone voz), como en el conjunto de sonidos que Derek extrae
de sus sintetizadores. Incluso la rítmica, capitaneada durante la mitad del
disco por Virgil Donati y la otra mitad por Brian Tichy, se torna contundente y
poderosa, lejos de los tresillos jazzísticos y del aura relajante y elegante
que uno podría pensar de antemano. Pero parece ser que todo tiene su
explicación. “Molecular Heinosity” es un disco metálico de forma buscada. Según
parece, con Simon Phillips en el pasado, Derek desarrolló un sonido mucho más
virtuoso y menos potente, pero ahora quería llevar a cabo algo más cercano a
PLANET X y a sus trabajos más metálicos.
El
resultado, adelanto de antemano, está un poco descompensado y se podría resumir
en tres temas buenos y el resto relleno. Claro, que esos tres temas buenos (el
primero de ellos una trilogía de varios movimientos en realidad) ocupan dos
tercios de la corta duración del trabajo, con lo que tampoco es tanto el
problema. Esos temas son la trilogía “Antarctica, Ascension, Primal Eleven”,
con un Virgil Donati exultante y que son vehículo de lucimiento de Sherinian,
con continuos cambios de estructura y ritmo hasta completar más de un cuarto de
hora de gran maestría, le sigue “Frozen By Fire”, una de las más neoclásicas
pero que consigue asombrar a golpe de riff bien construido y digitación a
velocidades inhumanas (recordando bastante a DREAM THEATER dicho sea de paso) y
acaba con “So Far Gone”, con la colaboración de Zakk Wylde tanto en las
guitarras como en su voz. En total más de veinticinco minutos de los cuarenta
que dura el trabajo dedicados a todos aquello a los que les gusten los sonidos
metálicos y los solos kilométricos. Quizás, se podría mejorar el conjunto con
una producción menos densa y contundente, algo que se hace evidente en “Frozen
By Fire”, pero aún así estos cortes recorren lo mejor del disco.
El
problema viene con el resto, que aunque es de duración minoritaria, dispersa
los resultados obtenidos con la trilogía de apertura y con el final del
trabajo. “Wings Of Insanity” me parece crudeza sin sentido, el peor tema de
todo el disco en mi opinión, en donde no se sabe donde están las guitarras y
donde los teclados. Además, después de venir de un cuarto de hora de maestría
con Virgil Donati, la labor de Brian Tichy se convierte en un pulso de fuerza
más que otra cosa. Por su parte, “The Lone Spaniard” es un tema de puro
relleno: suena clasicista y casi rondando la New
Age , pero el solo de guitarra me sobra y se alarga en exceso.
Finalmente, el tema título, “Molecular Heinosity”, precedido de una
introducción un poco cargante, mantiene la senda de “Wings Of Insanity”,
nuevamente con vientos a lo DREAM THEATER pero repitiendo hasta la saciedad una
estructura que acaba cansando según pasan los minutos, que afortunadamente no
son muchos.
En global, “Molecular Heinosity” me parece un trabajo notable.
Irregular, pero notable. El poder rítmico, la fuerza de las guitarras y la
labor de Sherinian metalizada, convierten al disco en una obra metálica que
gustará a los amantes de la contundencia y no tanto del virtuosismo. Sin
embargo, un poco más de variedad habría venido bien. En cualquier caso, Derek
Sherinian realiza un buen trabajo.
(Crítica publicada también en: http://www.rocktotal.com)
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