viernes, 8 de noviembre de 2019

LONGING FOR DAWN - "A Treacherous Ascension": Sublimes.



Sublime. Es la palabra que se queda en la cabeza de quien escucha “A Treacherous Ascension”, segundo disco de la banda canadiense LONGING FOR DAWN. Más de tres cuartos de hora de oscuridad, belleza helada y sonidos funerarios que, lejos de resultar pesados y arduos de escuchar, se acaban convirtiendo en un viaje que hace volar nuestra imaginación hacia paisajes grises, iluminados por luces tenues y con el único sonido del viento como compañero de nuestras almas. Cuatro temas que componen una única sinfonía, evocadora como pocas y que a poco que cierres los ojos te transportarán a otra dimensión.

THERGOTHON, SKEPTICISM, SHAPE OF DESPAIR... son nombres que aparecerán en nuestras cabezas como base musical de la que bebe LONGING FOR DAWN, pero no cerrándose sólo al Funeral Doom, los canadienses tiñen su sonido de un halo ambiental mucho mayor, con pasajes de evocadores teclados y melodías que me recuerdan por un lado a DOOM: VS y por otro a EVOKEN. Música exigente, realmente melancólica, amarga y agobiante, pero si estás acostumbrado a estos parámetros ultra ralentizados y atmosféricos, la banda canadiense nos ofrece un disco sobresaliente, sin fisuras, cargado de sentimiento y de desesperación.

Lo mejor de “A Treacherous Acension”, como ya he adelantado en el párrafo precedente, son sus melodías: tanto las atmósferas recreadas por los teclados y los sonidos ambientales, como sobre todo las guitarras solistas, recrean gélidos pasajes que contrastan con la pesadez y el sonido pétreo de las guitarras rítmicas y la matemática y precisa batería. La voz, menos funeraria de lo habitual y más cercana a los parámetros Doom-Death estándar, ayuda a adentrarse más fácilmente en este canto agónico y desesperado, eso y unas estructuras muy bien pensadas, extensas, hipnóticas, atrayentes, capaces de atraparte en un círculo de espesa niebla. Todo rodeado por un sonido excelente, profundo y capaz de potenciar las muchas cualidades evocadoras de la música de LONGING FOR DAWN.

Quizás sea porque escribo esta reseña justo mientras detrás de los cristales un manto de nubes descargan sus lloros sobre el campo, pero la música de LONGING FOR DAWN, dejando a un lado sus mayores o menores logros técnicos, consigue realmente transmitir su pesadumbre y particular belleza. La banda sonora de un día nublado, no cabe duda, no estamos ante un disco que te alegre la existencia, pero tampoco lo pretende. Hay un momento para todo y si quieres pensar, que tu mente se traslade fuera de tu cuerpo y puedas ver que todo lo que te rodea es frágil, que no es más que una máscara, un muro que nos creamos para evitar la reflexión, para evitar ahondar en nuestro interior... si quieres que todo esto ocurra ante tus ojos y experimentar una auténtica paz de espíritu, la ascensión particular que experimentará tu alma tras la escucha de este trabajo, conseguirá hacerte ver lo que de verdad importa.


 “The End Of Laughter”, uno de los temas más atmosféricos, es la primera parada en nuestro viaje espiritual. Las guitarras estarán todo el rato evocando el movimiento de las aguas en forma de punteos melódicos, que contrastan con la contundencia y pesadumbre de los riffs. La voz de Laroche sacará el lado oscuro, la cara oculta del mundo, el de las pasiones humanas, los miedos, las claustrofobias, en forma de cantos de desesperación. Desesperación que se torna en agobio absoluto en “Discidium”, mucho más Funeral que el tema precedente, donde el lado melódico del grupo se ve relegado a un secundario pero imprescindible teclado que estará constantemente tiñendo de colores apagados la música del grupo. La voz se torna aún más oscura e infernal, aumentando el grado de dramatismo de la composición y envolviendo al oyente en una atmósfera cargada y llena de rabia contenida.

El sonido del viento, compañero de nuestro viaje como ya adelanté al iniciar esta reseña, es el protagonista en el inicio de “Ephemeral Cure”, ya en pleno nudo dramático de la historia narrada por LONGING FOR DAWN en este trabajo. Los ambientes recreados por el teclado te transportarán a un mundo efímero, un escenario en el que el más mínimo suspiro hará inestable cualquier objeto que pensemos real ante nuestros ojos. Las revoluciones vuelven a hacer un descenso aún mayor, en esta particular caída hacia las profundidades en que los canadienses nos han ido adentrando desde que “A Treacherous Ascension” empezó a sonar en nuestro reproductor. Cada nota, cada acorde, cada melodía, está recreada con esfuerzo, sufrimiento y agonía, con la lentitud necesaria para paladearla, saborearla y querer que no acabe nunca. Y es que la capacidad de absorción que tiene este tema es indescriptible gracias a una melodía principal de enorme belleza, que en unión con el constante suspiro del viento que nos evocan los teclados, nos mantiene en estado de hipnosis hasta que los más de trece minutos que dura este tema desaparecen ante nuestros oídos sin darnos cuenta.

Finalmente, sin remedio, el viaje en que nos embarcamos hace más de media hora, comienza su cenit de la mano de “Once Supreme”, donde la amarga belleza, el susurro gélido y mortuorio que hasta ahora nos acompañaba se tiñe de cierta calidez, como si por fin hubiera llegado el esperado amanecer. Las melodías soberbias recreadas nuevamente por los teclados y las guitarras, elevan nuestras almas hacia el alba, hacia un nuevo día, después de haber pasado por todo un catálogo de sensaciones grises y agobiantes. No es un final fácil tampoco, pondría en peligro la sensación que el disco nos ha transmitido hasta ahora si así fuera; la agonía sigue presente, pero todo se ve envuelto de una atmósfera menos amarga y por fin se empieza a vislumbrar la luz. No deja de ser curiosa la reacción de nuestro cuerpo al acabar el viaje: en estado de embriaguez ante la sucesión de paisajes que hemos presenciado, nuestro cuerpo no se mueve, sigue con los ojos cerrados aún cuando el reproductor hace tiempo que dejó de transmitirnos la sinfonía particular de LONGING FOR DAWN, sigue en otra dimensión, con la sensación de nostalgia que de repente experimenta todo viajero cuando el recorrido llega a su fin.

No penséis que escribí esto bajo efectos de determinadas sustancias, ahora mismo no me embriaga más que la tormenta de sensaciones transmitidas por el quinteto canadiense. Simplemente, “A Treacherous Ascension” es una obra esencial para los amantes de las atmósferas tortuosas y de belleza evocadora, una obra que hay que degustar poco a poco, con la máxima atención y sin más distracciones que las que genera la música de LONGING FOR DAWN. Seguramente uno de mis discos preferidos en lo que llevamos de año.

(Crítica publicada también en: http://www.rocktotal.com)


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