Sublime.
Es la palabra que se queda en la cabeza de quien escucha “A Treacherous
Ascension”, segundo disco de la banda canadiense LONGING FOR DAWN. Más de tres
cuartos de hora de oscuridad, belleza helada y sonidos funerarios que, lejos de
resultar pesados y arduos de escuchar, se acaban convirtiendo en un viaje que
hace volar nuestra imaginación hacia paisajes grises, iluminados por luces
tenues y con el único sonido del viento como compañero de nuestras almas.
Cuatro temas que componen una única sinfonía, evocadora como pocas y que a poco
que cierres los ojos te transportarán a otra dimensión.
THERGOTHON,
SKEPTICISM, SHAPE OF DESPAIR... son nombres que aparecerán en nuestras cabezas
como base musical de la que bebe LONGING FOR DAWN, pero no cerrándose sólo al
Funeral Doom, los canadienses tiñen su sonido de un halo ambiental mucho mayor,
con pasajes de evocadores teclados y melodías que me recuerdan por un lado a
DOOM: VS y por otro a EVOKEN. Música exigente, realmente melancólica, amarga y
agobiante, pero si estás acostumbrado a estos parámetros ultra ralentizados y
atmosféricos, la banda canadiense nos ofrece un disco sobresaliente, sin
fisuras, cargado de sentimiento y de desesperación.
Lo
mejor de “A Treacherous Acension”, como ya he adelantado en el párrafo
precedente, son sus melodías: tanto las atmósferas recreadas por los teclados y
los sonidos ambientales, como sobre todo las guitarras solistas, recrean
gélidos pasajes que contrastan con la pesadez y el sonido pétreo de las guitarras
rítmicas y la matemática y precisa batería. La voz, menos funeraria de lo
habitual y más cercana a los parámetros Doom-Death estándar, ayuda a adentrarse
más fácilmente en este canto agónico y desesperado, eso y unas estructuras muy
bien pensadas, extensas, hipnóticas, atrayentes, capaces de atraparte en un
círculo de espesa niebla. Todo rodeado por un sonido excelente, profundo y
capaz de potenciar las muchas cualidades evocadoras de la música de LONGING FOR
DAWN.
Quizás
sea porque escribo esta reseña justo mientras detrás de los cristales un manto
de nubes descargan sus lloros sobre el campo, pero la música de LONGING FOR
DAWN, dejando a un lado sus mayores o menores logros técnicos, consigue
realmente transmitir su pesadumbre y particular belleza. La banda sonora de un
día nublado, no cabe duda, no estamos ante un disco que te alegre la
existencia, pero tampoco lo pretende. Hay un momento para todo y si quieres
pensar, que tu mente se traslade fuera de tu cuerpo y puedas ver que todo lo
que te rodea es frágil, que no es más que una máscara, un muro que nos creamos
para evitar la reflexión, para evitar ahondar en nuestro interior... si quieres
que todo esto ocurra ante tus ojos y experimentar una auténtica paz de
espíritu, la ascensión particular que experimentará tu alma tras la escucha de
este trabajo, conseguirá hacerte ver lo que de verdad importa.
El
sonido del viento, compañero de nuestro viaje como ya adelanté al iniciar esta
reseña, es el protagonista en el inicio de “Ephemeral Cure”, ya en pleno nudo
dramático de la historia narrada por LONGING FOR DAWN en este trabajo. Los
ambientes recreados por el teclado te transportarán a un mundo efímero, un
escenario en el que el más mínimo suspiro hará inestable cualquier objeto que
pensemos real ante nuestros ojos. Las revoluciones vuelven a hacer un descenso
aún mayor, en esta particular caída hacia las profundidades en que los
canadienses nos han ido adentrando desde que “A Treacherous Ascension” empezó a
sonar en nuestro reproductor. Cada nota, cada acorde, cada melodía, está
recreada con esfuerzo, sufrimiento y agonía, con la lentitud necesaria para
paladearla, saborearla y querer que no acabe nunca. Y es que la capacidad de
absorción que tiene este tema es indescriptible gracias a una melodía principal
de enorme belleza, que en unión con el constante suspiro del viento que nos
evocan los teclados, nos mantiene en estado de hipnosis hasta que los más de
trece minutos que dura este tema desaparecen ante nuestros oídos sin darnos
cuenta .
Finalmente,
sin remedio, el viaje en que nos embarcamos hace más de media hora, comienza su
cenit de la mano de “Once Supreme”, donde la amarga belleza, el susurro gélido
y mortuorio que hasta ahora nos acompañaba se tiñe de cierta calidez, como si
por fin hubiera llegado el esperado amanecer. Las melodías soberbias recreadas
nuevamente por los teclados y las guitarras, elevan nuestras almas hacia el
alba, hacia un nuevo día, después de haber pasado por todo un catálogo de
sensaciones grises y agobiantes. No es un final fácil tampoco, pondría en
peligro la sensación que el disco nos ha transmitido hasta ahora si así fuera;
la agonía sigue presente, pero todo se ve envuelto de una atmósfera menos
amarga y por fin se empieza a vislumbrar la luz. No deja de ser curiosa la
reacción de nuestro cuerpo al acabar el viaje: en estado de embriaguez ante la
sucesión de paisajes que hemos presenciado, nuestro cuerpo no se mueve, sigue
con los ojos cerrados aún cuando el reproductor hace tiempo que dejó de
transmitirnos la sinfonía particular de LONGING FOR DAWN, sigue en otra
dimensión, con la sensación de nostalgia que de repente experimenta todo
viajero cuando el recorrido llega a su fin.
No
penséis que escribí esto bajo efectos de determinadas sustancias, ahora mismo
no me embriaga más que la tormenta de sensaciones transmitidas por el quinteto
canadiense. Simplemente, “A Treacherous Ascension” es una obra esencial para
los amantes de las atmósferas tortuosas y de belleza evocadora, una obra que
hay que degustar poco a poco, con la máxima atención y sin más distracciones
que las que genera la música de LONGING FOR DAWN. Seguramente uno de mis discos
preferidos en lo que llevamos de año.
(Crítica publicada también en: http://www.rocktotal.com)
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