Siguen
en trayectoria ascendente y cada vez más arriesgados. No seré yo el que ponga
en duda la solvencia compositiva y la cada vez más sorprendente trayectoria de
MASTODON y aunque siempre he dicho que “Crack The Skye” iba a ser un punto de
inflexión, pues desde hace ya algún tiempo el grupo en su momento estrella de
la factoría Relapse, había pasado a una división de popularidad superior que no
a todo el mundo le viene bien, lo cierto es que este esperadísimo álbum, del
que tanto se ha hablado acerca de su interestelar concepto y de las
circunstancias en que fue compuesto (en plena recuperación de su guitarrista
Brent Hinds, después de una pelea en los premios MTV en donde sufrió serias
heridas en la cabeza), mantiene a MASTODON como un valor en alza, más bien un
valor confirmado y con perspectivas de futuro bastante atractivas.
Como
me suele pasar con las bandas por las que tengo predilección, trato de aislarme
de su contenido hasta que definitivamente lo puedo escuchar con tranquilidad y
detenimiento. Por esta razón, todos los posibles adelantos que se podían
escuchar, o incluso ciertos vídeos que daban al traste con las capacidades de
directo de MASTODON, traté de obviarlos hasta que “Crack The Skye” fuera
definitivamente editado. El resultado fue el buscado: me planté ante la obra en
conjunto virgen, sin prejuicios, como si fuera la primera vez que me plantaba
delante de un disco del cuarteto. Sólo así se puede valorar la bondad de un
trabajo que puede que no entre a la primera, o todo lo contrario. Y en este
caso fue más bien lo primero lo ocurrido. El camino psicodélico, más progresivo
y cargado de matices de “Blood Mountain” era el punto de partida escogido para
“Crack The Skye” y eso supone una evolución clara si lo comparamos con esas dos
obras maestras llamadas “Remission” y “Leviathan”. Evolución que no ha sido
entendida por todos los que seguían a la banda en sus inicios, evolución que
les ha hecho ganar adeptos a su causa (motivo por el cual Relapse se les quedó
pequeños) y finalmente, evolución que tiene la virtud de haber sido siempre
culminante y no meramente comercial.
Si
tuviéramos que enumerar los puntos de transformación adoptados en MASTODON,
obtendríamos una lista amplia: la voz se ha transformado, profundizando en registros
más accesibles, más envolventes y más etéreos, algo que se nota especialmente
en la voz de Troy Sanders, el que más ha variado a lo largo de los años. Brann
Dailor, ese portento de batería que en el pasado era un “solo” constante, ya
acompañara ya fuera momento de lucimiento personal, ha pasado a ser un músico
de matices, de gran virtuosismo pero vigor ralentizado. Finalmente, MASTODON ha
pasado de ser un grupo de individualidades, a ser un grupo de conjunto, cuyas
obras son mejor comprendidas analizándolas globalmente, en su integridad, y en
ese sentido, “Crack The Skye” y en menor medida “Blood Mountain” son los
ejemplos paradigmáticos. Sin embargo, a pesar de todos estos cambios, a pesar
de su evolución (¿involución?) hacia sonidos setenteros, con mayor presencia de
teclados, a pesar de su camaleónica existencia, MASTODON sigue sonando a
MASTODON, a un grupo que ha creado escuela y que ha generado entre las
discográficas (en especial su casa de nacimiento, Relapse) un intento
desesperado por encontrar seguidores aventajados que alcancen su nivel y puedan
ser explotados.
Sin
dejar de sonar mainstream, MASTODON sigue en su lucha por
experimentar sin perder el norte y una vez más lo consigue con un disco
distinto al resto de lo que han hecho hasta ahora, algo que ya es costumbre en
la banda de Atlanta. Un ejemplo sería “Divinations”, donde el banjo aparece
para dar cierto aire sureño a un tema exagerado por lo recargado de su
trasfondo rítmico y que es lo más contundente que encontrarás en este disco.
También estaría en este saco la propia “Crack The Skye”, donde aparece Scott
Kelly de NEUROSIS en las voces y que es METALLICA en versión MASTODON, dicho
esto de forma pasajera y sin pensarlo mucho. “Quintessence”, dentro de los
temas de menor duración, sería uno de los más completos, con un Dailor
exultante y un trabajo de Sanders algo más cercano a su pasado inicial con el
grupo, estando en el otro lado “Ghost Of Karelia”, uno de los momentos más
psicodélicos y progresivos del disco. Para el final, además del ya citado “The
Last Baron”, único y excepcional en toda su larguísima extensión, me dejo
conscientemente la composición más arriesgada, “The Czar”, dividida en cuatro
partes y que si me dicen que es compuesta en los setenta me lo creo: GENESIS,
PINK FLOYD, KING CRIMSON... todo confluye dentro de los parámetros de MASTODON
desplegados en la citada pieza de más de diez minutos de duración, cuya segunda
parte, “Escape” constituye uno de los momentos mejor conseguidos por Kelliher y
Hinds, sólo superado por la tercera parte “Martyr”, que junto al final de “The
Last Baron”, es un vehículo de lucimiento para los guitarristas.
Suma
y sigue. Sin dar impresión de estancamiento, manteniendo el nivel demostrado en
el pasado y siguiendo con paso firme en su propia dirección ecléctica,
inclasificable y cada vez más introspectiva, MASTODON factura en “Crack The
Skye” un nuevo hito en su carrera. Particularmente, sigo sin ver superado su
magnífico “Leviathan”, pero los parámetros son tan distintos, que es
dificilísimo hacer una comparativa entre discos con esta banda. En el camino
puede que ganen más adeptos, y que pierdan otros cuantos, pero no cabe duda de
que MASTODON sigue ajeno a lo que les rodea, tratando de superarse a sí mismos
en cada entrega. Ya se han tenido que ir fuera de nuestro mundo para encontrar
un nuevo elemento esencial en el que apoyarse, ¿qué será lo siguiente? ¿Un
salto al vacío? Imposible hacer apuestas, todas se perderían.
(Crítica publicada también en: http://www.rocktotal.com)
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