Hablar de ERIC REED es hacerlo de un pianista de primera línea, tanto siendo líder, como acompañante, pero que sin embargo, dado su espíritu clasicista y relajado, siempre se ha mantenido en un segundo plano. El músico estadounidense bebe claramente de Bud Powell y de Oscar Peterson, cada uno para una mano, aunque sea un devoto confeso de Thelonious Monk. No obstante, desde sus primeros trabajos y colaboraciones con Wynton Marsallis, el pianista ha desarrollado un lenguaje que dentro de la modernidad, siempre trataba de mantenerse en la ortodoxia, tanto compositiva, como de ejecución. Para mi gusto, su nota más característica es su mano izquierda. Siendo un pianista muy lírico cuando quiere y con gran capacidad para el desarrollo de la melodía, se notan sus mimbres como acompañante y eso le hace tener un sentido del ritmo prodigioso.
La trayectoria de ERIC REED es ya extensa y siempre ha sabido espolvorear grabaciones con alma de club. Desde hace un tiempo en el seno del sello Smoke Sessions, esta característica queda garantizada (no olvidemos que esta casa discográfica surge del club de jazz Smoke). Después de tres discos dedicados a su inspiración más monkiana, ERIC REED se saca de la manga un disco espontáneo y que le muestra tal y como es: tan pronto se pone en modo "smooth" a lo Jarrett con una versión del "Yesterdays" de los BEATLES, ingeniosamente mezclada con el tema del mismo nombre de Jerome Kern, como revisiona en modo soul a STEVIE WONDER con su "Don't You Worry", en armonía con un tema propio dedicado a Cedar Walton, "Cedar Waltzin'", como se pone en modo blues con el tema título o a golpe de Fender Rhodes "Naima" de JOHN COLTRANE, magníficamente interpretado en forma de balada.
Para la ocasión se acompaña de tres músicos excepcionales que asumen su papel. Tanto para los temas en trío, como para el cuarteto en general, Mike Gurrola y McClenty Hunter saben ofrecer un colchón relajado pero al mismo tiempo creativo para ERIC REED. Es aquí donde la ortodoxia del piano jazzístico más sale a relucir, siguiendo la estela de Ahmad Jamal y llenándolo de ritmo o liricismo, según convenga. De hecho ambas facetas son super destacadas en este disco. Es imposible no mover los pies con "Martha's Prize" o no sentirse encandilado por "New Morning", un tema largo de pura madrugada con un vaso de whisky a medio terminar y el humo del cigarro llenando la habitación. En ambos cortes REED se pasea por las melodías y los acordes con la sabiduría de un maestro.
La parte solista del asunto, además de en manos del propio REED recae en Tim Greene que tanto en el saxo alto como en el soprano (en este segundo caso magnífico en los tiempos más relajados), le da a las composiciones el punto de riesgo que necesitan, sabiéndose adaptar perfectamente al contexto que el pianista quiere recrear y haciendo que los temas tengan personalidad propia. El diálogo entre REED y Greene es siempre inventivo y la mejor muestra es otro de los temas extensos del trabajo, "Up Jumped Spring", que no por estar tocado en clave smooth es menos inquietante, gracias a un constante ir y venir de crescendos, donde ambos músicos mantienen una conversación que engancha.
Habrá quien llame a un disco como "Everybody Gets The Blues" un trabajo de jazz de ascensor o sala de espera. Es un tópico que me revienta, porque por muy ortodoxo que pueda parecer un disco de jazz le da mil vueltas en creatividad a cualquier otro disco de otros géneros, sin menospreciar nada, como bien sabe quien me conozca. Para mi este disco de ERIC REED es otra muestra de que el músico que es bueno lo es en la exuberancia y también en la mesura. En ambas facetas REED triunfa en "Everybody Gets The Blues".
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