lunes, 18 de noviembre de 2019

LOUIS SCLAVIS - "Rouge": entre la música de cámara y la improvisación libre


La carrera de LOUIS SCLAVIS es una de las más extensas y fructíferas. Ha estado en mil y un proyectos, tanto a su nombre, como en el de otros, pero siempre con un punto de conexión, su gran imaginación tanto compositiva como improvisatoria. Esta carrera se ha ligado especialmente al sello europeo ECM, pero toda unión tiene un principio y ese fue "Rouge", editado en 1992 y que fue el punto de partida del músico francés con el sello alemán de icónico sonido e imagen. Y precisamente este disco es uno de los paradigmáticos para entender el universo del multiintrumentista. Un compendio de composiciones propias e improvisaciones colectivas que dan como resultado la perfecta unión entre la música de cámara y la imaginación instrumental, para lo cual estuvo rodeado de músicos de excepción que dejan su huella particular en todos los cortes.


El sonido, lejos de lo habitual en la factoría ECM, es más orgánico de lo que podría pensarse. Aunque la escucha inicial de "One" a dúo entre Sclavis y el violinista Dominique Pifarély, que está inconmensurable en el trabajo, pueda parecer "otro disco más de frialdad alemana", el devenir de "Rouge" está más cercano a su color que al icónico gris y blanco de la portada típica del sello. Especialmente los momentos de protagonismo de Bruno Chevillon en el bajo (como es la siguiente composición en el programa, "Nacht") y los diálogos entre la batería de Christian Ville y los teclados de François Raulin, dan un calor añadido al disco, sobre el cual Sclavis navega libremente, aprovechando los silencios y los espacios, compartiendo su protagonismo con sus colegas de trabajo, pero sobre todo con Pifarély.


La música de cámara en general, y barroca en particular, siempre ha estado presente en la cabeza de Sclavis. No ha sido tan evidente como su compatriota Michel Portal, pero obras posteriores a este "Rouge", como el genial "Les Violences de Rameau", dejan patente que el clarinetista y saxofonista soprano gusta de los sonidos clasicistas, eso sí, siempre adaptándolos a la libertad del jazz, entendido desde el lado más europeo. En "Rouge" no es tan evidente esta unión, es más una sensación, pero la fluidez con la que está concebida la obra transmite energía al mismo tiempo que te hace estar atento a todos los vericuetos compositivos y estructurales, que son muchos.

Realmente "Rouge" es un disco de diálogos. Los temas están construidos entorno a un esqueleto muy escueto, sobre el que los músicos dialogan y construyen armonías y melodías. Ya sea en dúo, trío o con el quinteto en todo su esplendor (si bien, salvo raras excepciones, el papel de Christian Ville es más bien minimalista y secundario), Louis Sclavis teje la tela musical de "Rouge" a base de texturas crecientes y conversaciones etéreas en donde su compañero Pirfarély especialmente, sale victorioso, sin menospreciar los buenos momentos que también proporciona Raulin cuando usa teclados de diversa naturaleza.


El dinamismo de cada pieza, como "Kali La Nuit", hace que lo que parece un tema de armonía avanzada y delicadeza interpretativa, se acabe convirtiendo en un alegato free jazz a lo Eric Dolphy a dúo con Ville. Esto ocurre en otros temas, especialmente los más alargados como la genial "Les Bouteilles" donde Bruno Chevillon vuelve a tener otro momento de especial lucimiento, o sobre todo "Face Nord", que probablemente sea el tema no sólo más largo, sino más libre en formas, sonidos y estructura que se puede encontrar en este disco y donde Raulin impulsa cada sector para que tanto Sclavis como Pifarély tengan un colchón adecuado para desfogarse. 

En conjunto el disco se puede hacer un poco arduo de escuchar si no se tiene mucha predisposición. La ausencia de formalismos en sentido clásico hace que la reproducción sea tan excitante y llena de detalles, como también abrumadora con el paso de los minutos. Cualquier falta de atención genera que nos perdamos muchos elementos esenciales sin los cuales el devenir de los temas se convertirá en un sin sentido. Dicho esto, si se logra estar en armonía con "Rouge" y su concepción, estarás ante una de las piezas paradigmáticas del jazz europea. Ese tachado de sesudo, frío y calculador y que Sclavis y los suyos se encargan de desmitificar con una obra de culto.


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